sábado, 11 de agosto de 2012

ZIPAQUIRÁ: LA CATEDRAL DE SAL

Zipaquirá es una población que se encuentra a 50 km del norte de Bogotá. Muchos bogotanos domingueros van a pasar el día, ya que es un trayecto fácil para ir y volver. Aunque lo de fácil es relativo, porque en tiempo son aproximadamente 1 hora 45 minutos. Y es que las carreteras dejan mucho que desear. Están en mal estado y además son estrechas, como si fueran carreteras comarcales. El volumen de tráfico es grande y  los accesos no dan abasto. Eso sin contar que la policía decida cortar la carretera o la autopista sin más. El resultado, gran volumen de coches con el correspondiente atasco. 

Pero merece la pena hacer un poco de trancón con tal de salir de Bogotá. A los pocos kilómetros el paisaje cambia por completo, aparecen verdes prados, frondosos bosques, vacas pastando, ovejas paseando, caballos relinchando. Y eso a las afueras de la ciudad, de manera que a medida que te alejas el paisaje mejora más y más.

Este mes de agosto tenemos "camioneta". Nos la han prestado y hemos aprovechado para hacer salidas de fin de semana. La "camioneta" es un flamante todo terreno, nuevo, grande, comodísimo y que chupa gasolina que da gusto. Es un Dodge con cambio automático y es una gozada ir en él.


Como decía el destino elegido para este primer fin de semana ha sido Zipaquirá. Esta ciudad es famosa por sus minas de sal. En concreto, la mas famosa es una que se ha transformado en Catedral.


Se han aprovechado las perforaciones de la mina para hacer un Via Crucis de Jesucristo. Hay 13 pasos, cada uno con una cruz y bancos de piedra para arrodillarse y rezar. Cada escenario está iluminado con luz indirecta de colores que le dan profundidad y misticismo al lugar. 



El porqué de la transformación en Catedral es debido a que los mineros cuando perforaban la roca de sal, iban construyendo pequeños altares para su protección delante el peligro. Por ese motivo (y también de cara al turismo) se ha convertido en un templo.


El final del recorrido desemboca en una Catedral de 3 cuerpos de 190 metros de profundidad. El lugar es impresionante. Detrás del altar mayor, donde se ofician misas todos los domingos, hay una "falsa cruz de piedra de 16 metros". Digo falsa porque desde lejos parece que sea una cruz normal, pero al acercarte te das cuenta que es una cruz vacía, es decir, la cruz está dibujada sobre la roca. La iluminación aquí va variando de tonos azules, a violetas pasando por amarillos y verdes. 


Frente el altar, y en el suelo, hay un medallón tallado en piedra copia de la "Creación de Miguel Ángel". Está bordeado de luz roja, y uno siente que está en un lugar sagrado.


El lugar un muy peculiar, primero de todo por saber que estás a 190 metros bajo tierra, en una antigua mina construida por hombres que posiblemente dejaron su vida. Además el ambiente salino hace que te sientas ligero y que los pulmones se purifiquen.



Al final del recorrido se emite una película en 3D sobre la construcción de la mina y hay multitud de tenderetes para comprar sal, esmeraldas, pequeñas cruces talladas en piedra, y un sinfín de recuerdos del lugar. Y si quieres matar el hambre, puedes comprar crispetas, churros, arepas o almojábanas. 


Y el broche final es un Show de luces: se hace dentro de una de las galerías. En el techo han dispuesto miles de lets de luz. Al ritmo de la música se dibujan formas de flores, pájaros, paisajes, personas,... con multitud de colores. Al entrar, en ese sitio oscuro, de piedra con la música house de fondo me pareció estar en medio del principio de  la película Blade o en Sión de Matrix. 


La visita ofrece diferentes alternativas. Para los más atrevidos está La Ruta del Minero, donde te ponen un casco con un frontal y te llevan a picar piedra y a hacer explosiones para que te hagas una idea de como trabajaban los mineros. Nosotros no hemos podido entrar porque no se aceptan menores de 12 años. 

A la salida puedes coger un tren que te lleva al centro de la ciudad por el módico precio de 3.000 pesos. El centro no tiene desperdicio. Zipaquirá es una bonita ciudad. La plaza mayor, tal como indica su nombre, es un espacio enorme, bordeado de cafés, tiendas y restaurantes con barandas de madera.



En un lateral de la plaza está la Iglesia. El interior está hecha de piedra, mezclada con cemento y da una sensación como si fuera de obra vista. Lo mejor, la imagen de la virgen en el altar. Al entrar hemos visto mucha gente arreglada  y hemos preguntado de que se trataba. Pues bien, era una boda múltiple. En mitad del pasillo de la iglesia había un arco hecho de rosas blancas y desde donde estaba el arco hasta la puerta de salida estaba lleno de hombres con ramos de rosas blancas. Si, si, hombres. Nos ha parecido extraño, pero parece que así es la tradición aqui. Hemos esperado a que entraran los primeros novios (lo mío me ha costado porque Pepe quería irse. Me ha faltado la Chamaqueta para hacer más presión). La novia era una joven colombiana  con cara reluciente de emoción, embutida en un vestido de color marfil de falta globo y corpiño apretado (valga decir, a punto de reventar). 


Hoy era el santo de Clara y hemos ido a celebrarlo a un restaurante que tenían platos vegetarianos. Se lo ha pasado en grande subiendo y bajando la larga escalera de madera que había y incluso ha tenido sus globos.


Zipaquirá: una visita recomendable. 

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