domingo, 3 de marzo de 2013

EL PARQUE SABANA PANACA

Aprovechando el buen tiempo que está haciendo en Bogotá estos meses, el sábado organizamos una salida al Parque Sabana Panaca. El parque está dirección Sopó y aunque está solo a 40 kilómetros, tardamos más de una hora en llegar. Claro está, eso incluyó un par de vueltas de más porque nos perdimos. Y es que es fácil desorientarse en estas carreteras. No hay muchas señales y las que hay, son poco aclaratorias.

El caso es que sobre las 12h llegamos a la entrada del parque. El parking está dividido por nombres de animales: paloma, pato, gansos,... para que sea fácil encontrar tu coche a la hora de irte (todavía recuerdo las vueltas que di para encontrar mi coche la primera vez que fui a Ikea). 

La estructura del parque recuerda a  Port Aventura: en la entrada hay varias taquillas para pagar, una plaza espaciosa con una gran fuente en medio, baños, un puestecito de galletas saladas con mantequilla  y una casa típica antioqueña de fondo, con balcones de madera y plantas colgadas del techo. 
El parque está dividido en zonas temáticas o estaciones. Así como en Port Aventura es Méjico, Polinesia, China y Far-West, aquí es un poco menos cosmopolita y se divide en: estación de ganadería, estación equina, estación canina, estación especies menores - gallinas, patos, codornices, cobayas, pavo real,...-, estación porcina, estación ecología y estación agricultura orgánica. Cada estación tiene los animales correspondientes y un coliseo para hacer exhibiciones. 

En la estación de ganadería vimos vacas, bueyes, burros, toros, cabras, ovejas,... En cada zona hay casetas para comprar biberones o pienso para dar a las crías. Nosotros compramos unos biberones y se los dimos a las  cabritas. Podías ordeñar vacas, subir en llamas o montar en búfalo. En el coliseo de ganadería hicieron exhibiciones de estos animales mostrando especies de muchos países: India, Colombia, España, Escocia,... Para hacer el espectáculo más ameno sacaban a gente del público y los hacían montar, correr o ordeñar.



En el coliseo de la estación de caballos, que fue la que más me gustó,  fueron saliendo caballos de diferentes razas: árabe, español y colombiano. De más está decir que el mejor caballo era el español. Salió un jinete muy diestro a lomos de Viento, un precioso caballo blanco que hizo una exhibición de fuerza y elegancia a ritmo de paso doble. Pepe, Cris (una amiga que nos acompañó) y yo aplaudíamos como locos. El jinete se dio cuenta y se paseaba por delante nuestro saludando con el sombrero de cordobés. Mirad las fotos y juzgad:
Caballo árabe
Caballo español
Caballo español
Caballo español
Caballo colombiano

En esa zona también puedes hacer cabalgatas ecológicas, pero los niños tienen que ser mayores de 12 años. 



En la estación porcina, vimos a las cerdas gordísimas con su crías recién nacidas. Tienen hasta 14 cachorros. Parece mentira como pueden ser tan bonitos de pequeños y tan feos de grandes. Había varias razas de cerdo, unos rosa como Babe, otros de pelo pelirrojo, pero por más que busqué el pata negra, no lo vi. Je je.
Pasamos de la carreras de cerdos.

La estación canina también me gustó: Labrador, Basset, Husky, San Bernardo, Setter irlandés, Marilyn,... y otras muchas que no recuerdo. No me gustó verlos encerrados, claro. Pero los van sacando por turnos a un espacio grande donde pueden correr y donde tu puedes entrar y tocarlos. 

En la estación de especies menores, vimos animales mas comunes: gallinas, patos, codornices, pavo real, cobayas,... Era divertido ver a Clara correr repitiendo su nombre. Lo mejor fue que compré huevos de esas gallinas. Estos si tienen garantía ecológica. 



Este parque está comprometido con el medio ambiente por lo que no podía faltar una zona de agricultura ecológica donde podías comprar lo que quisieras: lechugas, tomates, coles, zanahorias, acelgas, espinacas, brócoli, coliflor, calabacín,... En una caseta tu pedías lo que querías y en ese momento el señor cogía su cesto y su navaja y te lo cogía de la tierra. Fantástico. Del huerto a la mesa. Y sin pesticidas, herbicidas ni químicos. 

El problema fue para comer. Había un par de restaurantes y algunos puestos de comida rápida y hamburguesas. En todos lados el menú era carne de res, carne de pollo, carne de cerdo, carne, carne y carne. Así que tuvimos que conformarnos con arepas, guacamole, papas criollas y plátano frito. Muy rico, eso sí. 

Pasamos un buen día de sol, aire libre y contacto con la naturaleza y los animales. Lo recomiendo sobretodo para ir con niños. Así van conociendo de donde salen los alimentos que se comen y que un pollo es un animal con plumas y cresta que cacarea, y no un trozo de carne tostada al horno acompañado de patatas.