sábado, 5 de diciembre de 2009

MI CUMPLE


Me he levantado a las 6 de la mañana en Muang Noi, un pueblo perdido en medio de la selva de Laos a las orillas del Nam Ou. Me apetecía ir a algún sitio a meditar y he encontrado un templo al sur del pueblo que aunque estaba cerrado, había más tranquilidad que en otros sitios. La meditación ha sido muy reconfortante y reveladora. Ha valido la pena levantarse pronto.

Luego he vuelto a la guest house para ir a desayunar un super-pancake de plátano con chocolate y frutas frescas Allí hemos conocido a dos franceses que también están viajando por siete meses por Indonesia, y eso que ya tenían pasados los 50. Algunas de las gentes que estamos conociendo en este viaje te desvelan que tienen unas vidas muy interesantes, saliendo de los esquemas preconcebidos de nuestra sociedad. Y eso te demuestra que otra forma de vida es posible, solo tienes que desearlo y atreverte a intentarlo. Porque si no te atreves, seguro que no lo consigues.

El resto del día lo tuvimos que invertir viajando para llegar a Luang Prabang donde celebraría mi cumple. Después de 1h en bote y 3h en Tuktuk llegamos a nuestro destino sobre las 15:00, así que decidimos hacer una comida-merienda-cena tan típica en Laos para aplacar el hambre atroz que teníamos, ya que no habíamos comida nada excepto nuestro desayuno.

La comida no fue nada que uno podría esperar para su cumpleaños, pero el pollo asado a la brasa y una Beerlao me parecieron una comida exquisita. Y para rematar la faena, me comí un pescado (tipo dorada) a la parrilla que terminó de aplacar el hambre.

A pesar de estar a miles de quilómetros de casa, tuve una cena de cumpleaños rodeado de amigos. Vinieron nuestros compañeros de Madrid; Raúl, Alberto, Javi y Rubén, Marco, un portugués que habíamos conocido ese mismo día viaje, María y Jaume, otra pareja de españoles que conocía Marco, Noemí y yo. En total nueve, un bonito número de personas para estar rodeado en un día tan especial como este.

Noemí improviso una tarta de cumple con varios pasteles y una vela que me recordaba que era una año más sabio (como me habían dicho recientemente). Para brindar tuve que sobornar a un camarero laosiano para que me vendiera una botella de Ron Negrita.

La comida comenzó a las 17:00 de la tarde y a las 23 todavía estábamos de sobremesa. Pero la fiesta sólo había hecho que empezar. Fuimos a la disco de moda de Luang Prabang llamada Dao Fa, donde cayeron algunas cervezas y algunos cubatas más.

Este cumpleaños, sin haber preparado nada especial, ha sido único e irrepetible. No obstante, si hubiera podido pedir un deseo me hubiera gustado que estuvieran mis amigos y mi familia también aquí para celebrarlo con ellos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

EXPEDICIÓN A LA SELVA ESMERALDA


Ayer llegamos a Nong Khiaw, donde tuvimos que tomar una barca para remontar las tránquilas aguas del rio Nam Ou para llegar a nuestro destino Muang Ngoi, una apacible aldea a la que también ha llegado el turismo. La aldea se podría decir que es una calle donde está llena de restaurantes y guest houses. Nosotros encontramos alojamiento un poco más apartado de la calle principal, con lo que también era más tranquila y más económica.

Para cenar unas cervezas y unos fideos fritos a las orilla del rio mientras se ponía el sol. Tuvimos que encender unas velas porque el pueblo sólo dispone de luz eléctrica de 18 a 22. Y aunque ha llegado el turismo, todavía queda algún rinconcito bastante auténtico por descubrir.

Hoy nos hemos levantado pronto porque Muag Ngnoi tenía muchas cosas por descubrir, pero lo tranquilidad de los laosianos nos ha hecho recordar donde estábamos y el desayuno de huevos fritos con un zumo de frutas ha tardado más de una hora, y eso que éramos los únicos clientes del restaurante.

Hemos tomado nuestra ruta hacia Tham Kang Cave donde después de adentrarnos con nuestra pequeña linterna unos 100 metros en la oscuridad, hemos podido comprobar la calma que se respira en un sitio así. Yo he apagado la linterna por unos segundos y, de repente, todos los sentidos se agudizan para intentar no perder la orientación, pero lo único perceptible es un sutil y agudo zumbido procedente de la nada. Para mí era un lugar perfecto para meditar. No me extraña que los hermitaños busquen cuevas como estas para hacer sus retiros espirituales, realmente en estos lugares se pueden alcanzar estados de conciencia acrecentados con las debidas y complicadas técnicas de meditación y/o pranayama.

Luego hemos intentado llegar a un poblado en medio de la selva, pero se nos hacia demasiado tarde para ir a la cascada Tat Mok. Así que hemos vuelto al pueblo para alquilar una barca que nos llevara lo más cerca posible.

Después de desembarcar de la barca, hemos llegado a un pueblo donde hemos pagado la entrada y hemos rehusado contratar los servicios de un guía local que tan sólo nos pedía unos 2$ entre todos. Pero nosotros somos más valientes que nadie, así que hemos emprendido la marcha solos esperando que el camino estuviera relativamente indicado. A los 5 minutos nos hemos dado cuenta que ya nos habíamos perdido y que no había ninguna indicación en medio de la ni entre los campos de arroz color ocre recién recolectados y segados. Pero ni mucho menos hemos sucumbido a contratar el guía, así que hemos vuelto a reemprender la búsqueda de la cascada por nuestros propios medios. Y, como no, nos hemos vuelto a perder, pero utilizando un poco de intuición y un poco de sentido común hemos vuelto a reencontrar el camino. Uno de los momentos clave ha sido cuando el camino se perdía entre la espesa vegetación y un riachuelo. Investigando un poco hemos visto que el camino seguía en medio del riachuelo donde en algunos tramos había como unos escalones esculpidos en las resbaladizas rocas indicando que es un sendero transitado. Nos hemos tenido que descalzar para seguir ascendiendo aguas arriba y unos 500 metros más nos han desvelado la primera de una serie de pequeñas cascadas que finalmente tenían su recompensa en una última y más grande cascada de más de 40 metros de altura. El éxtasis alcanzado al descubrir tan increíble y recóndito paraje, ha estado a la altura de las vicisitudes del camino para encontrarlo. Y es que si hubiéramos contratado el guía, no hubiera sido ni mucho menos igual y probablemente ahora sería un recuerdo más en nuestra memoria. De esta forma, ahora es una de los momentos más emocionantes y excitantes de nuestro viaje a Laos.

La recompensa ha sido darnos un merecido chapuzón en sus puras y cristalinas aguas, aunque también gélidas.

Es uno de los sitios más naturales y vírgenes que he estado en este viaje, ya que este recóndito lugar no es fácil de encontrar sin un guía local. Y aunque vayas con guía, tienes que poner toda la carne en el asador para ascender por el resbaladizo camino en medio del riachuelo para darte el chapuzón.

TODAVÍA QUEDAN SITIO AUNTÉNTICOS EN EL MUNDO POR DESCUBRIR.

¿PORQUÉ NO TE ATREVES A DESCUBRIRLOS POR TI MISMO?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

SABHAI DEE LAOS

Llegamos a Laos hace solo 3 días. Laos hace frontera con China al sur. La entrada fue muy fácil. Nos hicimos un visado para 30 días en el momento de entrar. Ahora estamos, pues, en el norte. Los días siguientes de nuestra llegada queríamos dedicarlos a descansar y actualizar nuestro blog. En China no hemos podido acceder y tenemos un montón de cosas que contar y fotos que compartir. Pero Laos nos tenía preparada otra cosa. Por la noche fuimos a cenar a un mercado nocturno en Luang Nam Tha, que es la ciudad donde estamos. El lugar estaba lleno de puestos de brochetas de verdura, pescado y carne. En uno de los lados habían dos puestos donde hacían pollos y patos. El ¨horno¨ consistía en unas brasas y sobre ellas habían dos soportes de hierro en los que estaban insertados los pollos y patos. Una especie de a l´ast. Nos pedimos un pollo para empezar. Lo devoramos. Llevábamos todo el día casi sin comer, saltando de un autobús a otro para poder llegar a la frontera antes de las 16.30h que es cuando cierran. Así que tras el pollo, Pepe y yo nos miramos. ¿Te has quedado con hambre? nos preguntamos mutuamente. La respuesta fue unánime así que nos comimos un pato entero. Nos costó 3$ cada uno. Baratísimo. Cada ciudad de Asia tiene su cerveza. En Laos la mejor, mas famosa y que es casi un icono es Beerlao. Así que nos pedimos una y nos sentamos en uno de los bancos de madera a disfrutar de nuestro festín.
De repente vimos aparecer 4 chicos: morenos, alguno con piercing, otro con tatuaje, otro con camiseta sin mangas hablando alto y riendo. No había duda, de manera que ni corta ni perezosa les pregunté: ¿Españoles? Efectivamente. Estuvimos un buen rato charlando con ellos. Nos dijeron que al día siguiente iban a hacer un trekking y que si nosotros teníamos intención de hacer alguno. Les dijimos que en principio queríamos descansar. Al rato nos despedimos y Pepe y yo nos quedamos pensando sobre el trekking. Llevamos mucho tiempo solos, en China no hemos coincidido con ningún español y teníamos ¨mono¨de compartir risas con otras personas. Así que nos apuntamos al mismo trekking.

Al día siguiente salimos rumbo a Nam Ha NPA. Visitamos una aldea, donde las niñas pequeñas llevan a sus hermanitos pequeños colgados de la espalda, mientras corretean por el pueblo o juegan al billar. Después emprendimos una caminata de 7 horas por bosques y selva. Sobre las 17.00h llegamos a nuestro destino. Otro pueblecito con 9 cabañas hechas sobre el suelo, con las paredes de madera y el techo de hoja de palmera. Nuestra ducha fue en el río junto con otras personas del poblado. Las mujeres usan un sarong para bañarse. Es una especie de pareo sujetado bajo los brazos. Mientras chapoteábamos por el río de aguas heladas, algunas de las chicas del pueblo nos miraban sorprendidas. Después nos instalamos en nuestras casas y nos sentamos alrededor de un fuego hecho en el suelo mientras intentábamos charlar con las personas del pueblo que se agrupaban a nuestro alrededor.
Para cenar nos sentamos dentro de casa. La mesa era una mesita de mimbre bajita y las sillas unos taburetes de 1 palmo. El suelo de la casa era de tierra y como única luz teníamos la de 2 velas. Para cenar arroz hervido, tomate frito con cilantro, sopa de buey con verduras y col sofrita. Tras la cena, los chicos que conocimos habían traído un montón de regalos para los niños: libretas para dibujar, rotuladores, globos de colores, lápices y un bote para hacer pompas de jabón. Los niños se divirtieron de lo lindo con todo esto. Los mayores, mientras tanto degustamos un licor de hierbas. Lo habían traído los madrileños (si es que están en todo) y la gente del pueblo se apuntó a los chupitos, pero solo los hombres. Las mujeres no beben, excepto una: yo.
Tras todo esto, la noche había caído sobre el poblado y una luna llena iluminaba toda la zona. Salimos de nuevo afuera y nos sentamos cerca del fuego. Hubo un momento que me quedé sola con las mujeres del pueblo: niñas, mamas y abuelas. Fue un momento precioso. Me enseñaban a sus hijos e intentaban decirme quien era de quien. Me preguntaron si yo tenía niños. Fue un momento muy tierno con ellas.
Tras estar un rato mas nos fuímos a dormir. Eran las 20.00h pero no había nada mas que hacer y las piernas pedían un descanso a gritos. La cama era una simple plataforma hecha de bambu. Nos ¨tiramos¨allí e intentamos dormir.
Sobre las 05.00h de la mañana empezamos a cantar los gallos; se despertaron los cerdos y empezaron a gruñir; se levantó todo el mundo; los niños empezaron a correr, jugar y gritar,... y nosotros seguíamos intentando dormir. Sobre las 07.00h nos levantamos, nos lavamos la cara en el río y desayunamos: arroz hervido, col y búfalo con verduras. Tras eso recogimos nuestras cosas, nos despedimos de la gente del pueblo y emprendimos el camino de regreso, esta vez por selva, campos de arroz y bosques de árboles de caucho. La gente del pueblo todavía no está muy acostumbrada a ver a falang, que es como llaman a los extranjeros. El gobierno de Laos solo permite 2 o 3 grupos por semana en estos poblados, para que no se hagan dependientes del dinero del turismo. Incluso los regalos que traían estos chicos se lo tuvieron que dar primero al guía y te piden que no des nada directamente a las personas del pueblo. Todavía se podía respirar esta inocencia entre las personas del pueblo.
De vuelta hicimos una parada para comer. La comida estaba preparada. EL guía tan solo preparó la ¨mesa-plato¨, es decir unas hojas de palmera sobre las que iba directamente la comida.
Aquí tenéis una foto para que os hagáis una idea de la pinta que tenía, aunque una vez te atrevías a probarla estaba muy buena.

lunes, 30 de noviembre de 2009

SABAI DEE LUANG NAM THA


Ya hemos dejado China atrás quedaron “Xiexie”, los ojos rasgados, los símbolos en forma de casita, los palillos, las brochetas, los templos con dragones y fénix, así como también quedaron las comodidades de sus transportes, su buena cocina, sus limpios hoteles y su Gobierno Comunista opresor y controlador.

Acabamos de dejar la frontera a nuestras espaldas y ya puedes sentir que estás en otro país, ya puedes sentir que la gente ya no es la misma y, para mi grata sorpresa, en Laos se respira un ambiente más ligero, más liviano, más…. más libre. Su gente siempre tiene una sonrisa en la boca, son muy amables, no te intentan timar con los precios (aunque un poco sí), y también van a otro ritmo. Un desayuno sencillo de huevos fritos, pan y un zumo de frutas tranquilamente puedes estar una hora esperándolo. Pero parece que es parte del país, como también su peculiar saludo “Sabai Dee” que en pocas horas te lo aprendes a base de tanto repetirlo.

Nuestra primera parada ha sido Luang Nam Tha. Allí queríamos descansar unos días para aclimatarnos al nuevo país, poner al día el blog y hacer la colada. Pero como dice el dicho, “el hombre propone y Dios dispone”. Allí hemos encontrado un grupo de cuatro madrileños y decidimos compartir trekking de dos días por las minorías étnicas de la zona de NPA (Natural Protected Area). Craso error, o NO. Con Raúl, Alberto, Javi y Rubén han empezado nuestras comidas de tres horas con sobremesa y las borracheras diarias de BeerLao, la cerveza nacional tan omnipresente en el país.

Hicimos el trekking pero la verdad es que los paisajes nos decepcionaron bastante, ya que lo único que pudimos observar con claridad fue que la profunda e inaccesible jungla del norte del Laos está siendo reemplazada por el “rubber tree”, es decir, el árbol del que se saca la sosa caústica para hacer todo tipo de plástico. Y es que el desarrollo de China necesita muchos recursos para mantener su crecimiento, y uno de ellos es el plástico. Seguro que si miras tus zapatos veras que son “Made in China” y si miras la suela veras que es de plástico o caucho que probablemente proviene de estas bosques de “rubber tree”.

A parte de esos también pudimos visitar las étnicas de los Khamu y los Akha. Estos pueblos viven básicamente de lo que plantan y recolectan en los bosques que les abastece poco más que para subsistir y vender algo para conseguir dinero con el que algo ropa y otros víveres difíciles de conseguir en esta región. Su alimentación base es el arroz con algunas verduras, aunque también pudimos ver cerdos y gallinas por los poblados por los que discurría nuestro trekking. No obstante, éstos últimos no forman parte de la dieta habitual, guardándolos sólo para celebraciones y ocasiones especiales. También destilan un licor de arroz llamado Laolao que es más fuerte que el aguardiente.

Algunas curiosidades interesantes dignas de resaltar; las etnias no se mezclan entre sí, estando prohibido entablar matrimonio con personas de etnias diferentes. En algunos casos siguen utilizando el sistema de trueque de alimentos y materias primas. Su religión es animistas creyendo que el sol, la luna, las montañas y los ríos son seres divinos a los adoran. No existen carreteras que conecten estos poblados con la “civilización”. Así que el colegio más cercano puede estar a 3 o 4 horas por intrincados senderos en medio de la jungla. Para evitar que los niños vayan y vengan todos los días, son enviados a la escuela todo la semana con algunas provisiones. Allí, aparte de recibir educación, también tienen alojamiento y comida con dichas provisiones. En algunos rasgos de sus integrantes y en algunas costumbres, me han recordado a la película de “La selva esmeralda”.

Cuando llegamos al pueblo fuimos recibidos por el jefe de la tribu que nos acogió en su casa. Por la noche cenamos un poco de arroz, espinacas, col frita y un poco de carne de búfalo. Todo ello a la luz de las velas. La única persona de la etnia que se sentó a nuestra mesa fue el jefe de la tribu. Luego nuestros amigos de Madrid les obsequiaron con algunos bolígrafos y libretas, una linterna y algunos globos que hicieron las delicias de todos los niños del pueblo. Al parecer ya habían recibido este tipo de regalos anteriormente y es que los niños cogieron los globos y empezaron a hincharlos como si estuvieran acostumbrados. Al parecer, en estos lugares llegan continuamente turistas aunque utilizan un sistema de rotación entre los poblados para evitar que todos los días haya visitas de turistas que puedan llegar a “corroer” su forma de vida.

Para amenizar la velada, nuestros amigos sacaron una botella de Ruavieja (licor de finas hierbas) traído directamente desde España que compartimos con todos los hombre de la tribu, ya que las mujeres no beben alcohol.

En definitiva, lo mejor del trekking fue conocer esta forma de vida de las etnias, junto con las risas que nos hemos pegado con nuestros nuevos compañeros de viaje. Lo peor fue la comida del primer día donde nos ofrecieron bambú frito, espinacas rehogadas, una pasta verde no identificada, un poco de pollo picante, pescado frito junto con arroz pegajoso (sticky rice), todo ello servido en dos hojas de platanero recién cortadas y nos tuvimos que comer la comida con las manos. Yo preferí el sistema chino y me hice dos palillos con caña de bambú para evitar comer con las manos, ya que tampoco había ningún sitio cercano donde lavarte las manos.

Cuando volvimos a Luang Nam Tha todavía no eran ni las 15:00, así que nos fuimos a hacer una comida-merienda-cena que terminó a las 23:00 después de liquidar bastantes Beerlaos y algunos Laolaos. Recuerdo que hubo momentos de la tarde que nos quedamos sin respiración de la risa que teníamos.

VIVA ESPAÑOLES POR EL MUNDO.

DUO XIE CHINA

Cuando planeamos nuestra aventura por el mundo incluimos China en la lista. Personalmente me encanta ir descubriendo algunas de las maravillas del mundo y la Gran Muralla China era una de ellas. Cuando todavía estábamos en India pero ya nos faltaba poco tiempo para aterrizar en Beijing, descubrimos que no teníamos esos "nervios" por descubrir el país. En concreto era mas Pepe quién estaba algo desganado. En numerosas ocasiones me hizo prometer que le llevaría a ver ríos, montañas, templos,... y yo no me cansaba de repetirle que en China había de todo y mucho. En ese momento hablaba sin conocimiento de causa, claro.

Hemos estado 1 mes en China y día tras día hemos ido descubriendo cosas nuevas y muy distintas unas de otras. La variedad ha sido lo que ha marcado el viaje. Empezamos en Beijing y disfrutamos de sus monumentales edificios como la Gran Muralla China, la Ciudad Prohibida, el Templo de los Lamas, la Torre del Tambor, la torre de la Campana, y un sin fin de maravillas. También pudimos deleitarnos con las acrobacias chinas y empezamos a probar la excelente cocina china.
Después pusimos rumbo a Datong para ver las cuevas de Yungang y el Monasterio Colgante. Tuvimos la primera perspectiva de la excelente mezcla entre la mano del hombre y la naturaleza.
Nuestra siguiente parada fue Wutai Shan. En ese monte budista nos alejamos de las multitudes y pudimos relajarnos entre templos y montañas sagradas.
Tras una noche en un tren nocturno llegamos a Pingyao. La emoción iba en aumento. Calles adoquinadas sin tráfico, dentro de una muralla que todavía sigue intacta después de tantos años. Pequeños hoteles, tiendas de souvenirs y restaurantes con farolillos rojos colgando en sus fachadas fueran otros regalos para nuestros sentidos.
¿Qué decir de Xian y de sus Guerreros de Terracota? Nos sentimos pequeños y algo intimidados entre tantos soldados valientes y fuertes dispuestos a morir por su emperador. Llevan años en formación e inmóviles y tuvimos la suerte de que seguían estándolo cuando los fuímos a visitar. Quien sabe si un día deciden moverse...
Cuando llegamos a Chengdu con la intención de ver los osos panda no teníamos muy claro si íbamos a ver mas de dos. Según nos habían comentado y habíamos leído el oso panda es muy esquivo. El día amaneció radiante y los osos decidieron salir todos a desayunar frescas hojas de bambú. Fue genial poder ver a muchos de ellos retorzar, comer, rascarse la barriga y jugar con sus amiguitos.
De camino a Kunming paramos en Leshan para poder ver el Buddha mas alto del mundo de 71 metros y probar la famosa cocina de Sichuan. Después fuímos a Emei Shan, donde hay otra de las montañas sagradas budistas. ¡El tiempo nos bendijo con una nevada enorme en la cima!
Nuestra llegada a Kunming fue de lo mas normal, pero el día que dedicamos a ver el Bosque de Piedra en Shillin fue especial. Estábamos frente un bosque lleno de "árboles" duros e inmóviles. Pudimos perdernos entre sus "raíces" y descubrir pasadizos secretos y profundos.
Luego pusimos rumbo al sudoeste: Dali nos esperaba con un sol brillante y una temperatura mucho mas agradable. Las calles medievales y la cocina de Yunnan nos recibieron con mucho cariño. En Lijiang el tiempo nos seguía acompañando y eso nos ayudó a tener unas fotos increíbles del Parque del Estanque del Dragón Negro. Una maravilla donde perderse durante horas.
La penúltima parada en Shangril.la ha sido nuestra visita al "Pequeño Tibet". Las estepas tibetanas, sus gentes y sus cocina han estado a nuestro alcance. Como último paso hemos estado en Jingdong. Ha sido un poco parada obligada dado que para llegar a Laos viene de paso. La excusa ha sido perfecta para darnos un lujo con una cena Thailandesa y pegarnos ¡una fiestuki! La primera en cinco meses.
En unas horas partimos rumbo al sur para alcanzar la frontera de Laos.
Día tras día, China nos ha ido regalando paisajes, monumentos, experiencias y anécdotas con los lugareños. Lo que parecía ser un país aburrido se ha convertido en uno de nuestros mejores viajes. La barrera del idioma no ha hecho mas que acercanos al pueblo chino. Han derrochado amabilidad y simpatía con nosotros. La variedad y excelencia de su cocina también nos ha hecho vivir muy buenos momentos. Nosotros hemos huído en la medida de lo posible de las grandes ciudades y hemos descubierto la maravilllosa China rural.
Por todo ello quería dar las gracias de todo corazón a este gran país. No tenemos mas que palabras de agradecimiento por lo bien que nos ha tratado. Siento cierta tristeza por tener que irme ya que hay muchisimo mas para ver. Pero como buena viajera, tengo la incógnita de todo lo que está por venir en Laos,...

DUO XIE CHINA!!