miércoles, 20 de enero de 2010

FRASER ISLAND


Fraser Island es conocida por ser la isla de arena más grande del mundo. Situada en la costa este de Queensland (Australia) justo donde empieza la Gran Barrera de Coral, esta isla fue creada tan sólo hace unos cientos de miles de años por la arena sedimentada procedente de las playas de la costa este. Mide más de 120 km de norte a sur y solo unos 15km de este a oeste, y a pesar de su reducida extensión en ella puedes encontrar riachuelos, lagos de aguas cristalina, bosques tropicales, dunas y, como no, inmensas playas de blanca arena. La verdad es que es un misterio como puede crecer tanta vegetación en medio de la arena. Los aborígenes que la habitaban anteriormente a la llegada de los colonos europeos la llamaban K’Gari o Paraiso. No me extraña que sea uno de los puntos turísticos más visitado de los aussies (así es como se llaman entre los australianos amistosamente).

Para visitar la isla se necesita un vehículo 4X4 ya que no hay carreteras asfaltadas y también un permiso para acceder a ella ya que más de la mitad de la isla pertenece al Parque Nacional Great Sandy. Así que hay varias opciones. Puedes alquilar tu propio vehículo 4X4 en Herbey Bay y embarcarlo en un ferri hacia la isla para poder descubrir la isla por tu propia cuenta. Otra opción es compartir un vehículo privado con otras 11 personas durante unos 3 días donde llevas todo lo necesario para poder acampar en los distintos sitios habilitados de la isla. Las propias GuestHouse donde duermen los mochileros organizan los grupos. Y la última opción es hacer un tour guiado de 1 ó 2 días que te llevan a ver los puntos más interesantes de la isla en el menor tiempo posible.

La opción más económica y al mismo tiempo más divertida es compartir la experiencia con otros 11 nuevos “amigos” y seguramente es la que hubiéramos elegido nosotros, pero no nos encajaban las fechas disponibles. Y es que ahora en Australia son sus vacaciones de verano, y por tanto, es temporada alta. Así que hemos elegido la opción de explorar la isla en un solo día con un tour organizado, que a pesar de no ser de nuestro agrado era la única opción disponible.


A primera hora de la mañana nos han pasado a recoger por nuestro hotel para llevarnos al puerto de Hervey Bay para tomar nuestro ferri en dirección a Fraser Island. En media hora hemos llegado a nuestro destino, y ha sido curioso ver como nuestro ferri atracaba en una playa desierta, dejaba descender su inmensa puerta delantera y como desembarcábamos más de 100 personas junto con tres autocares 4X4 inmensos. Cuando se ha retirado el barco, las huellas de los vehículos parecían como si hubieran emergido desde las profundidades del mar. Más que una visita turística, parecíamos el desembarco de Normandía de la Segunda Guerra Mundial. Y si no, mirad nuestros “tanques” color verde en la foto.


Una vez allí nos hemos dirigido nuestro “reducido” (eso nos habían dicho en la agencia de viajes) grupo de 34 personas a visitar una de las zonas más antiguas y con la vegetación más densa de la isla. El estrecho camino de arena en medio de la espesa jungla tropical ponía en serios apuros a nuestro pesado vehículo, que en todo momento conseguía salvarse de quedarse enterrado en la resbaladiza autopista. Al final hemos llegado a una zona donde hemos podido observar algunos de los arboles más altos y viejos de la isla, donde algunos alcanzaban a medir los 60 metros. No está nada mal para una isla de arena en medio del Océano Pacífico.

Después de comer un buffet de ensaladas frías (por los 160$ cada uno que hemos pagado ya hubieran podido servir una buena paella valenciana), hemos llegado a la zona este de la isla donde se encuentra la playa 75 miles. Allí hemos podido comprobar porque es la isla de arena más grande del mundo y es que la vista no alcanzaba a divisar donde empezaba y terminaba la playa de blanca arena.


Algunos de nuestro grupo se han apuntado a una pequeña excursión en avioneta que te “venden” en la misma playa para poder divisar la isla desde el aire. Nosotros hemos continuado al norte por la autopista de la playa donde nuestro vehículo iba justo por la arena todavía mojada de la última ola que había aplanado la autopista. Ha sido un momento divertido ver que nuestro vehículo hacía las mismas ondulaciones que las olas hacen al retirarse el agua del mar. Daban ganas de coger el autobús y meterse dentro de la playa. Todavía no habíamos recorrido ni 10 minutos con nuestro autobús y la excursión aérea de 70$ ya estaba tomando tierra también en la misma autopista por la que circulan los vehículos. Y es que en Australia han inventado las mil y una forma de gastarse el dinero de una forma rapidísima.


Luego hemos ido a visitar el punto más interesante de la isla desde mi punto de vista, el Maheno. Un barco que naufragó en 1935 tomando aposento en las blancas y escurridizas arenas de Fraser Island. Este barco fue construido en 1905 y era uno de los barcos más grandes y rápidos de pasajeros de la época. Mantuvo en su poder durante 35 años el record de recorrer el trayecto entre Sídney (Australia) y Auckland (Nueva Zelanda) en menos de tres días. También fue utilizado como buque hospital durante la primera guerra mundial, así como hizo varios viajes por el Mediterráneo y por el Mar Rojo. En 1935 fue declarado inservible y vendido como chatarra a una empresa japonesa. Pues bien, parece que Australia le tenía mucho cariño a este barco, y en su último viaje mientras era remolcado hacía Japón fue interceptado por un inmenso ciclón que partió la cadena de su remolcador quedando encallado en el mismo sitio que está hoy en día. (foto arriba justo después). Poco queda más que su gran armatoste de hierro medio cubierto por las arenas de lo que fue en su día un majestuoso transatlántico. Pero aún así y todo, completamente desgarrado y mostrando sus entrañas al mundo, sigue atrayendo a un sinfín de turistas para contemplar la majestuosidad de lo que un día fue. Según nos explicaba nuestro guía, las zonas visibles del barco cambian con cada temporal mostrando unas partes por encima de la arena y escondiendo otras. Esto todavía le da más chispa al asunto. Y es que muchas veces, las historias reales superan a las de ficción.



Dejando a nuestra espalda más de 100 años de historia, fuimos a visitar el riachuelo Eli Creek, uno de los riachuelos de agua dulce de la isla. La atracción consistía en subir unos 150 metros rio arriba y descender por el lecho del rio, comprobando que todo estaba cubierto por la omnipresente arena blanca. Resulta interesante estar en un rio de agua dulce con la sensación de que estas en una playa de arena blanca. A veces, tenías que saborear el agua para cerciorarte que realmente era dulce.


La anécdota (y suerte que solo ha quedado ahí) del día la he protagonizado yo al hacer algo de lo más normal y simple. Viendo que el riachuelo parecía La Rambla de Barcelona un domingo por la tarde lleno de turistas, me he acercado a la desierta playa para darme un chapuzón. El mar estaba un poco revuelto, pero se podía nadar sin problemas divirtiéndome con las olas que llegaban. Era divertido y, al mismo tiempo, extraño ver como había 3 autobuses, unos 8 todoterrenos, unas 200 personas y todas ellas apiñadas alrededor de las aguas del riachuelo, mientras en el mar la única persona que estaba disfrutando de las 75 Millas de playa era yo. Pues bien, cuando hemos vuelto a Hervey Bay nos hemos encontrado con unos españoles que nos han explicado que en Fraser Island está completamente prohibido bañarse en la playa porque son unas costas que habitan muchas medusas (algunas bastante venenosas), inmensas rayas y tiburones tigre que a veces han atacado personas. Ya me parecía extraño que nadie más estuviera bañándose en la playa. También nos han explicado algunos peligros más de Australia que no vamos a contar.


Después del bañito en la “apacible” playa, nos hemos dirigido a visitar uno de los numerosos lagos de agua dulce que tiene la isla. El lago Warawongera tenía una arena incluso más blanca que el resto de la isla, aunque sus aguas tenían un color rojizo provocado por la descomposición de las hojas de los arboles que caen en sus aguas. Aún así, apetecía meterse sin ninguna bestia marina acechando para engullirte. Luego ya hemos vuelto al punto del desembarque donde nos estaba esperando nuestro ferri para volver a Hervey Bay.

Es una isla increíble para descubrir y aunque en un día hemos podido disfrutar de casi todos sus tesoros, vale la pena gastar varios días explorando este inusual pedazo de tierra.

SI VIENES A AUSTRALIA, NO TE LA PUEDES PERDER.