Nuestro primer viaje en tren después de dejar Sídney ha sido Byron Bay. Es un pueblecito costero lleno de turistas, y es que es una de las principales atracciones de la costa este australiana. Hemos estado algunos días descansando y disfrutando de las playas surferas. Una tarde fuimos a “Main Beach”; una larga extensión de arena blanca y un mar muy fresquito y muy revuelto. Decenas de tablas de surf y body board llenaban el horizonte. Y es que las olas son de lo más divertidas. Incluso sin tabla ni nada, puedes disfrutar del oleaje. Hemos descubierto la forma y es empezar a nadar justo cuando llega la ola, de modo que vas por encima de ella y puedes llegar a entender la pasión que sienten los surferos al deslizarse sobre las olas.
A medida que el sol bajaba, la playa se ha ido llenando de personas haciendo footing, paseando y un montón de perros que jugaban bañándose en el mar y corriendo detrás de las pelotas que le lanzaba sus dueños. Relajante lugar.
Hemos hecho una excursión muy bonita a Cape Byron: el faro. Para llegar hasta él tienes que andar unos 4 kilómetros por pasarelas de madera que serpentean entre bosques y arenas blancas. El tramo final es algo más exigente ya que tienes que subir largos tramos de escaleras bastante empinados mientras bordeas los altos acantilados del enorme océano.
Casi llegando a la cima hemos pasado por el punto más al este de Australia y por tanto, por donde antes sale el sol. El faro se alza magnífico y vigilante alertando a otros barcos la cercanía de la costa. Hemos disfrutado de una puesta de sol muy romántica.
A la mañana siguiente hemos hecho una de las excursiones obligadas en esta zona y es ir a Nimbin. En 1973 en esta ciudad se celebró el Festival de Acuario. El lugar se llenó de hippies que supieron aprovechar la oportunidad y compraron tierras baratas. Hoy en día esta colorida ciudad está llena de lugares interesantes para visitar: el museo de Nimbin (lleno de carteles que rezan sabias frases como: la verdad te hará libre, no cabes un agujero que no puedas tapar,…), la tienda Hemp Embassy donde se cultiva y vende Marihuana y todo lo necesario para fumarla y hacerte tu huerto propio y la fábrica de velas de Nimbin: un lugar donde puedes ver como se fabrican las velas de parafina usando materiales que no hacen humo.
Quizá lo más interesante sea ver deambular a algunos personajes con rastas, los ojos rojos como el fuego y medio desnudos que te ofrecen Marihuana. Un lugar curioso y uno de los pocos lugares auténticamente hippies que deben quedar en el mundo.
A medida que el sol bajaba, la playa se ha ido llenando de personas haciendo footing, paseando y un montón de perros que jugaban bañándose en el mar y corriendo detrás de las pelotas que le lanzaba sus dueños. Relajante lugar.
Hemos hecho una excursión muy bonita a Cape Byron: el faro. Para llegar hasta él tienes que andar unos 4 kilómetros por pasarelas de madera que serpentean entre bosques y arenas blancas. El tramo final es algo más exigente ya que tienes que subir largos tramos de escaleras bastante empinados mientras bordeas los altos acantilados del enorme océano.
Casi llegando a la cima hemos pasado por el punto más al este de Australia y por tanto, por donde antes sale el sol. El faro se alza magnífico y vigilante alertando a otros barcos la cercanía de la costa. Hemos disfrutado de una puesta de sol muy romántica.
A la mañana siguiente hemos hecho una de las excursiones obligadas en esta zona y es ir a Nimbin. En 1973 en esta ciudad se celebró el Festival de Acuario. El lugar se llenó de hippies que supieron aprovechar la oportunidad y compraron tierras baratas. Hoy en día esta colorida ciudad está llena de lugares interesantes para visitar: el museo de Nimbin (lleno de carteles que rezan sabias frases como: la verdad te hará libre, no cabes un agujero que no puedas tapar,…), la tienda Hemp Embassy donde se cultiva y vende Marihuana y todo lo necesario para fumarla y hacerte tu huerto propio y la fábrica de velas de Nimbin: un lugar donde puedes ver como se fabrican las velas de parafina usando materiales que no hacen humo.
Quizá lo más interesante sea ver deambular a algunos personajes con rastas, los ojos rojos como el fuego y medio desnudos que te ofrecen Marihuana. Un lugar curioso y uno de los pocos lugares auténticamente hippies que deben quedar en el mundo.
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