De vuelta de nuestra semana
culinaria en Saint Gaudens, decidimos hacer una parada en Carcassonne. Me
habían hablado muy bien de esa ciudad amurallada y no quisimos perdernos la
oportunidad de pasar una noche allí. Más aún cuando nuestra ruta de regreso a
casa, pasaba por delante. Así que reservamos un hotelito situado a 200 metros
de la muralla.
Llegamos a media mañana, con la
inestimable ayuda del Tom Tom, pasamos por el hotel y nos fuimos directas a “La
Cité”. Rodeada por robustas murallas, esta parte de la ciudad es un laberinto
de callejuelas adoquinadas y paredes de piedra. El día era muy frío y
lloviznaba, pero eso no hacía sino aumentar el encanto de estar como en un
cuento de hadas, con castillo, princesas y caballeros.
Ayudó que era viernes y no había
casi turistas. Comimos en un restaurante típico, aunque no probamos la especialidad
de la ciudad que es “Le Cassoulet”: cazuela hecha a base de pato, cerdo, cebolla,
zanahoria, puerro, ajo, especies, hierbas aromáticas y judías. La historia
cuenta que este plato nació durante la Guerra de los 100 Años, cuando los
habitantes de Castelnaudary (de donde es originario el plato), juntaron todas
las reservas de comida disponibles y prepararon este nutritivo plato con judías
y carnes varias para dar fuerza a los defensores. De esta manera reforzados,
los Chauriens (habitantes de Castelnaudary), vencieron a los enemigos.
Para los que os interesa la historia,
os cuento que Carcassonne fue construida sobre las ruinas de una fortaleza
romana. “La Cité” de Carcassonne fue en el siglo XIII escenario del combate
llevado a cabo por Simon de Montfort contra los herejes, protegidos por Raymond
Trencavel, vizconde de Carcassonne. Tras de la destrucción durante los combates
del pueblo situado alrededor de “La Cité”, San Luis ordenó que los habitantes
del pueblo fueran realojados en la ribera izquierda del río Aude, dentro de una
ciudad fortificada. En 1355, el Príncipe
Negro incendió gran parte de la misma. La ciudad fortificada de San Luis se
convirtió en una ciudad de industrias textiles. En el siglo XIX la vida
cultural era muy rica y la ciudad gana en prosperidad gracias a la agricultura vitícola.
Hoy, Carcassonne tiene renombre mundial.
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