jueves, 24 de diciembre de 2009

NOCHEBUENA



Parece mentira, pero con tanta excitación de la mañana nos habíamos olvidado que era noche buena y que se debe respirar paz y amor entre todos. Pero la verdad es que no tenemos nada la sensación que sea Navidad. Ni hace frio, ni hay árboles de Navidad, ni nos han bombardeado con anuncios de colonias, ni hemos hecho ninguna compra de regalos, ni nos hemos emborrachado en la comida de empresa, ni nos hemos discutido para ver qué días pasamos con unas familias o con otras, ni un sinfín de cosas típicas de estos días. Pero sí, aunque estemos en la otra punta del mundo y haga un calor veraniego, en estos días es Navidad.


Así que después de nuestro altercado volcánico, nos hemos dirigido hacía la turística y artística Ubud, situada a 50 km al norte de Dempasar. Esta ciudad está llena de hoteles de super-lujo, restaurantes exquisitos y galerías de arte. Parece que estemos en París, solo le faltaría la torre Eifel. Nosotros hemos decidido darnos un pequeño lujo por estos días. Así que después de descansar por la tarde en nuestro humilde pero acogedor bungalow,  nos hemos ido a pasear para decidir en qué restaurante nos íbamos a dar nuestro particular banquete de Nochebuena. Las opciones eran muy variadas. Desde cocina europea, creativa, de fusión hasta marisquerías con unas langostas increíbles. No ha sido fácil la elección, pero nos hemos decantado por el Restaurante Mumbul.  Nuestro menú ha consistido en unos calamares con alioli y una pequeña parrillada de marisco todo ello acompañado de un vino blanco afrutado de Bali. Luego hemos tomado un solomillo y un atún marinado regado esta vez un vino tinto también de la isla de los Dioses, y para postres, un delicioso Coulan con helado de vainilla y frutas exóticas. Un carajillo de Bayles no podía faltar en la sobremesa que aquí lo llaman Brazilian Coffe.

Para finalizar nuestra velada, hemos tomado una cerveza en el Buddha Bar donde un grupo amenizaba el ambiente con música en directo, y un subalterno también saltó al ruedo con su armónica deleitándonos con un blus como final de concierto.

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