domingo, 2 de diciembre de 2012

ANDRÉS CARNE DE RES


Con este nombre se da a conocer un restaurante muy famoso en Bogotá. Hay dos, uno en Chía, a unos 30 kilómetros de Bogotá y otro en Bogotá D. C., cerca del centro comercial Andino. Su creador, fue un señor que montó una pequeña discoteca, le fue bien, y poco a poco se fue ampliando.

Aunque no creíamos tener mesa llamando con poca antelación, el caso, es que llamé el sábado a las 18.00h y nos dieron mesa para esa misma noche. Eso sí, teníamos que llegar antes de las 20.00h, en caso contrario te cobran cover de 20.000 pesos por persona (unos 10 euros), que es como una entrada. Y la cobran a todo el mundo a partir de esa hora, incluso aunque tengas mesa reservada para cenar.  Así que nos arreglamos en un tris, y a las 19.30h estábamos entrando por la puerta de Andrés Carne de Res.

Aunque el nombre hace honor a una extensa carta de carnes y asados, lo cierto es que tienen de todo.  La carta viene presentada como si fuera una revista, con artículos, publicidad, fotos y los precios de los platos. Sale mensualmente y la puedes comprar si te hace ilusión llevártela a casa.

Todo en Andrés Carne de Res está tematizado. Las botellas de vino de la casa, vienen con el nombre del restaurante, las botellas de agua, los vasos, copas, platos, cubiertos, los delantales de los camareros, las tazas de café,… absolutamente todo. Y como el diseño es tan bonito, a la salida del local hay una tienda donde puedes comprar lo que quieras. Es una buena acción de marketing, porque los diseños son muy bonitos, con corazones y vivos colores. Yo intenté meterme en el bolso un bol donde me sirvieron un mojito sin alcohol, pero Pepe me retuvo, y  menos mal porque a la salida te hacen abrir el bolso por si caes en la tentación de llevarte algo.

El restaurante tiene 4 plantas, y en todas hay mesas para cenar, cocina y barra para bebidas. Es enorme. Cada planta tiene un nombre: el cielo, el purgatorio, el limbo,...
La entrada al restaurante es espectacular: una manada de vacas de diferentes diseños y colores, en función de su patrocinador te dan la bienvenida. Hay una vaca patrocinada por la cerveza Águila que tiene alas, otra que lleva turbante, otra hecha con chapas de cerveza. Tras pasar el mostrador del cover, subes unas escaleras metálicas y ya estás dentro del restaurante. Por el techo hay colgadas cientos de luces rojas, y sobre cada mesa hay una luz en forma de corazón con un nombre. Ese es el nombre de tu mesa. El nuestro era Bárbara. En el centro del salón hay un escenario y lo curioso es la mezcla de estilos en todo el local. Se combinan objetos que jamás pensarías que puedan quedar bien, pero no sé de qué manera, allí quedan perfectamente. Un espejo con marco dorado, colgadores de madera con volutas, una bola giratoria de discoteca, un container de los que se ven en transporte marítimo, cortinas de raso estilo teatro, sillas de madera, mesas metálicas, vasos de cerámica rústicos, copas de cocktail de diseño,… O queda bien por casualidad, o está cuidadosamente estudiado. El resultado: un ambientazo para pasar una noche de lo más divertida.
Al llegar nos preguntaron si celebrábamos algo y yo les dije que era la primera vez en casi 2 años que mi marido y yo salíamos a rumbear juntos. Así que a media cena, vinieron un grupo de músicos que nos cantaron canciones, nos pusieron una banda a las chicas que ponía que te vaya bonito, y una medalla a los chicos que ponía comensal ilustre. Lanzaron corazones de papel al aire y nos echamos unas risas.
Después de cenar, o al  mismo tiempo, depende de cuando hayas llegado, la música empieza a subir de volumen, algunas personas atrevidas se arrancan a bailar entre las mesas y una docena de animadores disfrazados con pelucas, ropas brillantes y maquillajes, instrumentos y muchas ganas de rumba, salen a la pista.
El ambiente se caldea, y poco a poco la gente va dejando sus mesas llenas de copas de alcohol vacías,  para bailar. Las copas no son nada baratas, pero la gente bebe como si las regalaran. Hay una carta larguísima de cocktails: mojito, caipiriña, pisco sour,  margarita,  cosmopolitan, cuba libre,... y tantos otros que no logro recordar. Con tanto alcohol en las venas la gente se desinhibe, tanto ellos como ellas. Las mujeres cogen a los hombres y los sacan a bailar, bien pegaditos. Con nosotros estaba un compañero de trabajo de Pepe, recién casado, y lo sacó a bailar una paisa (así se les llama a las mujeres de Medellín, con fama de ser muy guapas), le pegó dos movimientos de cadera, y el pobre se asustó y salió de allí con la cola entre las piernas. ¡Nunca mejor dicho! Pepe dijo que sería un buen lugar para celebrar alguno de sus CUJ. Doy fe.
Para dejar la ropa, nada de guardarropía con perchas: te dan un saco tipo petate, donde metes toda la ropa dudosamente bien doblada, lo cierran con un candado y lo guardan en unas mesas, junto con cientos de sacos apelotonados. Te dan la llave, con el número del saco correspondiente. Milagrosamente, cuando vas a buscarlo, lo encuentran.
Sobre las 3.00h cierran las puertas, y al salir hay un servicio de conductor, por si has bebido demasiado. A las personas que conducen tu coche se les llama ángeles de la guarda, y razón no les falta, porque te llevan a tu casa sano y salvo. Otra opción un poco más barata e igualmente segura es coger un taxi concertado, de los que paran en la salida del restaurante. Eso sí, la cola es enorme y estuvimos esperando casi 45 minutos. Pero es mejor no arriesgarse a conducir bebido, por los controles policiales y la cantidad de gente que cruza la calle casi sin mirar.

Nos encantó el sitio. Se come bien, hay buen ambiente, puedes cenar, bailar y tomar copas en el mismo sitio. No es barato, pero es una buena carta de presentación para los visitantes a Bogotá. Os lo recomiendo. 


sábado, 24 de noviembre de 2012

SERRAT Y SABINA EN CONCIERTO

El sábado 24 de noviembre, tuve la gran suerte de poder ir al Concierto de Serrat y Sabina en Bogota. Cuando vi el cartel colgado entre multitud de eventos, no lo dudé. Nos conectamos a la página web: www.tuboleta.com.co y allí vimos el precio de las entradas. Las entradas iban de 354.000 pesos en platea (unos 170 euros) a 84.000 en el gallinero (unos 40 euros). Nosotros cogimos unas intermedias y estábamos en el balcón central, bastante alejados. Pero la distancia no impidió disfrutar al máximo de semejante espectáculo. 

El lugar, el Coliseo El Campín: una especie de Palau Sant Jordi. Bueno, mas bien era parecido al Palacio de los Deportes. 

Tras unos teloneros que cantaban boleros, se iluminaron dos pantallas gigantes y salieron dos cuervos que recordaban al Sr. Rockefeller, el de "toma morenooooo"; uno con cresta, que imitaba a Serrat y otro con bombín que imitaba a Sabina.  Tras hacer la presentación, por debajo de la pantalla central y bajando  unas escaleras, aparecieron Serrat y Sabina vestidos con traje y pajarita, bajo el lema "dos pájaron contraatacan".  La canción para arrancar el concierto fue "Hoy puede ser un gran día". Estábamos de subidón. 

El concierto fue una mezcla de canciones y monólogos por parte de Serrat y Sabina en los que se dedicaban  a echar pestes el uno del otro. Serrat no paraba de decir en tono irónico que Sabina estaba enfermo, que podía morir después del concierto y joderle la gira, que empezó como una rata de alcantarilla tocando en tugurios y en el metro, que tenía voz de lija,...y un sinfín de piropos que parecía estar viendo El Club de la Comedia. Después salía Sabina haciéndole un traje a Serrat: que si era catalán pero no era mala persona, que si tenía la voz de terciopelo, que si había empezado a tocar en Londres mientras él tocaba en antros de mala muerte, que si utilizaba sus canciones para él tocarle el culo a las chicas,... Estos momentos de alabanzas mutuas servían para reír a carcajadas y coger aire para la siguiente canción. Y quizá para ellos para descansar, porque hay que decir que aunque lo dieron todo y a medida que avanzaba el concierto estaban mucho mejor e iban en crescendo, la primera imagen cuando aparecieron fue un poco de susto, sobretodo al ver a Sabina, que estaba como hinchado de cara y muy envejecido. Serrat también, pero se le veía un envejecimiento más natural. 

En el escenario había una pequeña mesa, tipo cabaret, con dos sillas, dos copas y una cubitera con una botella de vino blanco. Sabina se pasaba algunos ratos allí sentado, mirando a Serrat mientras cantaba y saboreando su vinito.

Las tres horas de concierto fueron avanzando entre míticos temas: Y sin embargo, Mediterraneo, 19 días y 500 noches, Chavela Vargas, La del pirata cojo, Princesa,  Tu nombre me sabe a yerba, Aquellas pequeñas cosas, Pastillas para no soñar, Señora, Ocupen su localidad, La fiesta,...
Tampoco faltaron tacos y palabrotas. Los colombianos se reían de ese lenguaje soez. Con razón dicen que los españoles hablamos fatal. Bueno, y razón no les falta. 

Hicieron las delicias con los colombianos porque adaptaron un par de canciones a costumbres y palabras de aquí. Los cachacos se volvían locos de contentos al oírlas. No faltaron banderas colombianas en el escenario y una del atlétic!. 

En resumen, lo disfruté muchísimo. Se sumaban dos cosas, las canciones de este par de pajarones, y el poder ver a dos compatriotas a 9.000 kilómetros de España. Al final, la madre patria tira igual que la cabra tira al monte. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

EL PARQUE DE JERICÓ


Después de la monstruosa noche de Halloween, el sábado nos fuimos para el Parque de Jericó. Está solo a unos 50 kilómetros de Bogotá en dirección noroeste. Salimos pronto, así que en algo más de una hora estábamos fuera de la ciudad y en medio de la naturaleza.

El parque es ecológico y está lleno de animales, patos, cabras, faisanes, caballos, gatos y además es un criadero de truchas. Entre las actividades hay caminatas, pesca, montar a caballo y básicamente descansar.


El parque tiene varias cabañitas de madera. Aunque de momento solo hay 4 disponibles, vimos que están construyendo más. Las cabañas son muy sencillas, como una casita de sauna. La nuestra era para 4 personas y tenía dos habitaciones. Una con cama doble y otra con literas. Las sábanas y mantas eran las típicas de la abuela del pueblo: gruesas y pesadas. Los colchones también eran de lana. Durante el día hacía calor, pero por la noche entendimos el porqué de tanto abrigo en las camas. Brrr que frío, menos mal que teníamos chimenea y sobre las 18.00h ya la encendíamos y la dejábamos hasta irnos a la cama. Desde dentro de las mantas oíamos y veíamos chisporrotear la madera y era muy agradable. Pepe que es el fogonero oficial se encargaba de eso.

El baño era muy sencillo con un sistema de agua caliente en la ducha, todavía más simple, y que no funcionaba. Tenías que pensarlo muchas veces antes de ponerte bajo esa agua gélida.

El sábado hicimos nuestro primer paseo en caballo. Para Clara nos dieron un caballo con silla doble. La silla pequeña va delante y detrás va la del adulto. Le encantó pasear a lomos de Carreta y a nosotros también.  El domingo repetimos paseo a última hora de la tarde, cuando el sol ya rozaba las montañas para irse a dormir. Es realmente relajante dejarte llevar por el compás del paso del caballo y el ruido de la naturaleza al atardecer.


El domingo David y Nasha, dos niños del parque nos enseñaron el criadero de truchas, desde los alevines a las truchas adultas. Para comer pedimos trucha al ajillo y estaba deliciosa acompañada de patacón (plátano), papa y ensalada.
La entrada al parque es gratuita, el único inconveniente es que no puedes entrar comida y te obligan a ir al restaurante a hacer todas las comidas. Eso no sería un problema (aparte de económico) si el restaurante estuviera cerca y abierto, pero nuestra cabaña estaba en la parte alta y el restaurante de esa zona estaba cerrado por la mañana y a partir de las 17.00h, de manera que tenías que ir al restaurante de la parte baja. Y la bajada no era nada, pero después de la subida tenías ganas de volver a bajar a comer de nuevo. Deberían mejorar este aspecto.

Por lo demás es una buena opción para ir con niños y desconectar.

sábado, 3 de noviembre de 2012

HALLOWEEN


En Colombia la noche de Halloween se celebra al más puro estilo americano. Los niños y mayores se disfrazan y van pidiendo “truco o trato” para recoger caramelos. Lo que en lugar de ir por las casas, se hace por centros comerciales y tiendas.

Nosotros hicimos una adaptación de nuestra querida castañada, pero sin castañas, ni boniatos ni panellets. Organizamos una fiesta en casa. Mi querido amigo Claudi, artista donde los haya, me ayudó con la invitación:

Con semejante presentación hicimos casi un pleno de toda la gente que invitamos. En la fiesta había brujas, el increíble Hulk, el zorro, una sexy policía, un sheriff que no paraba de beber, una chica Ye-Ye, dos abejitas, una mariquita, una princesa, un caballero, Luke Skywalker, un pirata, tres monstruos y muchas ganas de diversión.
El comedor estaba lleno de telarañas, arañas-hormigas y brujas voladoras.
Para cenar preparé sushi, unas cocas de verduras, paté de aguacate y Raquel se curró tres tortillas de patatas. De postre preparé un monstruoso pastel de arañas mortíferas y gusanos. Y pudimos degustar fantasmas y dedos sangrientos. Ah, y como guinda unos mojitos de fresa recién preparados, especialidad de la casa desde ese día.



Pasamos una divertida noche con nuestros nuevos amigos colombianos y españoles. Creo que todos nos quedamos con ganas de repetir, aunque la próxima será probablemente con motivos navideños. 

domingo, 7 de octubre de 2012

MI CUMPLEAÑOS EN LA ISLA DE SAN ANDRES

Todos mis cumpleaños son especiales pero los que celebro lejos de casa los recuerdo de forma diferente. Han sido dos, uno para mis 36 en Kathmandú, en Nepal. Y mis 39 en la Isla de San Andrés, Colombia. Cuando estoy lejos hecho de menos a mi madre contándome la historia de como nací. Me la cuenta cada año igual y aunque ya me la se de memoria, me encanta oírla año tras año.

El día empezó con la incógnita de si me encontraría bien. La tarde anterior estuve a 38 de fiebre. Me metí en la cama confiando en el poder de curación de mi cuerpo para el día siguiente.

El día 7 de octubre amaneció despejado y soleado y yo estaba totalmente recuperada (o eso creía, porque días más tarde me diagnosticaron varicela). Desayunamos frente el mar y sobre la arena blanca de nuestro hotel Cocoplum: huevos pericos, arepas, tostadas francesas, pancakes, jugo de maracuya y chocolate. Hicimos algunas fotos para dar testimonio del lugar y el momento. Mientras desayunábamos llegó nuestro carrito de golf. En la isla es un medio de transporte típico. Nos preparamos y salimos rumbo a conocer San Andrés.
La isla tiene una carretera que la bordea por completo. Así que nos subimos en nuestro carrito y entre risas y a 20 km/hora empezamos nuestra excursión.

La primera parada fue el Hoyo Soplador: una agujero natural hecho en la roca que en determinadas épocas del año expulsa aire y agua a presión. Parece que esta época no es la adecuada y aquello no soplaba ni nada. Teníamos muchas expectativas por lo que fue un poco decepcionante. Eso si, aprovechamos para pasear por las tiendas de souvenirs que hay alrededor y para tomar un coco fresa. 

La segunda parada fue la Laguna, un lago de agua dulce que junto con una cuarentena de pozos más abastece la isla de agua dulce. En la Laguna habitan cocodrilos pequeños que comen perros, y toda clase de animales; garzas, patos y unas hormigas enanas rojas que muerden como unas condenadas.

















Pasamos por la Cueva de Morgan, el famoso pirata que enterró aquí sus tesoros pero que nunca nadie ha encontrado. La cueva está llena de agua y no se puede entrar.

Visitamos la primera iglesia Bautista, construida en 1947. El domingo celebraban el día de los niños. Padres e hijos se abrazaban y los padres daban las enseñanzas a sus pequeños. Todos estaban muy emocionados. Un amable señor se acercó, nos dio la bienvenida y nos explicó lo que estaba pasando. Me llamo la atención que se visten de blanco puro y que ese color, sobre sus oscuras pieles, brilla de forma especial. 
La comida la hicimos en Miss Celia, un restaurante de comida raizal típica en San Andrés. Yo pedí el plato típico que es rondón y Pepe un plato con cangrejo, langosta, caracol de mar, arroz y pescado. Estaba riquísimo. Mi rondón fue una decepción. Había leído que era un plato de pescado en salsa de coco y que había un plato similar en España. Me imaginé una zarzuela o un suquet, pero nada de eso. El plato era en una salsa blanca de coco, con pescado, caracol, patata, yuca, plátano y cola de  cerdo. Muy poco sabroso, no me gustó. 
Lo que si fue genial, fue la inesperada sorpresa de Pepe, regalándome una esmeralda preciosa a la que tengo que diseñar el anillo o colgante para ensartarla. Ah! y el pastel de cumpleaños con velita para soplar. Gràcies Muxi.
Por la tarde fuimos a West View, una zona de mar de aguas tranquilas donde hacer snorkel, saltar desde el trampolín y tirarte por un tobogán. Dudamos en como bañar a Clara, porque la zona era profunda. Así que alquilamos un mini chaleco salvavidas para ella, se lo pusimos y nos sumergimos en las cristalinas aguas del caribe. Clara feliz y graciosa con semejante atuendo (lo siento, nos quedamos sin batería en la cámara y no pudimos inmortalizar el momento). Nadando no se veía nada especial, pero simplemente poniéndote la máscara de buceo, habían cientos de peces alrededor. ¡Casi se podían tocar¡ En la entrada daban pan y al darles comida todavía aparecían mas y mas. Era maravilloso ver los peces de colores, con cola amarilla, aletas azules, escamas verdes,... tan cerca. 

Pepe descubrió un Neptuno de tamaño gigante cerca de allí. Que impresionante ver al señor del fondo de los mares con su corona y tridente custodiando la zona. 

Después de varios saltos desde la plataforma flotante y un salto "torpedo" desde el trampolín, nos fuimos al hotel. Nos preparamos para la cena y espectáculo de música y bailes típicos. Cuatro hombres con una mandíbula de tiburón, un cubo de lavar la ropa boca abajo con un palo y una cuerda, una guitarra y unas maracas, nos deleitaron con la música típica y luego hubo baile y como no, nos sacaron a bailar.

El día terminó con un paseo a orillas del Caribe en esta isla a la altura de Nicaragua. Nos visitó una estrella fugaz a la que pedí una vez más mis deseos para este nuevo año que empieza para mí.

Gracias Pepe y Clara por se quienes sois y formar parte de mi familia. Gracias mama y papa por traerme a este mundo. Gracias tetorro por ser mi compañero de sangre. Gracias a los que os acordasteis y gracias a los que no, pero sois parte de mi vida. A todos, os quiero.

sábado, 6 de octubre de 2012

OTRAS FOTOS DE SAN ANDRES


LA PISCINITA








JOHNNY CAY





ISLA LANGOSTA




COCOPLUM  HOTEL