Al llegar, hemos dejado las mochilas en el hostel y hemos tomado el primer autobús que se dirigía al Monasterio Songzalian Si donde habitan unos 300 monjes. Pero la decepción ha sido mayúscula cuando en mitad del camino nos han hecho apearnos para pagar una entrada bastante cara para entrar, no solo al templo, sino también para poder entrar en las montañas donde se encuentra ubicado alegando que es un escenario cultural. Yo he sentido una tristeza inmensa al poder comprobar como el Gobierno Chino se está aprovechando de todos los puntos donde habitan los tibetanos para crear un "negocio" alrededor del turismo que atraen.
Yo me esperaba encontrar un monasterio perdido en mitad de las montañas y lo que me he encontrado ha sido unos super-edificios que "barraban" literalmente el paso a la carretera con dirección al monasterio donde obligatoriamente debíamos comprar la entrada. Triste, muy tistre lo que están haciendo con el pueblo tibetano. Ya que tan solo hace 50 años durante la Revolución Cultural se dedicaron a quemar todos los monasterios budistas del país y a masacrar a sus monjes sin piedad. Pero ahora, los están reconstruyendo con el dinero que "sonsacan" al turismo para mantener su estilo de vida donde conjugan el comunismo con el sistema capitalista de occidente, donde se trabaja mucho para ganar mucho dinero y poder gastarlo en casas, coches y .... vacaciones. TRISTE, MUY TRISTE la forma autoritaria de gobernar del comunismo Chino.
Con todo eso, se podía respirar el ambiente budista con los monjes ataviados con sus togas color púrpura y naranja paseando por el complejo monástico, el color de los candelabros de mantequilla encendidos, diferentes imágenes de Buddha y algunos monjes recitando sutras con sus roncas voces.
Yo he aprovechado un soleado rincón para hacer una meditación para sentir la paz de este lugar, aunque un sonido peculiar me ha sacado de mi profunda meditación y al abrir los ojos he visto un simpático hocico que me olisqueaba mientras su propietario pasaba a pies juntillas a tan solo un metro de distancia. Ha sido un a escena muy cómica y divertida.
Luego mientras me perdía solo (sin ningún chino) por las diferentes salas, me ha salido al paso un niño monje para recordarme que "NO PHOTOS", al cual le he ofrecido unos caramelos y cual ha sido mi sorpersa al comprobar que él no los quería para si mismo, sino que me pedía que se los ofreciera a los Buddhas del templo. Toda una lección de humildad en la cual se demuestra que los monjes no quieren nada para ellos, sino para toda la comunidad que allí habita.
Aún así y todo, hemos podido disfrutar de lo que sería la estepa tibetana con una extensa pradera rodeada de montañas y yak's paciendo en la hierba color ocre. Pero como vale más una imagen que mil palabras, aquí están las instantáneas de esta maravillosa región.