sábado, 12 de diciembre de 2009

MEDITACIÓN VIPASSANA



Hoy es nuestro último día en Laos y queríamos aprovechar para visitar algunos otros lugares. Así que después de desayunar nos hemos ido a visitar a Xieng Kuan (Buddha Park). Este parque situado a 23 km de la ciudad contiene más de un centenar de figuras hinduistas y budistas. De hecho, su creador, el sacerdote Luang Pu, intentó crear una doctrina que unía tanto religión hinduista como la budista. En muchas esculturas se puede ver esta mezcla de ambas religiones, observando a algunas figuras de Buda con el tridente típo del induista dios Siva. Algunas figuras incluso eran un poco macabras, pero como dice el refranero “Para gustos, colores”.


De vuelta al hotel, hemos parado en el templo
Wat Sok Pa Luang. Allí, todos los sábados, los monjes que habitan el templo hacen una meditación vipassana para personas interesadas o curiosas del tema. Aunque también pudimos comprobar que había mucha otra gente que era asidua a la meditación semanal, muchos de los cuales eran laosianos.

Por lo que pudimos entender,
Vipassana significa “ver la realidad”. Es decir, ver el mundo tal cual es eliminando todos los filtros que aplica nuestra mente previo a nuestro entendimiento. Para ello una de las cosas que persigue esta meditación es “parar la mente”. También nos explicaron que hay 4 tipos de posturas para la meditación; sentados con las piernas cruzadas, tumbados boca arriba, caminando y la última no la recuerdo.

Nosotros aquel día practicamos dos de ellas. La primera fue unos 20 minutos sentados en silencio con las piernas cruzadas y debíamos concentrar nuestra mente en la respiración. Es decir, debíamos omitir cualquier estímulo externo que venga por los sentidos y concentrar la mente en algo tan simple y esencial como la inspiración y a expiración. Si por algún motivo la mente se dispersa en otros y variados pensamientos, hay que tomar consciencia de ello y volver a la respiración. Parece sencillo, ehhh? Inténtalo pues y ya me contarás el resultado.

Luego hicimos la meditación en movimiento. Ésta consiste en caminar muy, muy, muy lentamente con los ojos abiertos y tomando consciencia de cada movimiento del cuerpo al caminar. Para ello nos dieron las pautas siguientes en tres movimientos que podrían ser; levantar el pie, desplazarlo y apoyarlo, y vuelta a empezar con la otra pierna. En esta meditación también es importante la respiración, tomando consciencia de ella junto con el movimiento.
Hay muchas disciplinas de meditación, pero por lo que estoy viendo todas ellas buscan un objetivo común, eliminar el velo que nos impide ver la realidad tal cual es. Sin nuestros esquemas mentales, nuestros condicionamientos, sin muestras emociones, sin todo aquello que ensucia el prisma que somos para dejar pasar la luz del espíritu.

Con nuestra mente completamente serena, no nos apetecía hace nada extresante. Así que fuimos a probar un masaje típico de Laos. El masaje consiste en prisiones sobre los músculos y algunos estiramientos, para después ponerte unas pintas calientes que contenían hierbas terapéuticas. Ha sido genial, el calor de las pintas penetraba dentro de los músculos consiguiendo un relajación más profunda, al mismo tiempo que el calor ayudaba a las articulaciones y los órganos internos.
Ha sido una despedida genial que nos ha brindado Laos como guinda a nuestra estancia en tan natural y espiritual país.

GRACIAS LAOS.

viernes, 11 de diciembre de 2009

CAPITAL DE LAOS? VIENTIANE


A pesar de levantarnos a las 6:00, hemos perdido el autobús local que nos tenía que llevar a Vientiane, la capital de Laos. Así que hemos tenido que coger una pick-up que también hace el mismo recorrido pero en una hora más. Pero sabiendo lo que es ir a una furgoneta sentado en la parte trasera, le hemos pedido al conductor sentarnos con él e la cabina donde, a pesar de ir apretujados, el asiento se mucho más cómodo que la tabla de madera de la parte posterior. En realidad, ha sido todo un acierto porque el conductor chapurreaba un poco de inglés, con lo que hemos podido aprender algunas cosas más del país. Por ejemplo, el sueldo medio de un laosiano está sobre los 50-100$ mensuales, la población de Laos es de unos 6 millones de personas, una casa típica de bambú y hojas de palma puede costar unos 600$ y una casa tipo chalet con dos plantas, porche y jardín sobre os 6.000$ a 8.00$. Otra dato curioso es que la mayoría de las infraestructuras las está subvencionando y construyendo la China como las carreteras, puentes, incluso construyendo las fábricas de cemento para la construcción. Lo que no sabemos es que se lleva el Gobierno Chino a cambio de tanto “favores”. Por otro lado, en todo Laos, solo hay una universidad pública que se encuentra en la capital y normalmente se requiere un buen poder adquisitivo para enviar a los hijos a la universidad. Y es que bajo nuestro punto de vista, hemos encontrado Laos más cara de lo que esperábamos para ser un país del sudeste asiático.

A parte de los datos prácticos, el conductor, que se llamaba Olé, se ha empeñado en enseñarnos laosianos asegurando que en 2 semanas podríamos hablar su lengua. Así que hemos aprendido a contar del 1 al 10, también los centenares y los millares, ¿Cómo te llamas?, Me llamo… y algunas palabras más que ahora mismo ya no recuerdo. Después de media hora de escuchar laosiano e intentar repetir las frases, nos ha entrado un dolor de cabeza junto con una pequeña molestia en la garganta, y es que los sonidos son muy guturales y el sonido “ñ” se utiliza en casi todas las palabras. En general, ha valido la pena nuestro viaje de 4 horas ya que nos ha permitido conocer mejor algunos aspectos de este país y es que la única forma de conocer un país es estar en contacto con su gente y compartir momentos como estos. Esto lo hemos aprendido a lo largo de estos 6 meses que llevamos viajando por el mundo.

Al llegar a la capital, nos hemos encontrado una ciudad movilizada por los “Sea Games 2009”. Son como unos juegos olímpicos a pequeña escala donde solo participan los países del laos, Tailandia, Singapur, Vietnam y Malasia. Había mucha policía por las calles y de vez en cuando pasaba una comitiva a la americana con motos con sirenas abriendo paso, varios coches oficiales con los cristales tintados y algunos coches de policía al final.

Nos ha constado encontrar hotel debido a los juegos pero al final hemos encontrado uno económico que compartíamos habitación con una persona que se parecía mucho a un actor de series norteamericanas.

Después de comer nos hemos ido al templo Pha That Luang. Es una estupa budista muy antigua que ha sido construida, destruida y vuelta a construir varias veces. La última fue debida a la guerra de Indochina. Se dice que contiene la reliquia de un hueso de Buddha, aunque en la última reconstrucción hicieron excavaciones y no encontraron nada. Su color dorado en medio de unos jardines con buganvilias rosas, rojas y blancas, así como otros templos contiguos forman parte de este conjunto digno de admirar. No me extraña que sea uno de los emblemas de Laos.

Luego nos fuimos andando hasta
Patuxai, una “arco del triunfo” que en la guía quieren compararlo con el de Paris, pero si lo veis no hay por donde cogerlo. Sería como comparar una iglesia renacentista co n un rascacielos, si los dos son muy altos y tienen puertas y ventanas, pero nada más.

A pesar que algunos viajeros no nos recomendaban nada una estancia en Vientiane diciendo que era una ciudad bulliciosa y relativamente cara, nosotros nos hemos encontrado con una ciudad acogedora y con algunos tesoros interesantes para descubrir. Así que, aunque las opiniones de otros viajes muchas veces te ayudan a elegir mejor tu camino, no siempre son tan acertadas como desearais, y aunque sean ciertas, tu actitud delante de un lugar y su gente puede cambiar complemente la experiencia.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA


Vang Vieng es una ciudad que se encuentra a 120 km al norte de la capital de Laos. Aquí hay muchas actividades para hacer, la mayoría de las cuales está orientada al turismo organizado como bajar el rio Nam Song metido dentro de una cámara de rueda de camión, explorar a pie sus encantadores paisajes kársticos, escalar sus escarpadas montañas o adentrarte dentro la tierra a través de las mil y una cuevas que hay en sus alrededores.

Nosotros hemos decidido alquilar una motocicleta para visitar un conjunto de cuevas llamadas Tham Sang Triangle situadas a 16 km al norte de Vang Vieng. Era curioso ver a seis motos todas juntas por la carretera apropiándose de ella. Si hubiéramos llevado una chupa de cuero con un águila en la espalda, los pelos y las barbas largos y unas motos más potentes, hubiéramos parecido “Los ángeles del Infierno Laosiano”.

Al llegar a las cercanías de la cueva hemos visto un cartel pequeño y mal rotulado que pedía pagar parking por dejar las motos. Imagínate en medio de la naturaleza rodeado de montañas y palmeras, el rio Nam Song a nuestra derecha transitando por un estrecho camino y cuando se termina el camino aparece este cartel con dos mujeres sentadas a la sombra pidiendo dinero por dejar las motos. Increíble, pero cierto. Y es que en Laos se están dando cuenta que al turista se le puede “estrujar” para que vaya soltando el dinero. Nosotros, ni cortos ni perezosos, hemos aparcada las motos en una zona un poco más alejada donde no había cartel, por lo que nos hemos ahorrado el “impuesto revolucionario”. No obstante, no hemos podido evitar el peaje para pasar un desvencijado puente hecho con cañas de bambú que amenazaba desmoronarse con solo estornudar que permitía cruzar el rio hasta la zona donde se encuentran las cuevas.

La primera de las cuevas que hemos visto ha sido Tham Sang o Cueva del Elefante donde la tierra ha creado una estalagmita con forma de elefante y aprovechando tan singular acontecimiento los locales han adornado la cueva con varias imágenes de Buddha. La cueva es poco profunda y con una abertura lo suficientemente grande como para que la luz llegue a todos los rincones sin problemas.

Luego hemos continuado 1 km en medio de los arrozales dorados hasta llegar a las cuevas Tham Loup y Tham Hoi (por cierto, tham significa cueva en laosiano) donde al pagar la entrada también te ofrecían unos frontales para poder explorar con más detalle las cuevas. Además, un guía local se nos ha acoplado al grupo sin previa petición o conversación, pero la exploración resultaba un poco más segura (si se puede llamar de esta forma). Así que el Speleology´s Team formado por Javi, Raúl, Alberto, Pablo (un compañero de Madrid que había tomado el relevo a Rubén de vuelta a España), Anthoni (un francés que había conocido Pablo), Noemí y yo nos ataviamos con los frontales para iniciar nuestro particular “Viaje al centro de la Tierra”.

Iniciamos nuestra exploración por Tham Loup que se introduce unos 400m dentro de la montaña donde pudimos apreciar varias estalagmitas y estalactitas de piedra caliza muy impresionantes, algunas de ellas relucían como estrellas en la noche cuando las enfocábamos con la linterna.

La otra cueva, Tham Hoy, se adentraba 3 km dentro de la tierra, con lo que la cosa ya parecía más seria. Así que decidimos solo explorar algunos metros sin llegar al final. No obstante, nuestro guía “subalterno” también se apuntó a la segunda exploración. A la que nos hemos dado cuenta ya llevábamos una hora caminando dentro de tan oscuro y profundo lugar, y todo el equipo nos sentíamos con ganas y ánimos para continuar, excepto Pablo que le pudo su claustrofobia teniendo que volver sobre sus pasos. Y no me extraña, porque aquí entra una o dos personas solas y te vuelves a los 10 minutos pero como íbamos todo un grupo la sensación de seguridad aumenta, incluso diría que te creces por encima de tus posibilidades o limitaciones. Y si no preguntádselo a Noemí, que en otras circunstancias me hubiera insistido en salir a la mínima de cambio. Sin embargo, allí estaba no sólo internándose en las profundidades de la tierra sino también disfrutando de cada instante en tan recóndito lugar.

Dentro de la cueva había cavernas tan grandes como un polideportivo y espacios tan estrechos que teníamos que pasar a gatas. Además, en mitad del trayecto nos hemos tenido que descalzar para pasar por varios charcos donde el agua nos llegaba hasta las rodillas. En otros puntos había una arcilla tan pegajosa que los pies se quedaban enganchados como una especie de trampa que tenías que superar para llegar al tesoro escondido en las entrañas de la tierra. Y es que esta cueva después de sus 3 km llegas a un lago subterráneo increíble. El lago tiene unos 80 m de largo y aunque en la mayoría de los puntos tocábamos con los pies había grietas demasiado profundas como para comprobar su profundidad. Allí, en medio de la penumbra creada por nuestros frontales y con el único sonido de nuestra respiración, nos hemos dado uno de los baños más exóticos y salvajes de mi vida.

La vuelta no ha estado exenta de emoción, y es que Raúl y yo nos hemos rezagado un poco haciendo fotos y de repente íbamos por un sendero que no recordaba ningún punto familiar de la ida. Tras algunos silbidos y gritos, nos hemos percatado que la única respuesta que recibíamos era de los ecos de nuestras voces que volvían de la oscura profundidad ya que el grupo estaba demasiado lejos para oírnos.

En ese momento tus sentidos se agudizan, tus ojos observan cada detalle de la cueva, tus orejas perciben hasta el más sigiloso sonido y tu mente está complemente concentrada en procesar todos los estímulos externos para discernir el camino correcto hasta la salida. Realmente te das cuenta de todos los recursos de que dispone el ser humano en situaciones extremas como estas.

Nosotros decidimos desandar parte del camino para descubrir la bifurcación en la cual habíamos tomado el camino equivocado. De repente descubrimos algunos detalles en las piedras y formaciones calizas que nos resultaban familiares. Por lo tanto, sabíamos que habíamos pasado por allí, pero desconocíamos si íbamos hacia la salida o hacia las profundidades. Pero de repente, he visto una piedra con un agujero muy peculiar que me había resultado curiosa en nuestro camino de entrada. Esto me dio la seguridad que estábamos caminando en el sentido equivocado. Así que hemos girado 180º para reiniciar nuestro camino de vuelta a la superficie. Y es que aunque parezca sencillo, e incluso llevando guía y conociendo el camino de ida, es fácil perderse en una cueva de estas dimensiones. Además, por algún motivo uno tiende a desorientarse en tan silencioso y oscuro lugar.

Sin embargo, y a pesar de perdernos, en todo momento hemos conservado la calma y serenidad para reencontrar la salida.

HA SIDO UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS AUTÉNTICAS DEL VIAJE.

Ahh, se me olvidaba. Al volver a las motos hemos visto que las mujeres habían movido el cartel del parking donde las teníamos aparcadas solicitando que les pagáramos parking. Qué cara tienen!!!!! Nosotros solo nos hemos reído de la cómica situación y por supuesto que no hemos pagado el reincidente “impuesto revolucionario”.

lunes, 7 de diciembre de 2009

LA OFRENDA


Son las 6 de la mañana, el despertador ha sonado y piensas: “Buff, no me levanto”, pero si quieres vivir una de las experiencias más religiosas de Laos tienes que hacer un esfuerzo por quitarte la morriña.

A las 6:30 ya estábamos en la calle, todavía no ha salido el sol y una ligera neblina cubre toda l ciudad. No obstante, se puede observar en la calles un vaivén de personas considerable, muchos de ellos llevan unos recipientes cilíndricos hechos de palma como si fueran tuperwares que contienen sticky rice (arroz típico de Laos). Poco a poco, las personas se sienten en las aceras sobre unas alfombras de mimbre formando unas largas filas mirando a la calle.

Poco a poco, el vaivén de personas empieza a aquietarse, y todas van tomando su asiento en un silencio relativo propiciado más por las tempranas horas de la mañana que por la solemnidad del acto requiere. En ese instante, empezamos a vislumbrar en la lejanía algunas formas de color naranja que se acercan hacia nosotros por la acera. A pesar de la poca visibilidad se reconocen que son monjes budistas ataviados con sus coloridos hábitos naranja y amarillo chillón. En sus manos portan un bol de bronce donde los fieles ofrecen pellizcos de sticky rice a modo de limosna. A parte de arroz, también se ofrece algunas frutas como plátanos, algunas chocolatinas y billetes envueltos en plástico.

El acto es muy bonito de ver ya que hay cientos de monjes en fila recibiendo las limosnas de los devotos que en un signo de humildad los ofrecen de rodillas.

A parte de esto, también puedes ver a cientos (por no decir miles) de flashes disparándose a la vez para tomar instantáneas de tan sagrado acto. En cierto modo esto merma un poco el encanto de la experiencia, pero he de reconocer que es difícil resistir la tentación de tomar fotos.

Luego hicimos lo mejor que podíamos hacer, ir a tomar el desayuno y echarnos un par de horas hasta que el sol hubiera despejado la neblina matutina. Esto en Sevilla se llama una “siesta mañanera”.

Cuando nos volvimos a levantar, cogimos un tuktuk que nos llevó a Tat Kuang Si, unas cascadas situadas a 32 Km al norte de Luang Prabang. Cerca de la entrada hay un centro de protección de Oso Pardo de Asia. Son un poquito más grandes que el Oso Panda, pero todos negros excepto su pecho que es de color blanco en forma de V. Según parece, hay contrabando de estos animales en Asia, y los que aquí podéis ver fueron rescatados de las zarpas de una mafia que pretendía venderlos en la China. Fuera se podía leer que utilizan la bilis del oso en la Medicina Tradicional China. Suerte que los han salvado, aunque las condiciones en las que viven ahora son similares a una prisión donde tienen poco espacio natural para ellos y a la noche los encierran en jaulas. Aún así y todo, parecían felices con sus cacahuetes escondidos dentro de los troncos, sus plátanos y algunas verduras que se comían en su desayuno matutino.

Luego caminamos unos 5 minutos para llegar a unas pequeñas cascadas donde la tierra caliza había formado algunas piscinas de aguas azul turquesa. En la parte superior, se podía disfrutar de una cascada mucho más espectacular con sus 50 metros de altura. Una pequeña excursión de 30 minutos ascendiendo por un escarpado sendero te lleva a ver la perspectiva inversa. Es decir, ver como las aguas caían al vació desde esta altura. Una excursión interesante para con poco esfuerzo adentrarte dentro de un paisaje muy natural y selvático, aunque demasiado turístico para tildarlo de auténtico.