sábado, 19 de enero de 2013

CARCASSONNE

De vuelta de nuestra semana culinaria en Saint Gaudens, decidimos hacer una parada en Carcassonne. Me habían hablado muy bien de esa ciudad amurallada y no quisimos perdernos la oportunidad de pasar una noche allí. Más aún cuando nuestra ruta de regreso a casa, pasaba por delante. Así que reservamos un hotelito situado a 200 metros de la muralla.

Llegamos a media mañana, con la inestimable ayuda del Tom Tom, pasamos por el hotel y nos fuimos directas a “La Cité”. Rodeada por robustas murallas, esta parte de la ciudad es un laberinto de callejuelas adoquinadas y paredes de piedra. El día era muy frío y lloviznaba, pero eso no hacía sino aumentar el encanto de estar como en un cuento de hadas, con castillo, princesas y caballeros.

Ayudó que era viernes y no había casi turistas. Comimos en un restaurante típico, aunque no probamos la especialidad de la ciudad que es “Le Cassoulet”: cazuela hecha a base de pato, cerdo, cebolla, zanahoria, puerro, ajo, especies, hierbas aromáticas y judías. La historia cuenta que este plato nació durante la Guerra de los 100 Años, cuando los habitantes de Castelnaudary (de donde es originario el plato), juntaron todas las reservas de comida disponibles y prepararon este nutritivo plato con judías y carnes varias para dar fuerza a los defensores. De esta manera reforzados, los Chauriens (habitantes de Castelnaudary), vencieron a los enemigos.  
Para los que os interesa la historia, os cuento que Carcassonne fue construida sobre las ruinas de una fortaleza romana. “La Cité” de Carcassonne fue en el siglo XIII escenario del combate llevado a cabo por Simon de Montfort contra los herejes, protegidos por Raymond Trencavel, vizconde de Carcassonne. Tras de la destrucción durante los combates del pueblo situado alrededor de “La Cité”, San Luis ordenó que los habitantes del pueblo fueran realojados en la ribera izquierda del río Aude, dentro de una ciudad fortificada.  En 1355, el Príncipe Negro incendió gran parte de la misma. La ciudad fortificada de San Luis se convirtió en una ciudad de industrias textiles. En el siglo XIX la vida cultural era muy rica y la ciudad gana en prosperidad gracias a la agricultura vitícola. Hoy, Carcassonne tiene renombre mundial.

Nada mejor para situaros, que ver estas fotos. 





lunes, 14 de enero de 2013

CUISINE ET SANTÉ

Aunque el blog empezó siendo un blog de viajes y aventuras, poco a poco se va convirtiendo en una especie de diario y todos los que lo leéis, en mis confidentes.

En este artículo os quiero explicar mi visita a Cuisine et Santé, una escuela-hotel de macrobiótica en el sur de Francia, en concreto en Saint Gaudens. La primera vez que oí hablar de este lugar fue en mi primer curso de macrobiótica que hice en el Restaurante Miquetes Mágiques de Barcelona. Al acabar el curso de 1 mes, me quedé con ganas de aprender más y la profesora me recomendó este lugar. Desde entonces, ahora ya hace 3 años, había oído hablar de este sitio a diferentes personas, pero no ha sido hasta este enero que he podido ir.

Desde Bogotá y antes de llegar a España por Navidades, empecé a planear el viaje. Una vez en España hice la reserva a través de su página web, convencí a mi fiel amiga Merche para que me acompañara para echarme una mano con Clara y me puse manos a la obra. El viaje era largo, unas 5 horas y la previsión del tiempo nada alentadora: lluvías, nieve y mucho frío. Así que preparé el coche, hice una puesta a punto y el lunes 14 de enero a las 08.00h de la mañana teníamos el coche listo cargado con maletas repletas de polares, calcetines gordos, guantes, bufandas,..., juguetes para Clara, víveres para el camino y cadenas para la nieve.
Pusimos en el Tom Tom: Saint Gaudens y aunque no le hice caso más de la mitad del camino, lo cierto es que fue un viaje ameno y entretenido. Las 5 horas pasaron rápido y solo hicimos una mini parada para repostar y para que mi copiloto pudiera fumarse un cigarro rápidamente en una área de servicio en la Junquera, con un frío polar. El recorrido fue por la AP7 dirección Gerona, La Junquera, Perpignan, Narbonne, Toulousse y finamente Saint Gaudens.
Sobre las 14.00h de la tarde estábamos allí.  Aunque por el camino habíamos comido unas deliciosas croquetas de bacalao, especialidad de mi madre, al llegar, Mariadel nos recibió muy amablemente y nos sirvió comida calentita que nos recuperó de la quilometrada. Esperamos a que Briac llegara y nos acompañara a nuestra habitación. Cada habitación tiene un nombre y el de la nuestra era Algues, o sea algas en español. Una pista de que quizá nos faltan minerales. La habitación era enorme y estaba fría como un congelador. El baño era tipo cabina y estaba adaptado para minusválidos. Encendimos la calefacción, deshicimos las maletas y en menos de 1 hora estábamos instaladas y preparadas para nuestra estancia de 5 días. Yo estaba ansiosa por ponerme el delantal y empezar a cocinar.

La agenda diaria era la siguiente: de 07.00 a 09.15h desayuno, de 09.30h a 10.30h charla matinal, de 10.30h a 12.30h clase de cocina o animación culinaria como la llamaban allí, a las 12.30h comida, de 17.30h a 19.30h animación culinaria, a las 19.30h cena y a las 21.30h charla nocturna. De manera que en las animaciones culinarias, cocinábamos nuestra propia comida y cena. Y teníamos dos horas de teoria diarias.  La idea es que la cocina esté totalmente integrada en el día a día de los que están allí alojados. La participación en los talleres es libre, es decir, puedes asistir o no y comer lo que han cocinado los demás bajo la supervición de Daniel, un belga que ha seguido los pasos del difunto René Levy, el fundador, y Lourdes, una española que es la mano derecha de Daniel.
En Cuisine et Santé se aprende la macrobiótica más pura y ortodoxa, basada en el equilibrio entre el Yin y el Yang. Dos energías presentes en el universo, que son contrarias y complementarias a la vez: la noche y el día, el frío y el calor, arriba y abajo,... Eso se aplica en la cocina teniendo en cuenta la energía de cada alimento. Por la cocción y condimentos puedes modificar los efectos que los alimentos tienen en tí.
En esta lugar no se han dejado llevar por modas ni nuevos productos del mercado. Se cocina básicamente cereal: arroz integral, mijo y trigo sarraceno; legumbres; verduras ecológicas y un día a la semana pescado (a nosotras no nos tocó), algas y postres a base de frutas, frutos secos, sémolas,... Me sorprendió. Esperaba una cocina más creativa y sensorial y de eso nada, era una cocina casi monacal, muy sencilla y a decir verdad muy sosa. El primer desayuno fue decepcionante: crema de arroz, hecha a base de harina de arroz recien molida, con una chorrito de tamari. Yo estoy habituada a desayunar cremas de cereales, pero le añado compota, tahín, frutos secos,... para que sea sabrosa y apetecible. Pero nada de eso, un plato de gachas como decía Merche. Lo mismo nos pasaba con las comidas, nos parecían aburridas. Y para más inri por las noches dormíamos mal. Bueno eso fueron los dos primeros días. Estaba algo decepcionada, pero había que esperar, lo mejor estaba por llegar. De repente el tercer día amanecí radiante y llena de energía. La crema de arroz insustancial, me supo a gloria y empecé a encontrarle un sabor delicioso a las verduras y cereales. Fue un redescubrir una cocina sencilla, pero que sentaba fenomenal y te mantenía la energía constante durante todo el día, de buen humor y con ganas de cocinar.
También aprendía reciclar comida y cocinar al día siguiente con restos del día anterior. No se tiraba nada. De un guiso de garganzos, cenamos sopa de garbanzos por la noche añadiendo agua y al dia siguiente pastel de garbanzos añadiendo harina y cocinado al horno. Lo mismo, pero completamente diferente a la vez. Una buena manera para ahorrar tiempo en la cocina para personas con prisas. A mi me gusta cocinar al día, sobretodo las verduras, considero que con los días se desvitalizan, pero es un apunte a tener en cuenta para los días de apuro.

Lo más maravilloso era ver como personas con problemas de salud graves, mejoraban día a día. La entrañable Rossi, una italiana con problemas de movimientos involuntarios fue un buen ejemplo. Se movía sin querer, las manos, las piernas, la cabeza, el cuerpo, incluso al principio no era capaz de cortar con un cuchillo porque podía hacerse daño ella misma. En menos de 10 días era otra persona. Yo en los 5 días que estuve allí la veía cada vez mejor y mejor. Había otro francés que casi no se tenía de pie y día a día lo veías con más energía, más fuerza y mejor color. Hay muchos testimonios de gente con cáncer, derrames cerebrales, problemas de corazón sin esperanzas,... personas vivas que dan testimonio que sosa o no, esta cocina es curativa.
Me sorprendió, y aunque no era lo que esperaba, me llevé un buen concepto de Daniel y su equipo. También ayudó que éramos unas 12 personas y eso no es nada, teniendo en cuenta que en verano, que es temporada alta pueden haber hasta 80 personas. Nosotros éramos mayoría mujeres, catalanas, vascas, francesas e italianas. Nos entendíamos bien y en último día nos pedían que no nos marcháramos.
El entorno que rodea el hotel es muy bonito, tiene un amplio jardín, zona de lectura y juegos, árboles centenarios, lagos cercanos y el pueblecito de Saint Gaudens, pequeñito pero lleno de vida y con un mercadillo los jueves por la mañana que mereció la pena visitar. A nosotras no nos acompañó el tiempo, pero pudimos disfrutar de la enorme cocina y del calor de la chimenea que todo el día chisporroteaba. Siempre había una taza de te bancha o de miso preparada y en cualquier momento podías sentarte frente al fuego a relajarte y dejar pasar el tiempo. Clara hacía las delicias por la cocina, cogiendo mazos, espátulas, cucharas,... Lo cierto es que se adaptó perfectamente al lugar y la comida.
Me pareció un buen lugar para ir a descansar y hacer una cura de salud, y sobretodo una alternativa a las medicinas, en caso de problemas serios. ¿Porque no tratar de curarnos a través de la alimentación? ¿Somos lo que comemos? ¿Somos lo que digerimos? Intentemos poner conciencia en que desde la cocina de nuestras casas podemos nutrir nuestro cuerpo y nuestra alma y el de nuestras famílias. Cocinar con cereales integrales ecológicos, verduras y frutas de cualidad y ecológicas, legumbres ricas en proteínas, eliminar malos hábitos como café y bebidas estimulantes. Reducir azúcares, harinas, grasas. Desterrar la creencia que comer ecológico es caro. ¿Y todo lo que dejas de comprar en la farmacia? ¿Y todos aquellos productos perjudiciales que dejarás de comprar?

El secreto está en organizarse, formar parte de una cooperativa, plantar un huerto, relacionarte con gente que lo tenga, implicarse en una mejor alimentación para tener mejor calidad de vida.