domingo, 7 de octubre de 2012

MI CUMPLEAÑOS EN LA ISLA DE SAN ANDRES

Todos mis cumpleaños son especiales pero los que celebro lejos de casa los recuerdo de forma diferente. Han sido dos, uno para mis 36 en Kathmandú, en Nepal. Y mis 39 en la Isla de San Andrés, Colombia. Cuando estoy lejos hecho de menos a mi madre contándome la historia de como nací. Me la cuenta cada año igual y aunque ya me la se de memoria, me encanta oírla año tras año.

El día empezó con la incógnita de si me encontraría bien. La tarde anterior estuve a 38 de fiebre. Me metí en la cama confiando en el poder de curación de mi cuerpo para el día siguiente.

El día 7 de octubre amaneció despejado y soleado y yo estaba totalmente recuperada (o eso creía, porque días más tarde me diagnosticaron varicela). Desayunamos frente el mar y sobre la arena blanca de nuestro hotel Cocoplum: huevos pericos, arepas, tostadas francesas, pancakes, jugo de maracuya y chocolate. Hicimos algunas fotos para dar testimonio del lugar y el momento. Mientras desayunábamos llegó nuestro carrito de golf. En la isla es un medio de transporte típico. Nos preparamos y salimos rumbo a conocer San Andrés.
La isla tiene una carretera que la bordea por completo. Así que nos subimos en nuestro carrito y entre risas y a 20 km/hora empezamos nuestra excursión.

La primera parada fue el Hoyo Soplador: una agujero natural hecho en la roca que en determinadas épocas del año expulsa aire y agua a presión. Parece que esta época no es la adecuada y aquello no soplaba ni nada. Teníamos muchas expectativas por lo que fue un poco decepcionante. Eso si, aprovechamos para pasear por las tiendas de souvenirs que hay alrededor y para tomar un coco fresa. 

La segunda parada fue la Laguna, un lago de agua dulce que junto con una cuarentena de pozos más abastece la isla de agua dulce. En la Laguna habitan cocodrilos pequeños que comen perros, y toda clase de animales; garzas, patos y unas hormigas enanas rojas que muerden como unas condenadas.

















Pasamos por la Cueva de Morgan, el famoso pirata que enterró aquí sus tesoros pero que nunca nadie ha encontrado. La cueva está llena de agua y no se puede entrar.

Visitamos la primera iglesia Bautista, construida en 1947. El domingo celebraban el día de los niños. Padres e hijos se abrazaban y los padres daban las enseñanzas a sus pequeños. Todos estaban muy emocionados. Un amable señor se acercó, nos dio la bienvenida y nos explicó lo que estaba pasando. Me llamo la atención que se visten de blanco puro y que ese color, sobre sus oscuras pieles, brilla de forma especial. 
La comida la hicimos en Miss Celia, un restaurante de comida raizal típica en San Andrés. Yo pedí el plato típico que es rondón y Pepe un plato con cangrejo, langosta, caracol de mar, arroz y pescado. Estaba riquísimo. Mi rondón fue una decepción. Había leído que era un plato de pescado en salsa de coco y que había un plato similar en España. Me imaginé una zarzuela o un suquet, pero nada de eso. El plato era en una salsa blanca de coco, con pescado, caracol, patata, yuca, plátano y cola de  cerdo. Muy poco sabroso, no me gustó. 
Lo que si fue genial, fue la inesperada sorpresa de Pepe, regalándome una esmeralda preciosa a la que tengo que diseñar el anillo o colgante para ensartarla. Ah! y el pastel de cumpleaños con velita para soplar. Gràcies Muxi.
Por la tarde fuimos a West View, una zona de mar de aguas tranquilas donde hacer snorkel, saltar desde el trampolín y tirarte por un tobogán. Dudamos en como bañar a Clara, porque la zona era profunda. Así que alquilamos un mini chaleco salvavidas para ella, se lo pusimos y nos sumergimos en las cristalinas aguas del caribe. Clara feliz y graciosa con semejante atuendo (lo siento, nos quedamos sin batería en la cámara y no pudimos inmortalizar el momento). Nadando no se veía nada especial, pero simplemente poniéndote la máscara de buceo, habían cientos de peces alrededor. ¡Casi se podían tocar¡ En la entrada daban pan y al darles comida todavía aparecían mas y mas. Era maravilloso ver los peces de colores, con cola amarilla, aletas azules, escamas verdes,... tan cerca. 

Pepe descubrió un Neptuno de tamaño gigante cerca de allí. Que impresionante ver al señor del fondo de los mares con su corona y tridente custodiando la zona. 

Después de varios saltos desde la plataforma flotante y un salto "torpedo" desde el trampolín, nos fuimos al hotel. Nos preparamos para la cena y espectáculo de música y bailes típicos. Cuatro hombres con una mandíbula de tiburón, un cubo de lavar la ropa boca abajo con un palo y una cuerda, una guitarra y unas maracas, nos deleitaron con la música típica y luego hubo baile y como no, nos sacaron a bailar.

El día terminó con un paseo a orillas del Caribe en esta isla a la altura de Nicaragua. Nos visitó una estrella fugaz a la que pedí una vez más mis deseos para este nuevo año que empieza para mí.

Gracias Pepe y Clara por se quienes sois y formar parte de mi familia. Gracias mama y papa por traerme a este mundo. Gracias tetorro por ser mi compañero de sangre. Gracias a los que os acordasteis y gracias a los que no, pero sois parte de mi vida. A todos, os quiero.