martes, 26 de marzo de 2013

LA HABANA

La Habana es una de esas ciudades que no te dejan indiferente. La mezcla de estilos arquitectónicos ajados por el paso del tiempo, hace que tenga un no se que especial.

Pero podría decir que lo que me gustó más es que es exactamente como me la imaginaba. Eso solo me ha pasado con otra ciudad, Londres. Me encanta la sensación de estar en un lugar y comprobar que coincide con la imagen mental que tengo. Como si no te sorprendiera lo que ves, y en cambio te llena comprobar que lo que has visto tantas veces en libros, guías e internet, existe de verdad.

La ciudad se divide en 3 zonas:

La Habana vieja
Centro Habana
Vedado

Paseando por las calles, vas pasando de una zona a otra casi sin darte cuenta. 

Nosotros estábamos alojados en La Habana Vieja, a 200 metros del Malecón. Esa parte de la ciudad rebosa encanto por los cuatro costados. Hay contraste entre una parte con avenidas anchas y despejadas como la calle Prado, donde está el Capitolio Nacional, una copia similar del Capitolio de Washington, solo que más alto y con más detalles que el americano. Posiblemente para dejar bien claro las malas relaciones con Estados Unidos. El edificio está en obras pero se alza majestuoso como diciendo "estoy aquí y no tengo nada que envidiar". 


Justo al lado otro edificio emblemático, el Gran Teatro de la Habana, de un estilo que las guías definen como "barroquismo peculiar". Frente estos edificios había un lugar para alquilar coches de caballos o un coche "convertible", al más puro estilo "Habana Blues". 




El Hotel Telégrafo también se muestra majestuoso con su fachada de color azul brillante y varias banderas cubanas ondeando en lo alto. Yendo por la calle Prado hacia el mar está el Museo de la Revolución. Su fachada es preciosa y en su interior se guardan importantes testimonios de la historia de Cuba.



El Hotel Inglaterra, también está por esta zona. Fue el primer hotel construido en La Habana en 1856 y a día de hoy conserva su fama y esplendor. 

Otras plazas de enorme belleza salpican la ciudad: la Plaza Vieja, la Plaza de San Francisco de Asís, la Plaza de la Catedral o la Plaza de Armas. Paseando por la calle Mercaderes y girando a derecha e izquierda, se pueden visitar todas ellas, a la vez que disfrutas de tiendas, museos, restaurantes y algún que otro espectáculo de música y baile callejero. 





Contrastando con esta zona monumental, y yendo por la calle Muralla, se entra en la Habana Vieja mas auténtica. Para mi, la mejor. Decenas de callejuelas adoquinadas, con aceras estrechas se cruzan entre ellas. El ambiente de Cuba se puede vivir paseando por allí. Puestos de frutas hechos con carros de maderas atrotinados, vecinos sentados en la calle conversando, abuelos fumando y viendo la vida pasar, mamas con sus niños vestidos de alegres colores, casas con puertas y ventanas abiertas por donde se escapa el son de la salsa, vendedoras de maní, olores de frijoles y arroz, sidecars de antaño aparcados en las aceras, coches antiguos de anchos asientos circulando pesadamente, hombres arreglando sus bicitaxi con una sierra y un poco de cinta aislante porque no tienen nada mas,...






Es una buena zona donde perderse mientras buscas la Bodeguita del Medio. La B del M como se anuncia en las paredes repletas de firmas, dedicatorias y fotos de famosos que han estafo allí: vi a Joaquin Sabina, Joan Manel Serrat, Naomi Campbell, Pierce Brosnan, Matt Dillon, Sara Montiel, y otros muchos. Algunos genios de la música como Nat King Cole también estuvieron allí y tiene marcada la mesa donde se sentó. Aunque nos dijeron que la B del M había perdido autenticidad y que ahora era cara y solo para extranjeros (tenían razón), lo cierto es que para mi era visita  obligada y disfruté muchísimo estando sentada en la barra, con un mojito en la mano y oyendo la banda de música que tenia justo al lado.





En el Centro está otra joya de La Habana, el Malecón. A decir verdad, de día me pareció aburrido y tosco. Solo conseguía ver una especie de rompeolas al lado del mar de altura insuficiente puesto que las olas pasan por encima de los muros y mojan toda la acera y a algún peatón que vaya despistado por allí. Pero la magia empieza cuando anochece. La luz anaranjada de las farolas de el Vedado lo tiñen de ese tenue color. Y ese paseo que a mi me parecía aburrido se llena de parejas que pasean agarrados de la mano, músicos que practican con sus guitarras y trompetas, niños que corren buscando mojarse con el agua,...de repente cobra vida y se transforma en algo con personalidad propia.



La última noche cenamos en un restaurante frente al Malecón y aparte de comer muy buena langosta y a buen precio, pudimos ver otra de las realidades de Cuba: el turismo sexual.. Teníamos al lado dos mesas: una con 5 hombres y dos chicas jovencísimas, casi niñas que iban vestidas muy normalitas con vaqueros, zapatillas y camiseta. Yo no creía que fueran prostitutas, porque tampoco lo parecían, pero así era, y la camarera con la que estuve charlando un rato, así nos lo confirmó.

En la mesa contigua el espectáculo era mas descarado: un señor que debía rozar los 60 estaba con dos bellezas cubanas, de pelo liso, maquilladas y vestidas con vestidos cortos, ajustados y tacones de vértigo. En este caso era mas evidente lo que estaba pasando.

Según me contaba la camarera, las prostitutas cubanas se sentían orgullosas de que un extranjero las eligiera como compañía. Tengo serias dudas de que disfruten con ello. Y mas viendo la compañía con la que iban.

El barrio Chino tampoco tiene desperdicio. Una enorme puerta a modo de Pagoda, conecta el Centro de la Habana con la calle Dragones. Los nombres de las calles están escritos en español y debajo en chino. El barrio está lleno de restaurantes con especialidades típicas como pato laqueado, rollitos de primavera y otras delicias orientales. De repente te ves paseando entre farolillos rojos, dragones, platos de arroz y palillos. Merece la pena comer por allí, sobretodo para variar un poco del menú cubano de pescado, arroz moro y langosta. Que aunque está delicioso no deja de cansar después de 10 días. 




La zona de Vedado queda mas alejada y aunque no tiene tanto encanto hay lugares que no hay que perderse. Uno de ellos es la Plaza de la Revolución, con la famosa cara del Che Guevara, que alegra la fachada del feo edificio del Ministerio del Interior. 


En el otro lado de la plaza hay una estatua gigante de José Martín. Es la estructura más alta de La Habana en honor al hombre que llevó a cabo la segunda guerra de la Independencia en Cuba. 

De visita obligada es el Hotel Nacional. Es una copia exacta del Breakers Hotel de Palm Beach. El hotel sirvió de refugio tras el golpe de Fulgencio Batista, sufrió un tireoteo, fue sede de una reunión de los gansters Meyer Lansky y Lucky Luciano, albergaba un casino y actualmente está instalado Le Cabaret Parisien.  El vestíbulo es de estilo morisco, los jardines tienen unas vistas geniales al Malecón y en el bar puedes degustar un buen mojito y mirar fotos de antiguos huéspedes. 





(en honor a Sara Montiel, fallecida ayer)



Tras tanta visita nos encontramos con la Heladeria Coppelia. Los cubanos hacen largas colas para degustar sus delicias. Pero lo mas curioso es que donde compran los cubanos, tu no puedes comprar a no ser que tengas pesos cubanos. Los extranjeros, por lo general, no tenemos acceso a la moneda de los locales y tienes que comprar en la otra moneda que circula en el país, que son los pesos convertibles o cuc. Así que al lado de la heladería para cubanos, hay otra heladería del mismo nombre pero donde los precios son 5 veces más caros. 

Lo de la moneda es muy curioso y es que se habla de una doble economía. En el país circulan dos monedas: los pesos convertibles (cuc) y los pesos cubanos. La mayor parte de artículos para extranjeros, hoteles, restaurantes, entradas de museos, billetes de autobús, alquiler de coche,... se pagan en cuc. Un cuc equivale a 25 pesos cubanos aproximadamente. Además en ciertas zonas muy turísticas como Varadero, Cayo Largo, Cayo Coco,... también se aceptan euros. .

Y claro, con tanta falta de recursos, los cubanos se buscan la vida como sea. Bien trabajando más y honradamente o bien engañando a turistas despistados como nosotros. Y es que el primer día estas abrumado por la novedad y todo lo que hay que ver.

El caso fue que cuando salimos de la casa donde estábamos alojados nos encontramos con un mulato que nos preguntó si íbamos al Festival de la Salsa. Se nos pusieron los ojos como platos: ¿Un Festival? Uau, ¿Donde?. Nos indicó como llegar y nos dirigimos hacia la zona. Mucho antes de llegar al presunto Festival nos salieron al paso dos cubanas muy amables que nos hablaron del famoso Festival. También nos dijeron que conocían a la dueña de la casa donde dormíamos, que era amiga suya y nos llevaron entre callejuelas a Casa Rosalia, que resulta que era una casa muy famosa, de la que nosotros nunca habíamos oído hablar y donde en ese momento los músicos estaban ensayando para el Festival. Y lo cierto es que se oía música, pero no del Festival, claro está.

Luego nos llevaron a un bar a beber una bebida muy típica y refrescante en Cuba. Pero no era mojito, nos dijeron que el mojito era para la tarde- noche y esta otra bebida para el día. Así que pedimos una ronda para todos, incluidas ellas. Dudo que fuera algo mas que Fanta limón con hielo y hierbabuena, porque a Clara le gustaba, pero ellas me decían que no le diera porque llevaba angostura y que le pidiera un zumo natural.  


Después de la segunda ronda (yo me quede a mitad de la primera), empezaron a explicarnos lo mal que estaba el país y las penurias que pasaban con la cartilla de racionamiento, los pocos productos a los que tienen acceso, la escasez de alimentos para criar a sus hijos, etc... Una de ellas saco una foto de su presunto hijo, y era como una foto de tamaño revista y dedicada por detrás. Cierto o no, nos lo tragamos. 

Así que cuando nos hablaron de que casualmente solo ese día las cooperativas de tabaco abrían las puertas para vender más barato que las tiendas oficiales,  ya habíamos mordido el  anzuelo. Era maravilloso, ese día era el Festival de Salsa, habíamos probado una bebida típica de por la mañana y además era el día de los puros baratos. Así que apareció el señor de los puros. Nos vendía la caja a 300 cuc y poco a poco, viendo mi negativa, iba bajando el precio hasta 150 cuc. Yo seguía negándome a gastar ese dineral en puros. Como último recurso nos dijeron que si comprábamos los puros a ella les daban una bolsa de comida con la que podían comer sus hijos todo el mes, a modo de comisión. Ahí me tocaron la fibra, pero aún así me negaba a comprar los puros. En ese momento yo ya tenia muy mal rollo en el cuerpo. De repente sentía que dependía de nosotros que los hijos de esas mujeres comieran. Y me levanté para irme, no quería estar mas allí. Pepe a regañadientes aceptó no comprar y  finalmente les dimos 25 cuc para que el señor de los puros les diera la bolsa de comida.

El colmo fue cuando fuimos a pagar las bebidas; nos cobraron 6 cuc por cada una. También nos dimos cuenta mas tarde que fue un engaño porque un mojito costaba entre 2 y 3,5 cuc. De todo se llevaban comisión las dos mujeres, que "cariñosamente" bautizamos como las tunantas.

En definitiva, nos timaron vilmente. Pero hay que reconocer que lo hicieron muy bien y tuvimos tema de risas durante toda nuestra estancia en Cuba. Lo curioso fue que los últimos días en La Habana nadie se nos acercaba para ofrecernos puros ni nada. Era como si lleváramos la marca de que ya nos habían timado. Quizá el estar mas morenos daba una pista de que llevábamos días en el país y ya sabíamos de que iba el tema.

Ya lo dicen "mas sabe el diablo por viejo, que por diablo". ¡Salud¡







3 comentarios:

  1. jajaja! qué bueno. Yo tengo una similar, pero en vez de un festival, era un concierto en la casa de la música, y en vez de puros era leche para bebé. Todavía guardo la servilleta donde pone: "Vale para entrar en la casa de la música. Roberto, déjales pasar que son mis amigos"

    Es que son muy buenos en esos timos, jajaja, pero aprendes con el tiempo.

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  2. Mi hermano, cuba no es un paraiso como no lo es ningun pais en esta tierra. pero porlomenos no te asaltaron, no te secuestraron, no mataron anadie, los carteles, no viste niños en las calles pidiendo dinero , ni trabajando limpiando cristales de los autos, ni madres bendiendos sus Hijos para comer, te falto todo eso y para que te cuento. mi socio, compara.??





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  3. Yo acabo de volver de Cuba y estoy un poco desilusionado con la gente, digamos que sufrí un shock de realidad. Intentaron estafarnos varias veces con las "cooperativas" de puros, intentando llevarnos a sitios a los que no queríamos ir, etc. y finalmente lo consiguieron con "el timo de la leche". Me fui apenado de ver que prácticamente todo el mundo que nos habló lo hizo para conseguir algo de nosotros

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