domingo, 14 de marzo de 2010

VIPASSANA MEDITATION COURSE

Un viaje tan largo aporta todo tipo de experiencias que quedan grabadas en la conciencia para el resto de la vida. Yo he pasado por todo tipo de experiencias algunas de las cuales han estado relatadas en este blog y otras solo quedan en la memoria, pero con una rápida valoración las recuerdo todas muy positivas. La última de este viaje ha sido participar en un curso de Meditación Vipassana y creo que es lo mejor que hubiera podido hacer antes de volver a España donde nos espera reemprender nuestra vida allí, eso sí aplicando los conocimientos que nos ha aportado este maravilloso período de nuestra vida.

Yo no conocía absolutamente nada de esta técnica de meditación antes de empezar este viaje, pero durante el viaje encontré a dos personas que me hablaron de ella. Una de ella la iba a hacer, pero no tenía ninguna experiencia en ella y la otra había participado seis veces en un curso de este tipo, pero ninguna de ellas me supo transmitir en qué consistía. Aún así había algo en mi interior que me impulsaba a conocerla y Nueva Zelanda me ha brindado esa oportunidad.

Ya he publicado un artículo donde explicaba una experiencia descafeinada que habíamos tenido sobre Vipassana en Laos, pero en aquel momento no era capaz de transmitir en qué consiste realmente. Así que lo voy a intentar ahora. ¿Qué es Vipassana? Es una técnica de meditación para calmar la mente y traer paz y armonía a nuestra vida. Vipassana significa “ver la realidad tal y como es” a través de la purificación de los procesos mentales. Cuando estos procesos no están equilibrados podemos sentir agitación, estrés, miedo, enfado, frustración e incluso algunas veces pueden desembocar en enfermedades como depresión u otras enfermedades psicosomáticas. Así que nos sentimos desdichados y, consciente o inconscientemente, hacemos desdichados a todos los que nos rodean. Pero si podemos alcanzar el estado de equilibrio y ecuanimidad mental nos sentimos en felices y paz con nosotros mismos y con el resto del mundo, y esto también se lo transmitimos a los seres que nos rodean.

Vipassana nos enseña a “observar la realidad tal y como es” en nosotros mismos a través de un proceso de introspección objetiva de las sensaciones corporales. En la entrada del templo de Delphos hay una famosa inscripción que reza “conócete a ti mismo” y es que la única forma de observar la realidad objetivamente es limpiando nuestro prisma mental a través del cual experimentamos la realidad evitando que nuestras impurezas adquiridas distorsionen la realidad al pasar por el prisma. Estas impurezas adquiridas son conocidas como los patrones de comportamiento de la mente que ante los estímulos i/o objetos externos reaccionan de una forma preconcebida.

Según esta disciplina la mente funciona mediante cuatro procesos básicos de percepción, reconocimiento, evaluación y reacción simplificando a dos patrones básicos de comportamiento de aversión y apego. Por ejemplo, alguien nos grita la palabra “imbécil” entonces nuestro sentido del oído percibe unos sonidos, luego reconocemos la palabra en nuestro vocabulario y pasamos a evaluar si la palabra. Si no nos gusta reaccionamos con el patrón de comportamiento de aversión y nos sentimos enojados propinándole otro insulto a esa persona. Si por el contrario nos gusta (ej. un piropo), reaccionamos en el patrón de comportamiento del apego y nos sentimos contentos contestando con palabras de agradecimiento. Pero, según esta disciplina, ambos comportamientos nos llevan a la desdicha permanente. El primero porque nos pasamos la mitad vida evitando los objetos externos que nos provocan aversión y el segundo porque estamos la otra mitad buscando los objetos externos que nos provocan apego. El único punto donde se pueden cambiar estos patrones de comportamiento es el proceso de reacción. Esta disciplina propone la observación imparcial y ecuánime de la realidad sin reaccionar. Así tanto en el primer caso como en el segundo ambos desembocarían en el mismo estado mental de equilibrio y paz, sin agitación ni euforia. Como he comentado anteriormente, Vipassana es la técnica que enseña a conseguir este estado de pureza mental a través de la observación objetiva de las sensaciones del cuerpo que es donde sentimos si los objetos externos nos gustan o nos disgustan.

Para conocer la técnica Vipassana es necesario asistir a un curso residencial de diez días con algunas particularidades especiales algunas de las cuales pueden llevar a muchos a renunciar el conocer esta técnica. Las particularidades más significativas son que se debe evitar cualquier contacto con el exterior, nos se permiten elementos distractores como la lectura o la escritura, se separan hombres y mujeres, se observa un estricto silencio excepto para consultar con el profesor las dudas y se sigue un estricto y exhaustivo horario. Todo ello no tiene ningún propósito mortuorio sino conseguir que la mente se calme y focalizar toda su energía en el conocimiento de la técnica en sí. Para ello, los primeros tres días se focalizan en la observación del proceso de la respiración y a partir del cuarto día es cuando se imparten las instrucciones del Vipassana. A partir de este momento es cuando empiezas a observar las sensaciones corporales, cómo las diferentes sensaciones están asociadas a las reacciones de aversión y apego, y lo más importante de todo, cómo todas ellas tienen la misma característica de surgir y desaparecer. A través de este proceso de observación imparcial y ecuánime, la mente empieza a desarrollar un estado de equilibrio al descubrir por sí misma que no tiene sentido reaccionar ante aquello tan efímero e imperecedero.

Bueno, hasta ahora he intentado exponer la técnica del Vipassana y los conceptos que maneja lo más objetivamente posible sin mezclarla con la experiencia personal. Pero tengo que reconocer que la experiencia ha sido única e irrepetible siendo la guinda final a este viaje de nueve meses, y los diez días de curso, en sí mismos, han sido como un viaje donde hay momentos muy buenos, y momentos en que lo darías todo por volver atrás. Para mí lo más sencillo ha sido mantener el Silencio Noble que significa no hablar con el resto de compañeros y, al mismo tiempo, no hablar contigo mismo. O sea, intentar parar el dialogo interior de la mente que no deja en paz día y noche. Llevamos toda la vida que desde que nos dan la palmada en el culo al salir del vientre materno no paramos de hablar y hablar… desde que te levantas por la mañana hasta que te acuestas por noche con tu pareja, con los compañeros de trabajo, con tus padres, con tus amigos,… bla, bla, bla… y cuando no hay nadie con quien hablar, pues empezamos a hablar con nosotros mismos,… que si iré aquí, que si éste me dijo esto, que si tengo que hacer esto o aquello,… constantemente estamos hablando. Así que si durante diez días de tu vida no hablas con nadie yo incluso lo he agradecido. Es más, todo el mundo era de habla inglesa así que dejar de estrujarme el celebro para hablar en inglés también ha sido un alivio para mí. Aunque os tengo que confesar que el dialogo interno no se ha parado por completo, si que se ha calmado en gran medida al no tener objetos externos que lo alimenten. Además ha sido curioso ver como parecíamos almas errantes sin rostro, la gente iba y venía llevando todos la cabeza agachada y la mirada perdida como estuviéramos buscando sentido a la pregunta “¿Quiénes somos?” o como si solo estuviéramos contados los pasos al andar, no importaba. Lo bueno es que no tenías que andar con los típicos formalismos de “Buenos días, Buenas tardes, ¿Qué tal?...” ni poniendo tu mejor sonrisa a cada momento. Sólo ibas hacías tus cosas evitando molestar o tropezar con los demás en la medida de lo posible.

Otra de las cosas que me ha resultado sencilla ha sido acostumbrar el cuerpo a la comida vegetariana y ligera que se servía, y es que el esfuerzo físico realizado no requería de un aporte energético muy consistente, aunque sí muy nutritivo. Solo se servía desayuno y comida, tomando un té y fruta por la tarde como cena, si se le puede llamar así. Lo mejor eran las comidas donde era el único momento del día que disfrutabas de uno de los placeres corporales, y es que la comida era riquísima.

Incluso el horario que inicialmente me parecía muy duro, he terminado por acostumbrarme a él e incluso gustarme. Un día normal empieza a las 4:00 de la madrugada con el sonido de una campana que te arranca de los brazos de morfeo y tienes media hora para él aseo personal matutino. Luego hay dos horas de meditación antes de poder desayunar y descanso hasta las 8:00. Luego hay tres horas más de meditación antes de la comida de las 11:00 (para  mí el mejor momento del día) y puedes descansar hasta la 13:00. A partir de ahí empieza uno de los momentos más duros del día con 4 horas de meditación seguidos aunque puedes hacer alguna pausa para estirar las piernas. A las 17:00 se sirve un té y frutas siendo la última comida del día. A las 18:00 vuelta a meditar durante una hora antes de escuchar el discurso del Maestro S.N. Goenka donde se explica un poco de la teoría que he expuesto anteriormente y también se da contexto a las experiencias del día. Y es que en esta enseñanza, teoría y práctica van de la mano. Los discursos están grabados y son siempre los mismos para todos cursos en todas partes del mundo. Para terminar, a les 20:30 hay la última meditación del día de 45 minutos. Esta última meditación siempre me resultaba ser muy relajante y reconfortante, no sé si por el esfuerzo de todo el día, si por la hora o si porque el cuerpo veía cerca el librarse de la tortura de estar horas y horas sentados en la misma posición. Así que sobre las 21:30 me iba a la cama. Como podéis ver, el horario se las trae y estas la mayor parte del día ocupado. Durante los momentos de descanso, podías ir a pasear por los magníficos parajes que rodeaban al centro que estaba en plena naturaleza, aunque tampoco podías ir muy lejos. Yo cogí por costumbre acostarme en cada momento de descanso, así que lo días pasaban entre meditando y durmiendo, excepto para comer.

La parte más dura del curso ha sido, sin duda, las once horas de meditación diarias donde debes sentarte en una posición con las piernas cruzadas y la espalda recta. También se permite estar sentado sobre las propias rodillas. Tengo que confesar que yo las he probado todas y después de tantas horas de meditación, no importa que postura tomes o cuantos cojines pongas debajo del culo, siempre termina doliendo alguna parte del cuerpo. Aunque la parte más común es las rodillas. Además, durante las horas de meditación puedes cambiar de postura o, incluso tomar descansos de 5 minutos para estirar las piernas o la espalda. Pero había 3 momentos al día de máxima determinación donde durante una hora seguida debía meditar sin cambiar de postura ni mover las manos. Los primeros 30 minutos son muy llevaderos, hasta el minuto 45 haces lo que puedes pero los últimos 15 minutos se hacen eternos, cada minuto parece que sea una hora. Recuerdo que en estos últimos momentos, las rodillas las tenía completamente entumecidas, sentía un dolor punzante en la espalda y poco a poco, el dolor y un calor salido de las profundidades del infierno se me extendían por todo el cuerpo. Y en ese momento, es cuando más tienes que aplicar la técnica de observar las sensaciones del cuerpo de una forma ecuánime y equilibrada observando que todas esas sensaciones tienen la misma característica de surgir y desaparecer, para volver a surgir y desaparecer. Y es en estos momentos, cuando estás trabajando para cambiar patrón de conducta de aversión, ya que cuando la mente siente una sensación que no le gusta, quiere escapar de ella lo antes posible. Así que muchas veces podía observar pensando “me duele mucho, seguro que me estaré lesionando, esto no tienen sentido, vámonos ya de aquí” y era en esos momentos cuando más dolor sentía. Ahí fue cuando experimente por mi mismo cómo interactúan la estructura corporal y la mente, como una es alimentada por la otra. Como siempre estamos siempre reaccionando para evitar una situación que no nos gusto, y esto al mismo tiempo nos impide ver la realidad tal y como es. Así que cuando observaba el dolor de una forma objetiva, el 80% del dolor desaparecía transformándose sólo en una sensación corporal de calor mezclada con micropunzadas agudas y electrizantes que se extienden por toda la zona donde está focalizada el dolor. Esto incluso lo pude observar en una antigua lesión que tengo en el tobillo izquierdo por la cual cuando estoy en posición de meditación mucho tiempo se termina dislocando un poco y siento un dolor horrible. Y pude observar como en el cuerpo se halla asociado los acontecimientos aversivos que se produjeron en el momento de la lesión. Muy, muy, muy interesante.

Pero no todo ha sido “sangre, sudor y lágrimas”, también ha habido muy buenos momentos durante la meditación. A partir del quinto y sexto día el cuerpo se acostumbra a estar en esta postura de meditación durante largo tiempo, e incluso he llegado a estar más de dos horas sentado sin moverme. En algunas de estas meditaciones más larga he llegado a sentir como todo el cuerpo era una masa de partículas vibrantes que se movía de una forma oscilante, incluso casi que llegas a no percibir partes concretas del cuerpo, solo estas sensaciones vibrantes. Bueno, la verdad es que es difícil de explicar con palabras. Recuerdo un día que después de la meditación empecé a hacer estiramientos para desentumecer los músculos y me di cuenta que no estaban agarrotados, es más todo el cuerpo había ganado una flexibilidad increíble. Pero en ese momento, es cuando empiezas a trabajar el patrón del apego observando con la mente ecuánime y siendo consciente que todo surge y desaparece, surge y desaparece….

Al décimo día se levanta el silencio y puedes compartir la experiencia con el resto de tus compañeros. De repente, aquellas personas que no tenían cara ni nombre empiezan a tenerlo y te das cuenta como la experiencia ha sido muy diferente para todos, pero que en los puntos importantes de técnica todos más o menos coincidimos. Y es que esta técnica es universal y sirve para todo el mundo independiente de su raza, religión, estatus social, sexo y edad.

Si hay está interesado en conocer la técnica y probar esta experiencia no hace falta venir hasta la otra punta del mundo. Por suerte, es una técnica cuyas raíces están hundidas en las enseñanzas que Buddha trajo a esta tierra hace más de 2500 años, pero que hoy en día se encuentran diseminadas por todo el mundo, incluso en España. Podéis encontrar toda la información en Dhamma.

Como comentaba al principio, es la experiencia que colma nuestro viaje. Pero el viaje personal no se termina ahí, sino que continúa toda la vida donde a cada momento tienes la oportunidad de conocerte mejor a ti mismo, aplicando los conocimientos y sabiduría adquirida en el camino recorrido.

BHAVATU SABA MANGALAM.

SADHU, SADHU, SADHU.

martes, 2 de marzo de 2010

UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Nueva Zelanda no es un país para explicar, no es un país para que te lo cuenten, no es un país para verlo en  un documental ...

Nueva Zelanda es un país para vivirlo, para sentirlo, emocionarte, excitarte, relajarte y llevarte una agradable sensacion que todavían quedan lugares en la Tierra como este.

Aquí os mostramos sólo algunas instantáneas que nos ha brindado este magnifico país.


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Si te has quedado con ganas de más

KIA ORA NEW ZEALAND!!!!!!

lunes, 15 de febrero de 2010

SOBREVOLANDO GLACIARES

Una de las mejores maneras de apreciar la belleza de un glaciar es sobrevolarlo. Hoy hemos llegado a Fox Glacier y hemos ido a la oficina de turismo donde te ofrecen varias opciones para volar sobre el glaciar, todas ellas en helicóptero. Así que a las 11.00h estábamos listos para coger nuestro vuelo. Nunca habíamos subido a un helicóptero y teníamos muy buenas expectativas. Nos han llevado en furgoneta hasta el helipuerto y hemos tenido que esperar un rato hasta que aterrizara el anterior grupo de turistas. El helicóptero se ha ido acercando y cada vez había más ruído y mas aire. Algunas gorras han volado y es que las aspas del helicóptero mueven una gran cantidad de aire. Cuando han bajado los turistas todos lucían una gran sonrisa y no paraban de decirnos: "¡Os va a encantar!". La cosa prometía.

El helicóptero tiene espacio para 7 personas incluyendo el piloto: 3 asientos delante y 4 asientos detrás. Tras un breve briefing de lo que hay que hacer y lo que no ha llegado el momento de subirnos. El piloto nos ha hecho subir a Pepe y a mí delante y al resto de pasajeros detrás. Nos han colocado unos cascos sobre las orejas y nos ha preguntado si estábamos listos. ¡Por supuesto!. Las hélices han empezado a girar con más y más fuerza y poco a poco el aparato ha ido elevándose del suelo. Parecía tan ligero,... Enseguida hemos estado a una altura considerable. El suelo tiene partes transparentes y eso te permite ver claramente lo que hay bajo tus pies. La primera parte del trayecto hemos sobrevolado alfombras de bosque verde y poco a poco nos hemos ido acercando al hielo. La parte superior hace una forma similar a un pastel de merengue, tan blanco y espumoso.
No podíamos borrar la sonrisa de nuestra boca. Hemos estado largo rato sobrevolando el primero de los glaciares: Fox Glacier. Después hemos ascendido la montaña cada vez más y más alto y de repente la montaña se ha terminado y hemos tenido frente nuestros ojos el Franz Josef Glacier y tras él los majestuosos Mt. Tasman y Mt. Cook. Todos hemos hecho un "oohh" por la maravilla que teníamos frente a nuestros ojos. El día nos ha acompañado y bajo un cielo azul y un sol alegre teníamos todo un mar de hielo.

El momento culminante ha sido cuando hemos aterrizado sobre el glaciar. Hemos andado sobre él, nos hemos hecho fotos y ha habido tiempo para hacer una pequeña guerra de nieve. Encontrarte tan arriba, sobre el hielo y casi tocando el cielo.
Para el viaje de vuelta, nos hemos puesto en los asientos traseros. Hemos pasado cerca de una cascada cuya agua parecía evaporarse en una nube de vapor. Ha habido un momento en el que hemos descendido tan rápido que a todos nos ha dado un vuelco el estómago. Ha sido una sensación similar a la que te provoca la primera bajada del "Dragon Khan" en Port Aventura.

El helicóptero es ligero, al menos su estructura lo parece y eso te hace apreciar mucho más la sensación de volar, de deslizarte por el aire, de surcar el cielo. Nos ha encantado. Al aterrizar de nuevo, el aire movido por las hélices han curvado los árboles y las hierbas e incluso nos ha venido a dar la bienvenida a tierra un perro aviador.

sábado, 6 de febrero de 2010

VIAJAR EN WICKED

Cuando pensaba en el tipo de viaje que haríamos en Nueva Zelanda, me atraía mucho la independencia de ir con tu propio coche y la casa a cuestas, pero tenía alguna duda de si me cansaría vivir en un espacio tan pequeño durante 1 mes, haciendo encaje de bolillos para guardar la ropa, encontrarla, cocina,... Nada más lejos de la realidad. Ha sido fantástico.

El día empezaba en cualquier lugar precioso donde habíamos pasado la noche anterior. Nuestra predilección era cerca de algún riachuelo o lago para poder empezar la jornada con una ducha matinal de agua natural y casi siempre congelada. Los dos primeros días así ha sido. El agua natural que fluye de ríos o se acumular en lagos, no está tratada ni canalizada. Es agua llena de energía y pureza que te activa el cuerpo y te llena de vitalidad. Recuerdo nuestro primer baño en las aguas turquesas del lago Tekapo. Pepe y yo con la cabeza enjabonada riéndonos de la situación, con el jabón flotando sobre al agua mientras la corriente se lo llevaba y teníamos que nadar tras de él.

El segundo baño en un riachuelo de aguas de deshielo del Tasman Glacier tampoco tuvo desperdicio. Después de una caminata de 2 horas, nos sentamos en medio de un pequeño río de aguas gélidas y cristalinas. No podíamos sumergirnos ya que el río no era profundo, así que usamos nuestra ensaladera para echarnos el agua por encima. Acabamos haciendo una guerra de agua bajo la mirada divertida de algunas personas que acabaron por poner los pies en remojo.

Otras noches especiales han sido en playas desiertas, en medio del Abel Tasman National Park, en campings de montaña a los pies de glaciares, frente al Blue Lake y alguna vez también cerca de alguna carretera, claro.
Cuando la luz del día nos despertaba, abríamos nuestra ventana con vistas al cielo. Genial para dejar entrar la luz del sol sobre nuestro saco de dormir por la mañana y para dejarnos bañar por la luz de la luna y las estrellas por la noche. Tras desperezarnos, asearnos y arreglar nuestra casita, llegaba el momento del desayuno: zumo y porridge de avena con leche de soja y fruta. Tras esto decidíamos la ruta del día y poníamos rumbo a uno de las numerosas maravillas que tiene Nueva Zelanda.
Pasar por la gasolinera era obligado, casi cada día. Hemos hecho más de 3.000 kilómetros y la campervan chupaba como una esponja. Poníamos unos 40 euros diarios.
Las comidas y cenas también las preparábamos en el coche. Me he sorprendido de ver que puedes cocinar deliciosas y saludables comidas con un hornillo de algo más de medio palmo x medio palmo, una sarten y un cazo. Entre nuestros menús favoritos estaban: mejillones neozelandeses al vapor (tienen la concha verde y están sabrosísimos), guacamole, pasta a la boloñesa, pollo a la pimienta de Sichuan, lenguado, solomillo con pimientos, pescado con salsa de leche de coco, tofu con maiz y pipas, ensaladas,... Creo que uno de los secretos que hacía que todo estuviera delicioso era que lo cocinaba al aire libre. Luego nos sentábamos en nuestras sillas, abríamos una botella de vino australiano y nos dejábamos llevar por los sentidos. Tras la comida o cena solo quedaba lavar 4 cosas: 2 platos, 2 vasos, 2 cubiertos y una sarten o un cazo. Lejos de ser un proceso complicado e incómodo, las comidas han sido sencillas y fáciles.
Por la noche, después de cenar, llegaba el momento de preparar nuestra cama. Ésta consistía en tres colchones. Nos habíamos provisto con sábanas, mantas y almohadas. Además teníamos nuestro saco de dormir para las noches más frías. Una vez dentro de la Wicked, estábamos un buen rato leyendo bajo la luz que había dentro. Cuando nos cogía el sueño apagábamos la luz y nos dormíamos con el sonido del mar, el canto del álgún Kea y los apacibles sonidos de la noche en medio de la naturaleza.

El primer día enseguida nos dimos cuenta que entre las personas que han alqulado una Wicked hay una complicidad especial y es que si te cruzas por la carretera te saludas. Todas las maneras valen: luces, bocinazos, saludos efusivos con manos, sonrisas de oreja a oreja. Era muy divertido cruzarnos con otros "traviesos" como nosotros.

Hemos sido el centro de atención de muchas personas y es que esta campervan pasa de todo menos desapercibida. Muchas han sido las personas que se han reído al vernos pasar y nos han hecho fotos. Incluso conocí una señora que hacía colección de modelos de Wicked y le hizo un reportaje fotográfico.
El día que devolvimos la Wicked sentí pena por tener que dejar nuestra gran compañera de viaje que tan bien nos ha tratado. La llevamos a lavar por dentro y por fuera. La dejamos reluciente y a cargo de los mecánicos que la revisaran para darle su merecido descanso.
Ha sido una de las mejores experiencias de nuestro viaje por el mundo. Viajar con la casa a cuestas de hace sentir libre y ligero, dado que viajas con lo imprescindible. Eres como un nómada que planea su aventura día a día.

¡Gracias Wicked!

jueves, 4 de febrero de 2010

ALQUILAR UNA CAMPERVAN

Ya estamos en Nueva Zelanda, en Christchurch, al este de la isla sur. Este es nuestro punto de partida para empezar la ruta por el país.

Nuestra primera labor ha sido buscar un vehículo para recorrer las dos islas. El trabajo no es fácil dada la amplia oferta que tienes. La alternativa más cómoda es alquilar una autocaravana. Las hay de todo tipo pero todas van equipadas con cocina, baño, ducha, "comedor" y espacio para dormir. En algunos casos el espacio para dormir y el comedor es el mismo, solo que se transforma de noche poniendo colchones. En otros casos la autocaravana es suficientemente grande para tener espacio para ambos espacios. En ese rango están marcas como Kea Camper, Britz, Apollo, Explorer o Maui. Las primeras parecen ser las mejores, aunque claro, también más caras. Para 30 días pueden costar entre 3.500-4.500 kiwis (dólares neozelandeses).

Luego hay furgonetas que están "tuneadas" por dentro. Se ha habilitado el interior para poder poner colchones, guardar ropa y mochilas, hay una mini cocina, pero no disponen de baño. Entre estas hay Hippie Camper o las Escape. El coste oscilaba entre 3.000-3.500 kiwis.
Y en tercer lugar están una especia de mono volúmenes: las prestaciones son las mismas que las furgonetas pero el espacio es más pequeño y tienes que hacer vida fuera de ella la mayor parte del tiempo. Después de mirar precios decidimos que esta era nuestra opción.

El precio rondaba entre 2.500-3.000 kiwis. Ya hemos decidido el tipo. Ahora queda buscar entre todas las marcas que ofrecen estas campervan. Hemos estado 2 días enteros mirando y remirando en internet, llamando a las agencias y comprobando precios y disponibilidad. Las agencias nos preguntan: "¿Para cuando la queréis?" Y nosotros contestamos: "Para hoy o mañana". Silencio al otro lado del auricular,... Por tanto esta ha sido otro handicap dado que muchas agencias no tienen ningún vehículo disponible hasta dentro de una semana y no queremos esperarnos tanto tiempo en Christchurch.

De repente ha aparecido frente a nosotros una campervan llamada Wicked. Significa travieso, diabólico. Y ciertamente lo son. Son monovolúmenes para asiento para 2 personas, con un interior preparado con armarios en el suelo, para poder guardar ropa, mochilas y comida. En la parte de atrás, es decir, lo que sería el maletero, hay un mueble donde guardar los utensilios de cocina, hay una nevera de playa y una pica (¿se llama así?) con un grifo. El sistema de agua es de lo más sencillo: justo debajo hay una garrafa de 20 litros con un trozo de manguera y un grifo que bombea el agua. ¿El desagüe? Directamente al suelo.

Pero lo mejor no es el interior, sinó el exterior. Todas las campervans son distintas. Cada una está pintada de forma diferente con graphittis. Las llaves del coche no llevan la matrícula sino el motivo de la pintada.
El garage de las Wicked está en el centro de Christchurch, así que hemos cogido un autobús y hemos aparecido allí. Por lo visto no están acostumbrados a que vaya gente en persona a preguntar, sinó que todas las consultas y reservan se hacen por internet. Tras algo de confusión ha aparecido un señor encantador que nos ha dado todo tipo de detalles y al confirmar que volveríamos a buscarla mañana se ha ofrecido a venirnos a buscar al hotel ya que su hija tiene el colegio cerca.

Así que por la mañana siguiente hemos cargado nuestras cosas en su Wicked y nos ha llevado al garage. Una vez allí nos ha enseñado la campervan por dentro y nos ha dado un curso acelerado explicando todo tipo de detalles esenciales: depósito de gasolina, revisar nivel de aceite, como montar y desmontar la cama, como encender el hornillo, garrafa de agua,..

En menos de 1 hora nos hemos subido a nuestra Wicked Fung Fu. Todo el lateral del conductor va pintado con una especie de Sr. Miyagi haciendo una postura de Kung Fu. El lateral del copiloto tiene pintado un negro con un puño y la palabra KAPOW! y detrás pone algo así como: "no te acerques demasiado ya que se kárate, kung fu y algunas palabras en japonés".
Hemos cargado nuestros trastos, hemos pagado y ha empezado la gran aventura: conducir por la izquierda. En India ya habíamos conducido por la izquierda, pero íbamos con moto y allí el tráfico es caótico, por tanto no importa mucho por el carril que vas, ni si vas detrás de un coche o al lado. Pero en Nueva Zelanda hay normal y hay que cumplirlas, al menos las de tráfico. Pasados los nervios del principio y de algunas pitadas merecidas hemos parado en un hipermercado a comprar provisiones. Hemos puesto hielo en nuestra super nevera playera y hemos comprado unos cartuchos de gas para el hornillo.

Habíamos estado tan ocupados con el alquiler de la campervan que nos habíamos olvidado de trazar la ruta. Así que cuando ya estábamos del todo equipados, nos hemos mirado y hemos dicho: ¿Y ahora, hacia donde vamos? Hemos conseguido salir de Christchurch bastante airosos y es que conocimos una pareja en el aeropuerto que nos regalaron un mapa de carreteras muy completo. Tras 2 horas de viaje hemos hecho nuestra primera parada para comer: un campo verde lleno de vacas. Hemos puesto la Wicked bajo un árbol, hemos sacado la mesa y 2 sillas de cámping y hemos comido una deliciosa tortilla de patatas que preparamos ayer. Las vacas se han acercado a saludarnos y hemos hecho una siesta memorable.
La primera sensación ha sido maravillosa.

lunes, 25 de enero de 2010

WHITSUNDAY ISLAND


Uno de los destinos preferidos por los Aussies para sus vacaciones es Whitsunday Islands, un archipiélago de 74 islas e islotes. Aquí puedes disfrutar de las blancas playas bañadas por aguas tropicales, sumergirte en un mundo lleno de coral y peces de colores en La Gran Barrera de Coral, explorar los parques nacionales de sus islas más grandes, navegar con un velero, acampar en una playa desierta o regocijarte en algunos de sus lujosos resort. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos.

Como curiosidad Whitsunday significa Pentecostés en inglés, una celebración Cristiana para conmemorar el descenso del Espíritu Santo que acontece el séptimo domingo después de Pascua. La verdad es que todavía no sé porque han llamado a este archipiélago con este nombre, a no ser porque sus playas tienen unas de las arenas más blancas de todo el mundo.

Nosotros decidimos explorar este conjunto de islas a bordo de un velero que durante 3 días y 2 noches te lleva a visitar las bahías y playas más recónditas, al mismo tiempo que puedes surcar estos mares con el viento en popa a toda vela. Nuestro barco se llamaba British Defender, un velero 23 metros de eslora con un mástil de 35 metros de alto. Fue construido en el 1990 para participar en la regata Whitbread Around the World, aunque recientemente ha sido remodelado para poder albergar a 28 pasajeros y 4 personas de la tripulación.

El primer día llegamos al puerto sobre las 14:00 donde nos recogía el velero. Antes de subir al barco nos dieron algunas instrucciones básicas sobre cómo manejarnos en el barco y nos asignaron los camastros donde pasaríamos las dos noches. Mientras zarpábamos de puerto, fuimos a dejar nuestras cosas bien amarradas en la litera, ya que aquella misma tarde ya íbamos a navegar y  el capitán nos avanzó que el mar estaba un poco “agitado”. Y es que había estado lloviendo toda la mañana y la tarde no parecía que se iba a arreglar la situación. Luego subimos todos a cubierta, y es que ya habíamos salido de puerto y soplaba un viento propicio para desplegar las velas y navegar. El capitán nos hizo sentarnos a todos a babor con las piernas colgando fuera del barco. La maniobra de desplegar las velas no es sencilla. Primero se desplegó la vela de proa de forma manual hasta una cierta altura y luego tuvimos que utilizar las 3 poleas y 6 personas para izar completamente la vela. El velero se empezó a escorar a estribor al mismo tiempo que el viento empujaba la vela por babor. Luego desplegamos la vela mayor y el barco pasó a estar escorado más de 45º. Era emocionante ver como a babor nuestras piernas colgaban por fuera de la cubierta y el viento soplaba en nuestras caras, al mismo tiempo que en la proa el velero surcaba los mares abriéndose paso entre las olas. En algunos momentos parecía que íbamos a volcar completamente. Ara se que el capitán nos hizo sentarnos a todos a babor para contrarrestar con nuestro peso la fuerza del viento que nos escoraba. La hora que estuvimos navegando con las velas desplegadas fue uno de los momentos más emocionantes de nuestra travesía por las Whitsunday Islands.


Para pasar la noche nos dirigimos a la bahía Nara situada en la isla Hook que nos resguardaba del temporal que empezaba a azotar el archipiélago con agua y viento. Cuando llegamos nos prepararon unos nachos con queso y guacamole, y abrimos algunas latas de cerveza para celebrar que estábamos en tan magnífico lugar. Al mismo tiempo empezamos a conocer al resto de nuestros compañeros de viaje, había personas de Finlandia, Alemania, Suecia, Holanda, Canadá, Francia y, como no, España. Viendo que estábamos en completa minoría empezamos a practicar nuestro inglés, aunque para soltarme completamente necesité más de una copa de vino. Al final de la noche casi que había hablado con todos, aunque algunos de ellos era realmente complicado entender su acento, sobre todo los de Canadá.

Después de cenar Noemí empezó a sentirse mareada, sensación que se quitó en el resto del viaje. Y es que aunque estábamos anclados en una bahía bastante resguardada, el velero se movía como si estuviéramos en alta mar.

A la mañana siguiente algunos rayos de sol tímidamente se asomaban por entre los nubarrones, cosa que nos hacía albergar algunas esperanzas de poder disfrutar de un día soleado en la playa. No obstante, a media mañana nuestro capitán nos reunió para informarnos que le habían comunicado que había un ciclón en alta mar y que se esperaban rachas de vientos importantes y una mar bastante marejada. Todo esto nos obligaba a modificar nuestra ruta prevista y buscar algún lugar de resguardo entre las innumerables bahías que pueblan la Whitsunday Islands, impidiéndonos visitar la Whitehaven Beach. Acto seguido nuestro capitán dijo: “Bueno, esto es lo que nos recomiendan, pero lo que haremos es navegar cerca de la costa sin desplegar la velas e iremos a visitar la Whitehaven Beach igualmente”. Luego nos dimos cuenta que nuestro capitán estaba un poco “loco”, pero sabía lo que se hacía perfectamente.

Así que nos dirigimos al Tongue Bay situada en la costa nortoeste de la Whitsunday Island, la isla más grande de todas y donde se encuentra la Whitehaven Beach. Una vez allí, anclamos el barco y desembarcamos a la isla con la lancha motora que llevamos arrastrando. Por cierto, a que no sabéis quien fue la primera en desembarcar a tierra? Pues sí, fue Noemí y es que cuando  nos dijo el capitán que íbamos a hacer una pequeña excursión por la isla, a Noemí le cambió el color de la cara de blanco nuclear a amarrillo pálido viendo que se acercaba el momento de poner los pies en una superficie estable.

La excursión por tierra consistió en recorrer un pequeño sendero para llegar a un punto donde se tienen unas excelentes vistas panorámicas de las verdes islas, las blancas playas y las aguas turquesas. Y es que tuvimos mucha suerte al tener algunos momentos durante el día cuando el sol se asomaba por entre la nubes y convertía los colores grisáceos del paisaje en verdes brillantes de la vegetación, azul celeste el cielo y blanco brillante de la playas y azul turquesa de las aguas tropicales. Además desde lo alto de nuestra posición pudimos apreciar algunas mantas marinas que se acercan a las blancas costas en busca de comida.

Luego bajamos a la playa a comprobar de cerca que la arena es tan  blanca como parecía desde lo alto. Aunque en algunos momentos hacía sol, en otros empezaba a chispear pero eso no nos impidió darnos un chapuzón en esta paradisíaca playa. Eso sí, nos tuvimos que poner nuestro traje de neopreno para protegernos de los posible picaduras mortales de las medusas que hay en esta época del año. Y es que, como ya he comentado en otro artículo, en Australia está lleno de animales que te pueden quitar la vida en pocos segundos. Pero como no hay mal que por bien no venga, aprovechamos a flotabilidad de los trajes de neopreno para surfear con las olas que rompían en la playa. Además, luego nos dimos cuenta que fuimos muy afortunados al poder disfrutar de esta playa para nosotros solos y es que en un día normal de sol, se llena de barcos y turistas.

Por la tarde fuimos a Caves Cove en la Hook Island a hacer nuestra primera y última inmersión en La Gran Barrera de Coral de Australia. Para ello nos tuvimos que volver a poner nuestros trajes de neopreno. Yo salí algo decepcionado del agua, ya que tanto en Bali y Gili Air, así como en México (hace algunos años) vi fondos marinos muchos más impresionantes que estos. Lo que sí que vi fue varias medusas pequeñas y tuve que salir por “aletas” para evitar tener alguna picadura indeseada.

Al regresar el barco, nuestra cocinera tenía preparado un snack con queso, aceitunas y zanahoria para aplacar el hambre de los 28 snorkelistas, y es que esta una hora persiguiendo a los peces hace mucho apetito. Para dormir, volvimos a Nara Inlet donde habíamos pasado la primera noche, y es que el ciclón todavía estaba activo.

A la mañana siguiente nuestro capitán se había levantado con ganas de desplegar las velas y navegar de vuelta a puerto. Pero después de estar buscando el viento como si fuéramos unos sabuesos, nos dimos cuenta que aquella mañana difícilmente podríamos navegar en condiciones. Así que el capitán puso rumbo a puerto utilizando los motores como propulsión. Durante nuestro trayecto de vuelta, el capitán soltaba el timón mientras ayudaba al resto de la tripulación a recoger la velas y demás cabos del barco, con lo que el velero algunas veces iba sin rumbo. Yo me acerque para ofrecer ayuda, y en ese momento el capitán me entregó el timón del barco. Me dijo: “Ves aquel Transatlántico que se ve a lo lejos, pues directo hacía él”. Así que en ese momento, tuve en mis manos la dirección del British Defender. No os podéis ni imaginar lo sencillo que parece en principió llevar un barco recto, y lo complicado que es en realidad. Aunque el mar estaba en relativa calma, cada ola que llega al barco modifica un poco su rumbo con lo que hay que compensarlo con un golpe de timón. Pero tiene que ser bastante suave porque si no el velero modifica su rumbo. Recuerdo que hubo un momento que me distraje escuchando una conversación de mis compañeros y cuando me di cuenta el barco iba directamente hacia la costa, en vez de hacia el Transatlántico y en eso momento con una mirada del capitán me lo dijo todo. Yo volvía enderezar el rumbo y concentrarme en mi “nueva condición de capitán”.

Fue una experiencia que nunca olvidaré, incluso pudo decir que me gustó tener entre mis manos el timón de un barco.

Como anécdota del viaje, os contaré que a cada barco que nos encontrábamos en nuestro rumbo le propinábamos nuestro grito de guerra:

“BRITISH DEFENDER, THE BEST BOAT OF THE WITHSUNDAY ISLANDS”

Incluso nos permitimos el lujo de acercarnos a un Transatlántico y para lanzar nuestro grito de guerra, y eso que era infinitamente más grande que nosotros.

Lo hemos pasado genial, tanto por el lugar que hemos visitado como por la gente con la que hemos compartido el viaje. Al final del viaje éramos como una piña y para celebrarlo no fuimos todos juntos de fiesta una vez en tierra firme.

miércoles, 20 de enero de 2010

FRASER ISLAND


Fraser Island es conocida por ser la isla de arena más grande del mundo. Situada en la costa este de Queensland (Australia) justo donde empieza la Gran Barrera de Coral, esta isla fue creada tan sólo hace unos cientos de miles de años por la arena sedimentada procedente de las playas de la costa este. Mide más de 120 km de norte a sur y solo unos 15km de este a oeste, y a pesar de su reducida extensión en ella puedes encontrar riachuelos, lagos de aguas cristalina, bosques tropicales, dunas y, como no, inmensas playas de blanca arena. La verdad es que es un misterio como puede crecer tanta vegetación en medio de la arena. Los aborígenes que la habitaban anteriormente a la llegada de los colonos europeos la llamaban K’Gari o Paraiso. No me extraña que sea uno de los puntos turísticos más visitado de los aussies (así es como se llaman entre los australianos amistosamente).

Para visitar la isla se necesita un vehículo 4X4 ya que no hay carreteras asfaltadas y también un permiso para acceder a ella ya que más de la mitad de la isla pertenece al Parque Nacional Great Sandy. Así que hay varias opciones. Puedes alquilar tu propio vehículo 4X4 en Herbey Bay y embarcarlo en un ferri hacia la isla para poder descubrir la isla por tu propia cuenta. Otra opción es compartir un vehículo privado con otras 11 personas durante unos 3 días donde llevas todo lo necesario para poder acampar en los distintos sitios habilitados de la isla. Las propias GuestHouse donde duermen los mochileros organizan los grupos. Y la última opción es hacer un tour guiado de 1 ó 2 días que te llevan a ver los puntos más interesantes de la isla en el menor tiempo posible.

La opción más económica y al mismo tiempo más divertida es compartir la experiencia con otros 11 nuevos “amigos” y seguramente es la que hubiéramos elegido nosotros, pero no nos encajaban las fechas disponibles. Y es que ahora en Australia son sus vacaciones de verano, y por tanto, es temporada alta. Así que hemos elegido la opción de explorar la isla en un solo día con un tour organizado, que a pesar de no ser de nuestro agrado era la única opción disponible.


A primera hora de la mañana nos han pasado a recoger por nuestro hotel para llevarnos al puerto de Hervey Bay para tomar nuestro ferri en dirección a Fraser Island. En media hora hemos llegado a nuestro destino, y ha sido curioso ver como nuestro ferri atracaba en una playa desierta, dejaba descender su inmensa puerta delantera y como desembarcábamos más de 100 personas junto con tres autocares 4X4 inmensos. Cuando se ha retirado el barco, las huellas de los vehículos parecían como si hubieran emergido desde las profundidades del mar. Más que una visita turística, parecíamos el desembarco de Normandía de la Segunda Guerra Mundial. Y si no, mirad nuestros “tanques” color verde en la foto.


Una vez allí nos hemos dirigido nuestro “reducido” (eso nos habían dicho en la agencia de viajes) grupo de 34 personas a visitar una de las zonas más antiguas y con la vegetación más densa de la isla. El estrecho camino de arena en medio de la espesa jungla tropical ponía en serios apuros a nuestro pesado vehículo, que en todo momento conseguía salvarse de quedarse enterrado en la resbaladiza autopista. Al final hemos llegado a una zona donde hemos podido observar algunos de los arboles más altos y viejos de la isla, donde algunos alcanzaban a medir los 60 metros. No está nada mal para una isla de arena en medio del Océano Pacífico.

Después de comer un buffet de ensaladas frías (por los 160$ cada uno que hemos pagado ya hubieran podido servir una buena paella valenciana), hemos llegado a la zona este de la isla donde se encuentra la playa 75 miles. Allí hemos podido comprobar porque es la isla de arena más grande del mundo y es que la vista no alcanzaba a divisar donde empezaba y terminaba la playa de blanca arena.


Algunos de nuestro grupo se han apuntado a una pequeña excursión en avioneta que te “venden” en la misma playa para poder divisar la isla desde el aire. Nosotros hemos continuado al norte por la autopista de la playa donde nuestro vehículo iba justo por la arena todavía mojada de la última ola que había aplanado la autopista. Ha sido un momento divertido ver que nuestro vehículo hacía las mismas ondulaciones que las olas hacen al retirarse el agua del mar. Daban ganas de coger el autobús y meterse dentro de la playa. Todavía no habíamos recorrido ni 10 minutos con nuestro autobús y la excursión aérea de 70$ ya estaba tomando tierra también en la misma autopista por la que circulan los vehículos. Y es que en Australia han inventado las mil y una forma de gastarse el dinero de una forma rapidísima.


Luego hemos ido a visitar el punto más interesante de la isla desde mi punto de vista, el Maheno. Un barco que naufragó en 1935 tomando aposento en las blancas y escurridizas arenas de Fraser Island. Este barco fue construido en 1905 y era uno de los barcos más grandes y rápidos de pasajeros de la época. Mantuvo en su poder durante 35 años el record de recorrer el trayecto entre Sídney (Australia) y Auckland (Nueva Zelanda) en menos de tres días. También fue utilizado como buque hospital durante la primera guerra mundial, así como hizo varios viajes por el Mediterráneo y por el Mar Rojo. En 1935 fue declarado inservible y vendido como chatarra a una empresa japonesa. Pues bien, parece que Australia le tenía mucho cariño a este barco, y en su último viaje mientras era remolcado hacía Japón fue interceptado por un inmenso ciclón que partió la cadena de su remolcador quedando encallado en el mismo sitio que está hoy en día. (foto arriba justo después). Poco queda más que su gran armatoste de hierro medio cubierto por las arenas de lo que fue en su día un majestuoso transatlántico. Pero aún así y todo, completamente desgarrado y mostrando sus entrañas al mundo, sigue atrayendo a un sinfín de turistas para contemplar la majestuosidad de lo que un día fue. Según nos explicaba nuestro guía, las zonas visibles del barco cambian con cada temporal mostrando unas partes por encima de la arena y escondiendo otras. Esto todavía le da más chispa al asunto. Y es que muchas veces, las historias reales superan a las de ficción.



Dejando a nuestra espalda más de 100 años de historia, fuimos a visitar el riachuelo Eli Creek, uno de los riachuelos de agua dulce de la isla. La atracción consistía en subir unos 150 metros rio arriba y descender por el lecho del rio, comprobando que todo estaba cubierto por la omnipresente arena blanca. Resulta interesante estar en un rio de agua dulce con la sensación de que estas en una playa de arena blanca. A veces, tenías que saborear el agua para cerciorarte que realmente era dulce.


La anécdota (y suerte que solo ha quedado ahí) del día la he protagonizado yo al hacer algo de lo más normal y simple. Viendo que el riachuelo parecía La Rambla de Barcelona un domingo por la tarde lleno de turistas, me he acercado a la desierta playa para darme un chapuzón. El mar estaba un poco revuelto, pero se podía nadar sin problemas divirtiéndome con las olas que llegaban. Era divertido y, al mismo tiempo, extraño ver como había 3 autobuses, unos 8 todoterrenos, unas 200 personas y todas ellas apiñadas alrededor de las aguas del riachuelo, mientras en el mar la única persona que estaba disfrutando de las 75 Millas de playa era yo. Pues bien, cuando hemos vuelto a Hervey Bay nos hemos encontrado con unos españoles que nos han explicado que en Fraser Island está completamente prohibido bañarse en la playa porque son unas costas que habitan muchas medusas (algunas bastante venenosas), inmensas rayas y tiburones tigre que a veces han atacado personas. Ya me parecía extraño que nadie más estuviera bañándose en la playa. También nos han explicado algunos peligros más de Australia que no vamos a contar.


Después del bañito en la “apacible” playa, nos hemos dirigido a visitar uno de los numerosos lagos de agua dulce que tiene la isla. El lago Warawongera tenía una arena incluso más blanca que el resto de la isla, aunque sus aguas tenían un color rojizo provocado por la descomposición de las hojas de los arboles que caen en sus aguas. Aún así, apetecía meterse sin ninguna bestia marina acechando para engullirte. Luego ya hemos vuelto al punto del desembarque donde nos estaba esperando nuestro ferri para volver a Hervey Bay.

Es una isla increíble para descubrir y aunque en un día hemos podido disfrutar de casi todos sus tesoros, vale la pena gastar varios días explorando este inusual pedazo de tierra.

SI VIENES A AUSTRALIA, NO TE LA PUEDES PERDER.

jueves, 14 de enero de 2010

BYRON BAY Y NIMBIN

Nuestro primer viaje en tren después de dejar Sídney ha sido Byron Bay. Es un pueblecito costero lleno de turistas, y es que es una de las principales atracciones de la costa este australiana. Hemos estado algunos días descansando y disfrutando de las playas surferas. Una tarde fuimos a “Main Beach”; una larga extensión de arena blanca y un mar muy fresquito y muy revuelto. Decenas de tablas de surf y body board llenaban el horizonte. Y es que las olas son de lo más divertidas. Incluso sin tabla ni nada, puedes disfrutar del oleaje. Hemos descubierto la forma y es empezar a nadar justo cuando llega la ola, de modo que vas por encima de ella y puedes llegar a entender la pasión que sienten los surferos al deslizarse sobre las olas.

A medida que el sol bajaba, la playa se ha ido llenando de personas haciendo footing, paseando y un montón de perros que jugaban bañándose en el mar y corriendo detrás de las pelotas que le lanzaba sus dueños. Relajante lugar.

Hemos hecho una excursión muy bonita a Cape Byron: el faro. Para llegar hasta él tienes que andar unos 4 kilómetros por pasarelas de madera que serpentean entre bosques y arenas blancas. El tramo final es algo más exigente ya que tienes que subir largos tramos de escaleras bastante empinados mientras bordeas los altos acantilados del enorme océano.
Casi llegando a la cima hemos pasado por el punto más al este de Australia y por tanto, por donde antes sale el sol. El faro se alza magnífico y vigilante alertando a otros barcos la cercanía de la costa. Hemos disfrutado de una puesta de sol muy romántica.

A la mañana siguiente hemos hecho una de las excursiones obligadas en esta zona y es ir a Nimbin. En 1973 en esta ciudad se celebró el Festival de Acuario. El lugar se llenó de hippies que supieron aprovechar la oportunidad y compraron tierras baratas. Hoy en día esta colorida ciudad está llena de lugares interesantes para visitar: el museo de Nimbin (lleno de carteles que rezan sabias frases como: la verdad te hará libre, no cabes un agujero que no puedas tapar,…), la tienda Hemp Embassy donde se cultiva y vende Marihuana y todo lo necesario para fumarla y hacerte tu huerto propio y la fábrica de velas de Nimbin: un lugar donde puedes ver como se fabrican las velas de parafina usando materiales que no hacen humo.

Quizá lo más interesante sea ver deambular a algunos personajes con rastas, los ojos rojos como el fuego y medio desnudos que te ofrecen Marihuana. Un lugar curioso y uno de los pocos lugares auténticamente hippies que deben quedar en el mundo.

miércoles, 13 de enero de 2010

DE CÁMPING Y PLAYA

En Australia los alojamiento son, de lejos mucho más caros que lo que llevamos pagando hasta ahora. Un hostal con habitaciones y baños compartidos nos ha costado 28 AUD en Sídney. Ese precio incluye derecho a cocina y desayuno. El desayuno consta de: zumo de naranja, leche, tostadas, Nescafé, mermelada de fresa y mantequilla de cacahuete. En Byron Bay los precios todavía se han disparado más y es que por el mismo tipo de hostal nos pedían 37 AUD por persona. El día que llegamos y hartos de caminar y que nos dijeran que todo estaba lleno, nos dimos de bruces con un camping. Decidimos entrar a preguntar si tenían bungalows o algo parecido y lo que nos ofrecieron fueron unas tiendas fijas. El precio no era barato, 40 AUD por personas, pero las mochilas pesaban una barbaridad y pensamos en pasar solo una noche en el camping y aprovechar para buscar un sitio mejor para el resto de las noches.

La tienda consistía en una estructura metálica cubierta con tela de plástico grueso de unos 2,5 metros de altura. El suelo era de cemento cubierto con tela plástica simulando baldosas. El único equipamiento de la tienda eran dos colchones recubiertos de plástico y una bombilla. La ventilación estaba a cargo de dos ventanas laterales y una puerta cubierta con mosquitera. No nos pareció gran cosa, pero al menos estábamos los dos solos, sin más gente con quien compartir nuestros sueños.

Después de descansar un rato de toda la noche en tren fuimos a comprar algo para hacer la comida. Cuando nos dirigíamos a la salida del camping descubrimos una pequeña piscina a disposición de los señores campistas. En ella hemos pasado algunos ratos de lectura y reposo muy agradables durante los 4 días que hemos estado en el camping.

La excursión al supermercado fue un festival para la vista: fruta y verdura fresca, pan recién horneado, una gran selección de quesos, bandejas de carne de ternera, buey, pollo y canguro, pescado, gambas, pulpitos, aceitunas, latas, bebidas, cosmética, higiene,… bueno, de todo. Y para rematar descubrimos una licorería al lado donde podíamos comprar todo tipo de vino y cervezas. En Australia el alcohol no se vende en supermercados, solo en licorerías. Los vinos australianos son muy baratos, es decir un vino blanco o tinto puedes encontrarlo por unos 7 AUD. ¡Y están buenísimos!

Una anécdota muy divertida en el supermercado es que hay cajeros self-service, es decir, tú mismo pasas los códigos de barra de lo que has comprado y pagas. El sistema es muy sensible, por eso, y tienes que ser muy metódico y sacar una cosa de la cesta, pasarla por el código de barras y ponerla en la bolsa. Tanto la cesta, como la bolsa están sobre una balanza, de modo que el sistema calcula el peso de lo que tú has pasado por el código de barras y si no coincide con lo que depositas en la bolsa, el sistema se bloquea y tiene que venir una persona del supermercado a desbloquearlo. Imaginaros el espectáculo del primer día y cuando todavía no habíamos descubierto el manejo. Tuvimos que llamar a la asistente del supermercado más de 5 veces.

El descubrimiento de la barbacoa fue lo mejor. Por lo que hemos podido ver hay mucha afición a cocinar en barbacoa. Las hemos visto en muchas casas y en zonas públicas cerca de bosques y playas. Estas últimas funcionan con monedas y es que las barbacoas funcionan con gas. Pones el dinero y empiezan a funcionar. Cuando se acaba, pones más dinero y se enciende de nuevo. Quizá sería más acertado llamarles planchas al aire libre.

En cualquier caso, a nosotros nos ha dado mucho juego. Hemos cocinado todo en la barbacoa: filetes de ternera, chuletones, broquetas de pollo, hamburguesas, filetes de pescado, espárragos verdes, berenjena, cebolla, calabacín, guisantes tiernos, pan tostado que luego hemos restregado con ajo y puesto sal y aceite,… Pepe ha descubierto una de sus pasiones ocultas y es cocinar en barbacoa. Cuando decidíamos ir a preparar la comida o cena, él se situaba directamente frente los fogones: preparaba todas las verduras y luego hacía la carne. Para distraerse me iba pidiendo que le rellenase el vaso con vino o cerveza, eso sí. Hoy incluso hemos comprado una lata de mejillones y unas aceitunas que las vendían como “españolas” y hemos hecho un vermut. Al lado de la barbacoa hay varias mesas y sillas de plástico a la sombra, donde sentarse sobre el césped y degustar las delicatesen que has cocinado. Hemos visto gente que come con cualquier cosas: tostadas con mantequilla y kétchup (¿?), cereales con leche, salchichas de
Frankfurt, fideos de sobre,… Nosotros debemos ser los que mejor nos hemos alimentado porque cuando la gente pasa por nuestra zona, siempre mirar que hay sobre la plancha. Y es que ven a Pepe tan encantado de la vida que les debe picar la curiosidad.

Otro regalo del camping fue la primera noche, que yo no pasé muy bien. Me levanté al baño a media noche y cuando levanté la cabeza en plena oscuridad vi un espectáculo maravilloso sobre mí. Miles de estrellas y la vía láctea dominaban todo el cielo. La oscuridad era absoluta, por tanto el brillo de las estrellas te dejaba sin aliento. Lo que pude observar es que las estrellas están al revés, es decir, desde el hemisferio sur, se ven al revés de cómo se ven en el hemisferio norte. Pude identificar la estrella polar pero me costó mucho per la osa mayor y la osa menor. Solo he visto un cielo más bonito una vez, y fue en el Cañón del Colca cerca de Arequipa en Perú.

Solo tuvimos un pequeño susto y es que un día mientras comíamos vimos a 3 personas del camping algo asustadas. Nos dijeron que andaba suelta una de las serpientes más venenosas de Australia. Por lo visto, mortal. Nos levantamos en busca y captura del reptil y a unos 150 metros la vimos: medía unos 1,50 m. y era de color oscuro. Se deslizó debajo de una casa y no la vimos más. Por lo que nos han contado en Australia hay animales venenosos y mortales de todo tipo: serpientes, arañas, tiburones, medusas,… “No manco pas de res”.

Lo hemos pasado muy bien de camping. Después de Auroville es el siguiente lugar donde más cómoda y a gusto me he sentido. Incluso ayer estuvimos mirando para comprar una tienda de campaña. Es la manera más barata de dormir, pero hay que sumar el inconveniente de llevar un trasto más (cada uno llevamos una mochila grande en la espalda y una pequeña en el pecho, más alguna que otra bolsa de comida) y montar y desmontar cada vez que llegas y te vas. Además las tiendas cómodas para 2 personas son las de 4 personas ya que te dejan espacio libre para dejar las mochilas y moverte un poco, eso sí, sin poder ponerte de pie, así que lo hemos descartado. Hubiera sido una buena opción si hubiéramos alquilado un coche para recorrer Australia, pero decidimos coger un billete de tren que te permite hacer toda la costa este, sin límite de paradas con la única condición que no puedes ir hacia atrás, solo hacia adelante. Los trenes son puntuales, muy cómodos y limpios. Un estilo a nuestro Euromed. Te permiten descansar, leer, escribir o sencillamente disfrutar del paisaje. Lo que el tren no cubre, hay una red de autobuses de la misma compañía que te lleva al destino final. Todo muy bien organizado.

Nuestro primer viaje en tren nos hizo un gran regalo, y es que vimos una familia entera de canguros. Nosotros habíamos pensado ir a un zoo a verlos, ya que por lo visto no es muy fácil encontrártelos porque suelen salir de noche, pero allí estaban, toda la familia sentada sobre un enorme prado verde, también lleno de vacas y caballos preciosos. Ahora solo nos faltan los koalas, pero estos animales se pasan unas 20 horas del día durmiendo. ¿Nos dará Australia también este regalo?