domingo, 19 de julio de 2009

BACKWATERS


Las backwaters son una red de canales al sur de Cochi que alberga una comunidad de personas con una forma de vida adaptada al entorno tan acuoso. Las casas y pequeños poblados se construyen al lado de los canales. Las ocupaciones más comunes son pescar con las redes chinas o la caña en los canales, trabajar en los campos de arroz o en las granjas de gambas.


También puedes montar un “mini-resort” para turistas como el que estamos nosotros. Aquí disponen de una pequeña canoa con la que “pasear” por los canales. A parte también disponen de una houseboat (foto). Que es es literalmente una casa sobre un bote. Tiene una cocina, una baño, una habitación, un sala de estar en la proa donde lo único que puedes hacer es disfrutar del paisaje mientras la casa es propulsada por dos remeros con una caña de bambú a lo “cañas y barro” de la albufera de Valencia.


A parte tienen como unas casitas para huéspedes muy sencillas con la habitación de dormir y una baño al “aire libre”, a parte de un porche con vistas a los canales que provoca una sensación de relajación como si estuvieras en un estado profundo de meditación.


Cuando nos hemos levantado al día siguiente sólo se oian los sonidos selváticos mientras una suave brisa entraba por los orificios de nuestra cabañita. Los mosquitos nos han respetado bastante ya que no teníamos muchos signos de la encarnizada batalla que anoche se libraba más allà de la trinchera rosada que formaba nuestra mosquitera.


Para desayunar, nuestra casera nos ha obsequiado con unos pancakes de cocos, unas torrijas con azúcar, un huevo cocido al indian style y unos plátanos todo ello regado con un te chai (te con leche) calentito. Para mi ha sido la mejor de todas las comidas de las Backwaters.


Aquí parece que el tiempo y el espacio se detengan. El agua fluye lentamente por el canal como teniendo cuidado de no hacer ruido para no romper la paz del lugar. Los lugareños se deslizan con su barcas con la misma delicadeza, casi no salpican ni una gota mientras introducen la caña de bambú en el agua para impulsar sus pequeñas canos con la misma delicadeza vuelven a sacar la caña, la contemplan por breves instantes y vuelven a realizar el mismo procedimiento que parece que se vuelva mecánico si no fuera por la concentración con la que lo hacen.


Hay que tener cuidado porque uno puede caer en un dulce letargo mientras contempla desde la orilla a las embarcaciones pasar. La mañana ha transcurrido lentamente en la hamaca del porche mientras pasaba penosamente las páginas del libro que acabada encontrar en un hostal: El péndulo de Focault de Umberto Eco.

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