sábado, 24 de noviembre de 2012

SERRAT Y SABINA EN CONCIERTO

El sábado 24 de noviembre, tuve la gran suerte de poder ir al Concierto de Serrat y Sabina en Bogota. Cuando vi el cartel colgado entre multitud de eventos, no lo dudé. Nos conectamos a la página web: www.tuboleta.com.co y allí vimos el precio de las entradas. Las entradas iban de 354.000 pesos en platea (unos 170 euros) a 84.000 en el gallinero (unos 40 euros). Nosotros cogimos unas intermedias y estábamos en el balcón central, bastante alejados. Pero la distancia no impidió disfrutar al máximo de semejante espectáculo. 

El lugar, el Coliseo El Campín: una especie de Palau Sant Jordi. Bueno, mas bien era parecido al Palacio de los Deportes. 

Tras unos teloneros que cantaban boleros, se iluminaron dos pantallas gigantes y salieron dos cuervos que recordaban al Sr. Rockefeller, el de "toma morenooooo"; uno con cresta, que imitaba a Serrat y otro con bombín que imitaba a Sabina.  Tras hacer la presentación, por debajo de la pantalla central y bajando  unas escaleras, aparecieron Serrat y Sabina vestidos con traje y pajarita, bajo el lema "dos pájaron contraatacan".  La canción para arrancar el concierto fue "Hoy puede ser un gran día". Estábamos de subidón. 

El concierto fue una mezcla de canciones y monólogos por parte de Serrat y Sabina en los que se dedicaban  a echar pestes el uno del otro. Serrat no paraba de decir en tono irónico que Sabina estaba enfermo, que podía morir después del concierto y joderle la gira, que empezó como una rata de alcantarilla tocando en tugurios y en el metro, que tenía voz de lija,...y un sinfín de piropos que parecía estar viendo El Club de la Comedia. Después salía Sabina haciéndole un traje a Serrat: que si era catalán pero no era mala persona, que si tenía la voz de terciopelo, que si había empezado a tocar en Londres mientras él tocaba en antros de mala muerte, que si utilizaba sus canciones para él tocarle el culo a las chicas,... Estos momentos de alabanzas mutuas servían para reír a carcajadas y coger aire para la siguiente canción. Y quizá para ellos para descansar, porque hay que decir que aunque lo dieron todo y a medida que avanzaba el concierto estaban mucho mejor e iban en crescendo, la primera imagen cuando aparecieron fue un poco de susto, sobretodo al ver a Sabina, que estaba como hinchado de cara y muy envejecido. Serrat también, pero se le veía un envejecimiento más natural. 

En el escenario había una pequeña mesa, tipo cabaret, con dos sillas, dos copas y una cubitera con una botella de vino blanco. Sabina se pasaba algunos ratos allí sentado, mirando a Serrat mientras cantaba y saboreando su vinito.

Las tres horas de concierto fueron avanzando entre míticos temas: Y sin embargo, Mediterraneo, 19 días y 500 noches, Chavela Vargas, La del pirata cojo, Princesa,  Tu nombre me sabe a yerba, Aquellas pequeñas cosas, Pastillas para no soñar, Señora, Ocupen su localidad, La fiesta,...
Tampoco faltaron tacos y palabrotas. Los colombianos se reían de ese lenguaje soez. Con razón dicen que los españoles hablamos fatal. Bueno, y razón no les falta. 

Hicieron las delicias con los colombianos porque adaptaron un par de canciones a costumbres y palabras de aquí. Los cachacos se volvían locos de contentos al oírlas. No faltaron banderas colombianas en el escenario y una del atlétic!. 

En resumen, lo disfruté muchísimo. Se sumaban dos cosas, las canciones de este par de pajarones, y el poder ver a dos compatriotas a 9.000 kilómetros de España. Al final, la madre patria tira igual que la cabra tira al monte.