jueves, 14 de enero de 2010

BYRON BAY Y NIMBIN

Nuestro primer viaje en tren después de dejar Sídney ha sido Byron Bay. Es un pueblecito costero lleno de turistas, y es que es una de las principales atracciones de la costa este australiana. Hemos estado algunos días descansando y disfrutando de las playas surferas. Una tarde fuimos a “Main Beach”; una larga extensión de arena blanca y un mar muy fresquito y muy revuelto. Decenas de tablas de surf y body board llenaban el horizonte. Y es que las olas son de lo más divertidas. Incluso sin tabla ni nada, puedes disfrutar del oleaje. Hemos descubierto la forma y es empezar a nadar justo cuando llega la ola, de modo que vas por encima de ella y puedes llegar a entender la pasión que sienten los surferos al deslizarse sobre las olas.

A medida que el sol bajaba, la playa se ha ido llenando de personas haciendo footing, paseando y un montón de perros que jugaban bañándose en el mar y corriendo detrás de las pelotas que le lanzaba sus dueños. Relajante lugar.

Hemos hecho una excursión muy bonita a Cape Byron: el faro. Para llegar hasta él tienes que andar unos 4 kilómetros por pasarelas de madera que serpentean entre bosques y arenas blancas. El tramo final es algo más exigente ya que tienes que subir largos tramos de escaleras bastante empinados mientras bordeas los altos acantilados del enorme océano.
Casi llegando a la cima hemos pasado por el punto más al este de Australia y por tanto, por donde antes sale el sol. El faro se alza magnífico y vigilante alertando a otros barcos la cercanía de la costa. Hemos disfrutado de una puesta de sol muy romántica.

A la mañana siguiente hemos hecho una de las excursiones obligadas en esta zona y es ir a Nimbin. En 1973 en esta ciudad se celebró el Festival de Acuario. El lugar se llenó de hippies que supieron aprovechar la oportunidad y compraron tierras baratas. Hoy en día esta colorida ciudad está llena de lugares interesantes para visitar: el museo de Nimbin (lleno de carteles que rezan sabias frases como: la verdad te hará libre, no cabes un agujero que no puedas tapar,…), la tienda Hemp Embassy donde se cultiva y vende Marihuana y todo lo necesario para fumarla y hacerte tu huerto propio y la fábrica de velas de Nimbin: un lugar donde puedes ver como se fabrican las velas de parafina usando materiales que no hacen humo.

Quizá lo más interesante sea ver deambular a algunos personajes con rastas, los ojos rojos como el fuego y medio desnudos que te ofrecen Marihuana. Un lugar curioso y uno de los pocos lugares auténticamente hippies que deben quedar en el mundo.

miércoles, 13 de enero de 2010

DE CÁMPING Y PLAYA

En Australia los alojamiento son, de lejos mucho más caros que lo que llevamos pagando hasta ahora. Un hostal con habitaciones y baños compartidos nos ha costado 28 AUD en Sídney. Ese precio incluye derecho a cocina y desayuno. El desayuno consta de: zumo de naranja, leche, tostadas, Nescafé, mermelada de fresa y mantequilla de cacahuete. En Byron Bay los precios todavía se han disparado más y es que por el mismo tipo de hostal nos pedían 37 AUD por persona. El día que llegamos y hartos de caminar y que nos dijeran que todo estaba lleno, nos dimos de bruces con un camping. Decidimos entrar a preguntar si tenían bungalows o algo parecido y lo que nos ofrecieron fueron unas tiendas fijas. El precio no era barato, 40 AUD por personas, pero las mochilas pesaban una barbaridad y pensamos en pasar solo una noche en el camping y aprovechar para buscar un sitio mejor para el resto de las noches.

La tienda consistía en una estructura metálica cubierta con tela de plástico grueso de unos 2,5 metros de altura. El suelo era de cemento cubierto con tela plástica simulando baldosas. El único equipamiento de la tienda eran dos colchones recubiertos de plástico y una bombilla. La ventilación estaba a cargo de dos ventanas laterales y una puerta cubierta con mosquitera. No nos pareció gran cosa, pero al menos estábamos los dos solos, sin más gente con quien compartir nuestros sueños.

Después de descansar un rato de toda la noche en tren fuimos a comprar algo para hacer la comida. Cuando nos dirigíamos a la salida del camping descubrimos una pequeña piscina a disposición de los señores campistas. En ella hemos pasado algunos ratos de lectura y reposo muy agradables durante los 4 días que hemos estado en el camping.

La excursión al supermercado fue un festival para la vista: fruta y verdura fresca, pan recién horneado, una gran selección de quesos, bandejas de carne de ternera, buey, pollo y canguro, pescado, gambas, pulpitos, aceitunas, latas, bebidas, cosmética, higiene,… bueno, de todo. Y para rematar descubrimos una licorería al lado donde podíamos comprar todo tipo de vino y cervezas. En Australia el alcohol no se vende en supermercados, solo en licorerías. Los vinos australianos son muy baratos, es decir un vino blanco o tinto puedes encontrarlo por unos 7 AUD. ¡Y están buenísimos!

Una anécdota muy divertida en el supermercado es que hay cajeros self-service, es decir, tú mismo pasas los códigos de barra de lo que has comprado y pagas. El sistema es muy sensible, por eso, y tienes que ser muy metódico y sacar una cosa de la cesta, pasarla por el código de barras y ponerla en la bolsa. Tanto la cesta, como la bolsa están sobre una balanza, de modo que el sistema calcula el peso de lo que tú has pasado por el código de barras y si no coincide con lo que depositas en la bolsa, el sistema se bloquea y tiene que venir una persona del supermercado a desbloquearlo. Imaginaros el espectáculo del primer día y cuando todavía no habíamos descubierto el manejo. Tuvimos que llamar a la asistente del supermercado más de 5 veces.

El descubrimiento de la barbacoa fue lo mejor. Por lo que hemos podido ver hay mucha afición a cocinar en barbacoa. Las hemos visto en muchas casas y en zonas públicas cerca de bosques y playas. Estas últimas funcionan con monedas y es que las barbacoas funcionan con gas. Pones el dinero y empiezan a funcionar. Cuando se acaba, pones más dinero y se enciende de nuevo. Quizá sería más acertado llamarles planchas al aire libre.

En cualquier caso, a nosotros nos ha dado mucho juego. Hemos cocinado todo en la barbacoa: filetes de ternera, chuletones, broquetas de pollo, hamburguesas, filetes de pescado, espárragos verdes, berenjena, cebolla, calabacín, guisantes tiernos, pan tostado que luego hemos restregado con ajo y puesto sal y aceite,… Pepe ha descubierto una de sus pasiones ocultas y es cocinar en barbacoa. Cuando decidíamos ir a preparar la comida o cena, él se situaba directamente frente los fogones: preparaba todas las verduras y luego hacía la carne. Para distraerse me iba pidiendo que le rellenase el vaso con vino o cerveza, eso sí. Hoy incluso hemos comprado una lata de mejillones y unas aceitunas que las vendían como “españolas” y hemos hecho un vermut. Al lado de la barbacoa hay varias mesas y sillas de plástico a la sombra, donde sentarse sobre el césped y degustar las delicatesen que has cocinado. Hemos visto gente que come con cualquier cosas: tostadas con mantequilla y kétchup (¿?), cereales con leche, salchichas de
Frankfurt, fideos de sobre,… Nosotros debemos ser los que mejor nos hemos alimentado porque cuando la gente pasa por nuestra zona, siempre mirar que hay sobre la plancha. Y es que ven a Pepe tan encantado de la vida que les debe picar la curiosidad.

Otro regalo del camping fue la primera noche, que yo no pasé muy bien. Me levanté al baño a media noche y cuando levanté la cabeza en plena oscuridad vi un espectáculo maravilloso sobre mí. Miles de estrellas y la vía láctea dominaban todo el cielo. La oscuridad era absoluta, por tanto el brillo de las estrellas te dejaba sin aliento. Lo que pude observar es que las estrellas están al revés, es decir, desde el hemisferio sur, se ven al revés de cómo se ven en el hemisferio norte. Pude identificar la estrella polar pero me costó mucho per la osa mayor y la osa menor. Solo he visto un cielo más bonito una vez, y fue en el Cañón del Colca cerca de Arequipa en Perú.

Solo tuvimos un pequeño susto y es que un día mientras comíamos vimos a 3 personas del camping algo asustadas. Nos dijeron que andaba suelta una de las serpientes más venenosas de Australia. Por lo visto, mortal. Nos levantamos en busca y captura del reptil y a unos 150 metros la vimos: medía unos 1,50 m. y era de color oscuro. Se deslizó debajo de una casa y no la vimos más. Por lo que nos han contado en Australia hay animales venenosos y mortales de todo tipo: serpientes, arañas, tiburones, medusas,… “No manco pas de res”.

Lo hemos pasado muy bien de camping. Después de Auroville es el siguiente lugar donde más cómoda y a gusto me he sentido. Incluso ayer estuvimos mirando para comprar una tienda de campaña. Es la manera más barata de dormir, pero hay que sumar el inconveniente de llevar un trasto más (cada uno llevamos una mochila grande en la espalda y una pequeña en el pecho, más alguna que otra bolsa de comida) y montar y desmontar cada vez que llegas y te vas. Además las tiendas cómodas para 2 personas son las de 4 personas ya que te dejan espacio libre para dejar las mochilas y moverte un poco, eso sí, sin poder ponerte de pie, así que lo hemos descartado. Hubiera sido una buena opción si hubiéramos alquilado un coche para recorrer Australia, pero decidimos coger un billete de tren que te permite hacer toda la costa este, sin límite de paradas con la única condición que no puedes ir hacia atrás, solo hacia adelante. Los trenes son puntuales, muy cómodos y limpios. Un estilo a nuestro Euromed. Te permiten descansar, leer, escribir o sencillamente disfrutar del paisaje. Lo que el tren no cubre, hay una red de autobuses de la misma compañía que te lleva al destino final. Todo muy bien organizado.

Nuestro primer viaje en tren nos hizo un gran regalo, y es que vimos una familia entera de canguros. Nosotros habíamos pensado ir a un zoo a verlos, ya que por lo visto no es muy fácil encontrártelos porque suelen salir de noche, pero allí estaban, toda la familia sentada sobre un enorme prado verde, también lleno de vacas y caballos preciosos. Ahora solo nos faltan los koalas, pero estos animales se pasan unas 20 horas del día durmiendo. ¿Nos dará Australia también este regalo?

lunes, 11 de enero de 2010

OBJETO DE DESEO



Otra cosa interesante que nos ha sucedido y hemos sido capaces de reconocer es que se nos ha vuelto a activar el OBJETO DE DESEO, tan propio de nuestra civilización occidental.

Paseando por una megametrópolis como Sídney y sus alrededores hemos podido observar sus inmensos rascacielos, sus restaurantes sibaritas, sus hoteles de lujo, sus caras tiendas de ropa, sus flamantes coches y sus casitas en la playa con vistas al mar. Y todo ello era motivo de deseo. Deseabas comer en el restaurante de la Ópera de Sidney con vistas al Harbour Bridge, deseabas conducir el Porche que acaba de pasar por la calle, deseabas alojarte en las confortables y lujosas habitaciones del Hotel Hilton, deseabas el último traje de Armani y, como no, deseabas comparte una de aquellas casitas con piscina y jardín con vistas a la preciosa bahía de Manly. Es curioso como los últimos seis meses viajando por países asiáticos no habíamos tenido ninguna sensación parecida a esta, y os puedo asegurar que en algunas ciudades asiáticas hay igual o más lujo que en las occidentales. Y sin embargo, ha sido llegar a Sídney y, de repente, se han activado todos los mecanismos propios de nuestra cultura, donde la felicidad se mide por las cosas que posees, en vez de medirse por las cosas que no deseas. Y es que nuestro sistema está montado para desear una mejor ropa de la que tienes, un mejor coche del que tienes, una mejor casa que en la que vives. Y para qué? Fácil, para con ello necesitar más dinero del que tienes y desear un mejor puesto trabajando duramente e hipotecando lo más precioso que tenemos, nuestro tiempo. Ese tiempo que no puedes invertir en hacer lo que realmente quieres hacer, que es disfrutar de aquellas cosas que tienes. Con lo cual siempre tienes una felicidad insatisfecha, o mejor dicho una infelicidad insatisfecha.

TÚ QUE ERES DE LOS QUE DISFRUTA CON LO QUE TIENE, O DE LOS QUE DESEA DISFRUTAR CON LO QUE TENDRÍA?

AUSTRALIA: VUELTA A NUESTRA CIVILIZACIÓN



Ya hemos vuelto a nuestra civilización. Atrás han quedado los caóticos países asiáticos con sus bulliciosas ciudades, su tráfico entrópico, su falta de infraestructuras y sus desorganizados medios de transporte, pero también han quedado atrás sus recónditos pueblecitos, sus económicos alojamientos, sus puestos callejeros de comida, sus mercados con frutas y verduras frescas, sus templos budistas y/o hinduistas y, como no, su amable y apacible gente. En estos seis meses que hemos estado por los países asiáticos como India, Nepal, China, Laos, Tailandia y Indonesia hemos podido comprobar con nuestros propios ojos como estas personas se rigen por costumbres, valores, ética y religiones bien distintas a la que estamos acostumbrados en nuestra civilización occidental. Y a medida que vas conociendo su cultura te das cuenta vas dando cuenta que en sus ciudades bulliciosas puedes encontrar tu silencio interior, que su tráfico tiene sus reglas, que su falta de infraestructuras es fruto de su carencia de necesidades y que sus desorganizados medios de transporte llegan a todos los rincones del país aunque con más tiempo del esperado. Así que, cuando te paras a reflexionar te das cuenta que en todos estos países rige un ORDEN DENTRO DEL CAOS aparente. Si quieres disfrutar, maravillarte, apasionarte y embaucarte en estos países, solo tienes que cambiar “nuestro chip occidental” y fluir con los acontecimientos que vas encontrando en tu camino. Nosotros así lo hemos hecho durante estos seis meses y todo ha ido como la seda.

Como ya he dicho antes, ya hemos vuelto a nuestra civilización, a la que nos ha amamantado, educado y socializado. Y es que Australia, aunque este muy lejos de España, rigen los mismos valores, costumbres y religión que en Europa y América. Y lo que en un principio debería ser más fácil, nos está costando bastante volver a adaptarnos a un país occidental. Nuestra forma de viajar hasta ahora es SIN PLANIFICACIÓN y así nos ido genial durante estos seis meses. Llegamos a los sitios, buscamos alojamiento entre varias opciones, decidimos qué queremos visitar y cómo, y todo nos acaba encajando. Pero desde que hemos llegado a Australia no hay manera de hacer que las cosas sean fáciles. Los alojamientos que elegimos o nos recomiendan están siempre llenos, para poder visitar los sitios turísticos tienes que ir con un tour organizado o cuesta mucho tiempo y esfuerzo para al final acabando pagando igual o más que si hubieras ido con el tour. Los restaurantes tienen unos precios exorbitados si tienes que comer y cenar todos los días fuera de casa. Por tanto, la opción supermercado es la más recomendable, aunque tampoco es muy económica. Con todo esto, hemos tenido que volver a cambiar nuestro chip para adaptarnos otra vez a nuestra civilización organizada y planificada. Hemos empezado a PLANIFICAR nuestro viaje con 4 o 5 días de antelación. Reservamos nuestro alojamiento por internet que incluso muchos veces es más económico que in-situ, compramos los tours guiados a los puntos de interés y hemos comprado un pase de tren que nos permite recorrer toda la costa Este de Australia desde Sídney a Cairns con todas las paradas que queremos (es como el Interrail de Europa). Ahhh, se me olvidaba lo más importante. También hemos tenido de cambiar el chip de gastarnos unos 30-50€ diarios los dos a gastarnos unos 200€, y es que en nuestra civilización todo es más caro.

Aún con todo esto, tengo que decir que Australia es un país increíble para visitar, no solo por los innumerables y espectaculares puntos de interés que posee, sino también por su amable y hospitalaria gente. Sin ir más lejos, el otro día conocí a Peggi y Trevor, una mujer mayor y su hijo que viajaban en nuestro tren con dirección a Byron Bay para visitar a unos parientes en Coffs Harbour. Pues aparte de recomendarnos algunos sitios interesantes que visitar en Byron Bay, nos ofreció su casa en la Bahía de Manly (Sidney) para ir a pasar unos días. Lástima que no tenemos pensado volver a Sídney porque sería muy interesante ir a pasar unos días con Peggi. Es increíble la hospitalidad de los australianos.