lunes, 30 de noviembre de 2009

SABAI DEE LUANG NAM THA


Ya hemos dejado China atrás quedaron “Xiexie”, los ojos rasgados, los símbolos en forma de casita, los palillos, las brochetas, los templos con dragones y fénix, así como también quedaron las comodidades de sus transportes, su buena cocina, sus limpios hoteles y su Gobierno Comunista opresor y controlador.

Acabamos de dejar la frontera a nuestras espaldas y ya puedes sentir que estás en otro país, ya puedes sentir que la gente ya no es la misma y, para mi grata sorpresa, en Laos se respira un ambiente más ligero, más liviano, más…. más libre. Su gente siempre tiene una sonrisa en la boca, son muy amables, no te intentan timar con los precios (aunque un poco sí), y también van a otro ritmo. Un desayuno sencillo de huevos fritos, pan y un zumo de frutas tranquilamente puedes estar una hora esperándolo. Pero parece que es parte del país, como también su peculiar saludo “Sabai Dee” que en pocas horas te lo aprendes a base de tanto repetirlo.

Nuestra primera parada ha sido Luang Nam Tha. Allí queríamos descansar unos días para aclimatarnos al nuevo país, poner al día el blog y hacer la colada. Pero como dice el dicho, “el hombre propone y Dios dispone”. Allí hemos encontrado un grupo de cuatro madrileños y decidimos compartir trekking de dos días por las minorías étnicas de la zona de NPA (Natural Protected Area). Craso error, o NO. Con Raúl, Alberto, Javi y Rubén han empezado nuestras comidas de tres horas con sobremesa y las borracheras diarias de BeerLao, la cerveza nacional tan omnipresente en el país.

Hicimos el trekking pero la verdad es que los paisajes nos decepcionaron bastante, ya que lo único que pudimos observar con claridad fue que la profunda e inaccesible jungla del norte del Laos está siendo reemplazada por el “rubber tree”, es decir, el árbol del que se saca la sosa caústica para hacer todo tipo de plástico. Y es que el desarrollo de China necesita muchos recursos para mantener su crecimiento, y uno de ellos es el plástico. Seguro que si miras tus zapatos veras que son “Made in China” y si miras la suela veras que es de plástico o caucho que probablemente proviene de estas bosques de “rubber tree”.

A parte de esos también pudimos visitar las étnicas de los Khamu y los Akha. Estos pueblos viven básicamente de lo que plantan y recolectan en los bosques que les abastece poco más que para subsistir y vender algo para conseguir dinero con el que algo ropa y otros víveres difíciles de conseguir en esta región. Su alimentación base es el arroz con algunas verduras, aunque también pudimos ver cerdos y gallinas por los poblados por los que discurría nuestro trekking. No obstante, éstos últimos no forman parte de la dieta habitual, guardándolos sólo para celebraciones y ocasiones especiales. También destilan un licor de arroz llamado Laolao que es más fuerte que el aguardiente.

Algunas curiosidades interesantes dignas de resaltar; las etnias no se mezclan entre sí, estando prohibido entablar matrimonio con personas de etnias diferentes. En algunos casos siguen utilizando el sistema de trueque de alimentos y materias primas. Su religión es animistas creyendo que el sol, la luna, las montañas y los ríos son seres divinos a los adoran. No existen carreteras que conecten estos poblados con la “civilización”. Así que el colegio más cercano puede estar a 3 o 4 horas por intrincados senderos en medio de la jungla. Para evitar que los niños vayan y vengan todos los días, son enviados a la escuela todo la semana con algunas provisiones. Allí, aparte de recibir educación, también tienen alojamiento y comida con dichas provisiones. En algunos rasgos de sus integrantes y en algunas costumbres, me han recordado a la película de “La selva esmeralda”.

Cuando llegamos al pueblo fuimos recibidos por el jefe de la tribu que nos acogió en su casa. Por la noche cenamos un poco de arroz, espinacas, col frita y un poco de carne de búfalo. Todo ello a la luz de las velas. La única persona de la etnia que se sentó a nuestra mesa fue el jefe de la tribu. Luego nuestros amigos de Madrid les obsequiaron con algunos bolígrafos y libretas, una linterna y algunos globos que hicieron las delicias de todos los niños del pueblo. Al parecer ya habían recibido este tipo de regalos anteriormente y es que los niños cogieron los globos y empezaron a hincharlos como si estuvieran acostumbrados. Al parecer, en estos lugares llegan continuamente turistas aunque utilizan un sistema de rotación entre los poblados para evitar que todos los días haya visitas de turistas que puedan llegar a “corroer” su forma de vida.

Para amenizar la velada, nuestros amigos sacaron una botella de Ruavieja (licor de finas hierbas) traído directamente desde España que compartimos con todos los hombre de la tribu, ya que las mujeres no beben alcohol.

En definitiva, lo mejor del trekking fue conocer esta forma de vida de las etnias, junto con las risas que nos hemos pegado con nuestros nuevos compañeros de viaje. Lo peor fue la comida del primer día donde nos ofrecieron bambú frito, espinacas rehogadas, una pasta verde no identificada, un poco de pollo picante, pescado frito junto con arroz pegajoso (sticky rice), todo ello servido en dos hojas de platanero recién cortadas y nos tuvimos que comer la comida con las manos. Yo preferí el sistema chino y me hice dos palillos con caña de bambú para evitar comer con las manos, ya que tampoco había ningún sitio cercano donde lavarte las manos.

Cuando volvimos a Luang Nam Tha todavía no eran ni las 15:00, así que nos fuimos a hacer una comida-merienda-cena que terminó a las 23:00 después de liquidar bastantes Beerlaos y algunos Laolaos. Recuerdo que hubo momentos de la tarde que nos quedamos sin respiración de la risa que teníamos.

VIVA ESPAÑOLES POR EL MUNDO.

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